Profesora universitaria, investigadora y periodista, con un doctorado por la Universidad Nacional del Cuyo, de Argentina.
El 13 de setiembre pasado Mahsa Amini, de 22 años, fue detenida por la policía moral iraní al tratar de ingresar a una estación de metro en Teherán. A pesar de la intervención de su familia, con la que había llegado desde la provincia de Kurdistán, fue arrestada y acusada por las llamadas patrullas de orientación de haber infringido las normas de vestir de las mujeres: su hijab, el velo que ellas deben colocarse sobre su cabeza, no ocultaba toda su cabellera. Tres días después de su reclusión, el 16 de septiembre, Mahsa murió. Desde entonces las protestas contra este asesinato y el apartheid de género en Irán se activaron gracias a la participación y al protagonismo de cientos de niñas y de estudiantes en muchas ciudades iraníes.
La importancia que los gobernantes iraníes dan a ese pañuelo es porque, según la periodista y activista Masih Alinejad, el autoritarismo islámico que rige Irán está sustentado en tres pilares: la eliminación de América (Estados Unidos se entiende), el exterminio de Israel, y el uso obligatorio del hijab. “El hijab es el pilar más débil y las mujeres, muy especialmente las niñas, están derribando este muro”, declaró Alinejad, creadora de la organización Miércoles blancos.
Estas no son las primeras protestas lideradas por las iraníes, luego de que la “revolución islámica” de 1979 anuló sus libertades y derechos. Pero la elección del clérigo ultraconservador Ebrahim Raisi como presidente de Irán, en junio de 2021, levantó nuevas alarmas. Este religioso, el segundo en la línea de mando luego del ayatolá Alí Jamenei, denominado el “líder supremo”, estuvo al mando del poder judicial hasta 2019. En este cargo fue asociado con “ejecuciones masivas a presos políticos en la década de 1980”.
Una de las más atroces significó el asesinato en 1988 de 5 mil presos, según Amnistía Internacional. El triunfo de Raisi significó la toma total del poder político por los ultra ortodoxos. Y la aniquilación de toda pretensión de las mujeres por ser reconocidas como sujetos, ciudadanas, con autonomía, y con capacidad para tomar sus propias decisiones y abandonar la sumisión.
A partir del homicidio de Mahsa las manifestaciones de rechazo a los gobernantes y al hijab se han desplegado y replicado por decenas. Un video publicado por Alinejad muestra como las jóvenes con ayuda de sus amigos queman sus pañuelos como símbolo de su anhelo por un futuro mejor, en el que ya no haya más mujeres ejecutadas por no usar el velo o por bailar, otra actividad prohibida por los gobernantes. Por eso su lema: mujeres, vida y libertad es vitoreado también en occidente.
A más de un mes de iniciada esta lucha los asesinatos se han incrementado e incluyen a niñas y niños. Y a pesar de los riesgos, a diario se suman más voces que reprueban el islamismo radical por las prácticas patriarcales en contra de las mujeres.
"Lo que nos hace distintos, me decía mi padre con orgullo cuando era pequeña, es que nosotros, los verdaderos musulmanes, controlamos a ‘las nuestras’ y no dejamos que hagan lo que les dé la gana. En resumidas cuentas: lo que fundamenta su supuesta hombría es tratarnos como eternas menores de edad, no reconocernos como seres humanos iguales”, dijo una escritora iraní.
La escritora de origen marroquí Najat El Hachmi publicaba el 23 de setiembre en El País su columna titulada “En Irán la moral sin razón mata” en la que demandaba a las sociedades musulmanas a hallar “otra forma de deshacerse de sus complejos frente a Occidente que no sea humillando y condenando al ostracismo a sus propias mujeres. Lo que nos hace distintos, me decía mi padre con orgullo cuando era pequeña, es que nosotros, los verdaderos musulmanes, controlamos a ‘las nuestras’ y no dejamos que hagan lo que les dé la gana. En resumidas cuentas: lo que fundamenta su supuesta hombría es tratarnos como eternas menores de edad, no reconocernos como seres humanos iguales”.
Otro caso de ejemplar valentía es el protagonizado por la deportista Elnaz Rekabi que estaba compitiendo en los juegos asiáticos de Seúl, sin usar el velo obligatorio, y que está desaparecida según reportes periodísticos.
El autoritarismo iraní está sustentado en el modelo que permite la coexistencia de entidades democráticas, elegidas por el pueblo, como el presidente de la República, el parlamento, y la asamblea de expertos, que congrega a 86 clérigos que eligen al líder supremo.
Estos organismos comparten el poder político con cuerpos no democráticos como el consejo de guardianes, con un enorme poder de veto, y el consejo de discernimiento. Junto a ellos hay otros entes que conforman el Estado oculto: los guardianes de la revolución, con una organización político militar, cuya misión es defender el Estado islámico, y tiene injerencia en la economía; el poder judicial, con capacidad represiva, y las organizaciones caritativas, que controlan un quinto de la economía del país.
Este modelo configura un Estado teocrático y un reparto del poder político complejo que preservan jurídicamente la opresión a las mujeres, especialmente. Y también la desfiguración de todo cariz democrático.
Un aspecto chocante de la teocracia iraní es la incoherencia entre sus prácticas de dominación en su territorio y sus llamados a favor del pueblo palestino, por ejemplo. ¿Por qué demandan libertad, justicia y dignidad para los palestinos y lo niegan a sus propias ciudadanas?
Otra faceta curiosa es lo que acontece en el entorno latinoamericano, en donde la fórmula autoritaria vigente en Irán, rayana con el totalitarismo, no está siendo repudiada por los ex gobernantes y simpatizantes de los socialismos del siglo XXI y de los supuestos progresismos, en aras de su presunto antimperialismo, que los hermana con Irán.
Estas cercanías de sociedades y gobiernos latinoamericanos con los prelados iraníes iniciaron en la década de 2000 cuando el presidente Mahmud Ahmadineyad visitó algunos países latinoamericanos aliados del chavismo bolivariano. Ahmadineyad estuvo en Venezuela, Brasil, Bolivia, Ecuador, Cuba y Nicaragua, y sus presidentes también visitaron Teherán.
Irán abrió embajadas en Bolivia, Colombia, Chile, Nicaragua (2007), San Vicente y Granadina (2008) y Ecuador (2009); Bolivia inauguró una legación en Teherán e Irán se integró a la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA) en 2007 .
Todas estas inconsistencias nos revelan la incongruencia de las arengas de los autoritarios de toda laya, con frecuencia visibilizadas por la prensa. Y la exigencia ética de respaldar a quienes tienen la valentía de denunciarlas. La arbitrariedad, discrecionalidad y oportunismo suelen estar en la base de las acciones de los déspotas. Son su marca de nacimiento. Esto las vuelve reconocibles en cualquier situación y latitud.
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