Director de Plan V, periodista de investigación, coautor del libro El Gran Hermano.
Ante la victoria de Jair Bolsonaro, el ultra conservador candidato brasileño que estuvo a punto de ganar en primera vuelta las elecciones del gigante sudamericano, las voces izquierdistas del continente han agitado el fantasma del fascismo, poniendo a este polémico —y en nada políticamente correcto candidato— en la tribuna de su doble moral.
Manuel Castells, un ideólogo de la izquierda, en una carta abierta al propio candidato Bolsonaro y a los intelectuales del mundo, sostiene que él (y todos los que están detrás) es un peligro para la democracia brasileña y la del mundo. Lo dice basado en los graves y deplorables exabruptos del candidato. Y, muy suelto de huesos, Castells menciona que la pérdida del PT, de Lula Da Silva y la izquierda brasileña, fue porque estaban desprestigiados por participar en un esquema de corrupción en Brasil. Pero, dice Castells, el PT no es el problema. El problema, dice, es Bolsonaro.
Creo necesario acotar algo sobre lo dicho por Castells y aclarar ciertos hechos a quienes llaman a defender "la democracia" del mundo. ¿Que el PT no es el problema? ¿Que haya maquinado y ejecutado la trama de corrupción empresarial y estatal más grande en la historia moderna de este continente, no es el problema? ¿Que ese gobierno, junto a la multinacional Odebrecht y otras gigantes brasileñas, hayan corrompido y puesto de rodillas vía coimas a los gobiernos de nada menos que 12 países, no es un problema? ¿Que esas empresas, con el apoyo y presión diplomática de los gobierno del PT hayan presionado y corrompido a los países del continente para obtener obras a dedo y con sobreprecio; es decir, hayan esquilmado y estafado los recursos de nuestros pueblos, no es el problema?
¿Que hayan sostenido, financiado y protegido internacionalmente a gobiernos corruptos y criminales como los de Correa, Maduro y Ortega-Murillo, no es problema? ¿Que hayan quebrado la moral del pueblo brasileño, sometiéndole, gracias a su corrupción y desprestigio internacional, a la más grande humillación de su historia, no es el problema? ¿Y todo eso no es un peligro para la democracia? ¿Que los aliados de Castells en el continente hayan generado, defendido y justificado regímenes autoritarios, violadores de las libertades de expresión, de asociación, que hayan criminalizado la protesta social, que hayan puesto en marcha políticas sexistas, xenófobas, que hayan destruido la economía, sobreendeudado, entregado sus países a China, y sometido a sus caprichos a las instituciones de sus países no es un peligro para la democracia?
¿Qué es, entonces, la democracia para Manuel Castells y sus amigos: las bolsas llenas de millones de dólares —fruto de sobornos— recorriendo Buenos Aires hasta llegar a las casas de los Kichner? ¿Los secuestros y operaciones ilegales y criminales de la policía política de Correa? ¿Los 350 activistas y estudiantes asesinados por para estatales en Nicaragua? ¿Los tres millones de venezolanos expulsados por el hambre y la desesperación? ¿Esa es la democracia que llama a defender Castells? ¿La de sus amigos bolivarianos que se asentaron sobre gobiernos mafiosos y se han apoderado de por vida de sus Estados mediante elecciones fraudulentas? ¿Esa "democracia" que ha sometido a la Justicia a sus arbitrios, intereses y caprichos; esa que ha corrompido ejércitos y policías, que ha destruido vidas para justificar sus inventos y paranoias, como en el 30S? ¿Esa democracia que se alió con empresarios corruptos para saquear los recursos públicos de nuestros países?
Muy curiosa la posición de la izquierda "bolivariana" y de todos los activismos que prefieren mirar de lado la corrupción, los gobiernos mafiosos y criminales de sus coidearios, y agitan el fantasma de Bolsonaro, como si la alternativa a la ultraderecha fascista fuera la izquierda corrupta, corruptora y violadora de derechos humanos. ¿Venezuela, aliada del PT, donde se acaba de asesinar salvajemente a un preso político lanzándolo desde un décimo piso del Servicio de Inteligencia, es, según Castells, la alternativa democrática? ¿Si Bolsonaro es un peligro para la democracia, Maduro, Ortega, Morales, Correa, los Kichner son los demócratas del continente?
Subidos en el caballo chúcaro de Bolsonaro, los defensores de la democracia de última hora, han encontrado el pretexto perfecto para lavar y justificar su nefasta herencia de gobiernos "revolucionarios", los cuales han desatado la más grande catástrofe moral, económica e institucional de los países americanos. Vaya democracia que llama a defender Manuel Castells. La democracia Lava Jato.
Creo que Bolsonaro es un nuevo mesías, esta vez de ultraderecha —antes lo fue Lula— que capturó los sentimientos profundos y ocultos del pueblo brasileño. Que usufructuó de las consecuencias de la quiebra moral a la que lo condujeron los 13 años de corrupción. Eso no quiere decir que sea una alternativa para Brasil, pero es muy de arrogantes declararse juez del pueblo brasileño y ofender a casi el 50% de quienes votaron por este —por decir lo menos— polémico candidato.
Bolsonaro, por sus dichos, que es lo que nos llega, es impresentable. Y es correcto que miles de mujeres salgan a las calles a protestar y que todos los derechos de las minorías y del conjunto del pueblo sean defendidos. Un líder que propugna racismo, sexismo, misoginia, homofobia, debe ser parado y combatido a tiempo (ya ven lo que nos pasó, por no hacerlo, con Correa).
Pero cabe aquí otra reflexión para los "demócratas" como Castells: los gobiernos autoritarios de izquierda, no solo violan y violaron los derechos humanos primarios de la población y de la disidencia. Debo recordar que la corrupción —el acto de saquear los recursos de los pobres y enriquecerse— es también una muy grave violación a los derechos humanos de los más pobres. A sus derechos sociales, culturales y económicos. Solo un dato de la realidad: con más de 300 mil millones de dólares de recursos fiscales recibidos en un década, el gobierno de Correa fue incapaz de bajar en un solo punto la desnutrición crónica del 25% de los niños del Ecuador. A cambio, se robaron y desperdiciaron 70 mil millones de dólares, según cálculos del propio BID. Ecuador tiene el promedio de desnutrición crónica infantil al nivel del África subsahariana, el más alto del mundo. ¿Si eso no es violación a los derechos humanos, al derecho al futuro y a una vida normal de cientos de miles de niños pobres, dígame señor Castells, qué lo es?
Si Bolsonaro llega a ser lo que dicen que es, ya se encargará el pueblo de Brasil de ponerlo en su sitio. Pero no por ello se justifican los "llamados a defender la democracia" de Castells y compañía, para un país y un continente que de democracias no tienen nada, y están padeciendo las consecuencias de la acción deliberada de una caterva de ladrones y sinvergüenzas que se encaramaron al poder y de los cuales los ahora "demócratas" fueron, son y serán cómplices y encubridores.
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