
Coordinador del programa de Investigación, Orden, Conflicto y Violencia de la Universidad Central del Ecuador.
No es casual que la “mega-carcel” de Bukele en El Salvador se promocione como un modelo “exitoso” de seguridad. Vista en perspectiva comparada, es el complemento ideal de las “ciudades inteligentes” (smart cities) que promueve el Foro Económico Mundial.
Las megacárceles no son nuevas en la historia, pero ahora forman parte de un mismo dispositivo tecnológico de control social con base en la economía digital y la represión total. Comprende un rediseño urbano agresivo para constituir “espacios de infraestructura” que garanticen la distribución y consumo de mercancías bajo regulación total de los inversionistas. Lo que en El Salvador se mira como novedad, ya lleva diez años como “modelo de éxito” en Ruanda (África oriental)
El presidente ruandés Paul Kagame quiere convertir a Kigali, la capital del país africano, en el centro financiero del continente. Para conseguirlo instituyó Zonas Económicas Especiales en lugares estratégicos de la ciudad, las empresa extranjeras han impulsando la reconfiguración urbana a través de la expropiación a pobladores para reemplazar sus viviendas por oficinas y planes habitacionales. El paisaje urbano se ha transformado a la brava.
Para los inconformes y toxicómanos también ha construido un “campo de rehabilitación” ubicado a 200 kilómetros de la capital, en la isla de Iwawa, en el lago Kivu, bajo estricto control militar. Los confinados a este campo son “reeducados” durante un año en “valores” para corregir sus conductas “desviadas”, con buenas dosis de violencia extrema. Todo esto sin que medie juicio previo. Durante ocho años más de 21.000 jóvenes han sido “reeducados”. Mientras tanto, las fuerzas de seguridad vigilan milimetricamente las calles de Kigali garantizando el disciplinamiento social y la limpieza de sus parques y aceras.
El otro componente del dispositivo son las “ciudades inteligentes”. El formato que se utiliza para construirlas son las Zonas Económicas Especiales.
En ellas el Estado cede a las corporaciones privadas la potestad para decidir y regular la actividad económica y, por añadidura, la vida humana, con la expectativa de atraer capitales extranjeros y mejorar las cuentas nacionales. A nivel mundial ya hay más de 5400 Zonas de este tipo.
El caso insignia es la New Songdo City en Corea del Sur. Una ciudad construira desde cero con capacidad para tres millones de habitantes. Sus desarrolladores han acuñado el concepto de “ciudad en una caja” (city in a box) para connotar la posibilidad de exportar este modelo. La promesa distópica es construir un Silicon Valey en cualquier parte del mundo.
Aunque se la pomociona como la “ciudad del futuro” , New Songdo City es el primer experimento social de una ciudad basada en las teconologías de infraestructura espacial. Allí, el software espacial está dando forma a la ciudad, decidiendo lo que se permite o se prohibe, contorneando el comportamiento de todos y de todo lo que opera en su interior. Es la realización plena de lo que Shoshana Zuboff, profesora de la Universidad de Harvard, denominó “capitalismo de la vigilancia”.
Las mega-cárceles y las ciudades inteligentes como New Songdo City están forjando una nueva geografía jurídica. Emergen como “hoyos negros” dentro del Estado. Ahí los derechos fundamentales son inexistentes, bajo la promesa de garantizar la seguridad y la prosperidad. Para Keller Easterling, profesora de la Universidad de Yale, están pensados como espacios “extrataestatales” que configuran un conjunto de soberanías múltiples, superpuestas y anidadas en complejos tecnológico-industriales. Así se vacía de sentido práctico a la legislación estatal para dar paso a gobiernos de facto en el marco de “alianzas público-privadas” dentro de ciudades inteligentes o mega-cárceles bien delimitadas.
Una nueva geografía jurídica está en marcha y urge reconocer la naturaleza distópica de este proyecto global para enfrentarlo.
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