En un video ampliamente difundido tras el asesinato de Fernando Villavicencio se puede ver y escuchar a Rafael Correa diciendo “nuestra venganza personal será contundente”. Se trata de una pieza de comunicación electoral grabada y difundida con anticipación durante la actual campaña presidencial.
Aunque esta expresión no ha sido editada, mutilada o manipulada, se ha dicho que corresponde a un poema de Tomás Borge, uno de los fundadores del Frente Sandinista de Liberación Nacional y ministro del Interior durante el gobierno revolucionario en Nicaragua.
A Borge se atribuye el asesinato de un grupo de misquitos, una etnia indígena nicaragüense que se opuso al gobierno sandinista. También se le atribuye la orden de matar a 37 presos políticos en el municipio de Granada, la ejecución de la denominada “piñata sandinista” para apropiarse de bienes públicos o la creación de una policía política sandinista, calco de los Comités de Defensa de la Revolución de Cuba, llamados en Nicaragua como Consejos de Defensa Sandinista, destinados al espionaje y persecución de los adversarios políticos.
Borge también fue reconocido como poeta y el verso al que se refiere el expresidente ecuatoriano es uno que empieza con “Mi venganza personal será el derecho de tus hijos a la escuela y a las flores”. Sin embargo, aunque el poema afirme derechos, educación o flores, la venganza siempre será enfermiza, grotesca y canalla.
Según la RAE la venganza es la “satisfacción que se toma del agravio o daño recibidos”. ¿Correa afirma que se desagraviará de sus enemigos mientras reparte escuelas y flores?
Igualmente es grotesco satisfacer una ambición por el poder para desagraviarse, aunque eso esté acompañado de escuelas, libros, carreteras o flores.
El sentimiento de venganza acompañado de un sentido exagerado de autoimportancia se asocia al Trastorno de Personalidad Narcisista que se caracteriza por un patrón general de grandiosidad, necesidad de admiración excesiva y falta de empatía hacia los demás. El narcisista necesitado de vengarse está enfermo y debe recibir tratamiento terapéutico y farmacológico.
Es terrorífico pensar que alguien tenga en mente la venganza como principal motivación de vida. Pero lo más pavoroso es pensar que ese alguien quiera recuperar el poder para conseguir su venganza personal. Aunque estuviera dicho en un poema y aunque suene muy melodioso, satisfacerse en el desagravio delata la esquizofrenia en la que insinúa vivir el expresidente.
Lo dice frontalmente, literalmente. Entonces, si acaso consigue el poder, nadie podrá quejarse por sí mismo o por algún familiar o amigo si resultara perseguido, encerrado, exterminado o desaparecido. Para alguien que admira, imita y cita a un guerrillero, aunque fuera poeta, eso es lo predecible. Si alguien con esta mentalidad rencorosa, maligna y resentida llega a ocupar algún espacio de poder lo hará con la intención de vengarse, de vengarse personalmente de sus adversarios, aunque al mismo tiempo ofrezca escuelas y flores como compensación.
Las dictaduras más crueles de la historia de la humanidad tuvieron a quienes las justificaran entre los intelectuales, campesinos, trabajadores y comerciantes porque esas tiranías se aseguraron de acumular una masa de clientes a quienes pudieran convencer con beneficios, privilegios y regalos mientras perseguían despiadadamente a sus opositores. Basta ver lo que sucede hoy mismo en Cuba, Venezuela, Rusia o Nicaragua. Tomás Borge era sandinista como lo es Daniel Ortega, el déspota que gobierna actualmente Nicaragua. Ortega es un socialista del s. XXI como lo es Rafael Correa, expresidente del Ecuador, ambos admiradores de Borge y de su pensamiento de venganza con flores.
La venganza personal de Correa será contundente. Él mismo lo afirma abierta y descaradamente. Y cita al guerrillero-poeta que mientras escribía sus versos perseguía a indígenas, campesinos, mujeres y opositores. Borge vivía entonces en una situación de absoluta esquizofrenia política y en un estado de urgente venganza sobre sus adversarios para exterminarlos como los exterminó cuando tuvo el poder en sus manos, aunque, al mismo tiempo, quisiera levantar escuelas y pintarlas de flores y de amor.
Nada bueno puede esperarse de alguien que ambiciona el poder para vengarse. Nada bueno puede esperarse de quien confiesa tener en su ser el vicio de la maldad, de quien se rodea de pandilleros para ocupar cargos, de terroristas para financiar sus campañas políticas y de narcotraficantes para sacarse fotos e ir de paseo. Solo órdenes inconfesables pueden venir de alguien así.
Fernando Villavicencio fue asesinado por la venganza personal de alguien todavía indeterminado. Los ecuatorianos desprovistos de poder necesitan detener este desangre para recuperar el país del dominio de los perversos que, aunque vistan sus palabras de poemas, flores y amor, son paradójicamente los únicos que llaman a una venganza personal que nadie quiere y que a nadie le importa.
@ghidalgoandrade
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