
Investigador del pensamiento y episteme indígenas. Fundador de la Multiversidad Yachay Wasi. Impulsor del "indianismo".
Las voces neoliberales de alerta sobre el déficit fiscal del Gobierno correista y de la necesidad de liquidez para su abultado presupuesto, verdad o no, han renacido cuestionando al excesivo gasto público y la inmensa burocracia.
Nosotros estamos de acuerdo con algunas de esas críticas, pero ello no implica regresar a un neoliberalismo moderado para dejar todo en manos de unas cuantas personas o familias, a quienes se les entrega la misión de organizar y de resolver toda la economía, tal como promueven los defensores de la privatización o los serviles “chicos” de los grupos económicos. Es decir, dejar todo en manos de un pequeño grupo de “genios” y en la que la inmensa mayoría de la población sea transformada en simples ejecutores y beneficiarios de lo que ellos determinan (piramidalismo).
Si bien, en este estatalismo[1] de Correa lo estructural no se ha modificado y él es la única cabeza en la continuación de este proceso de concentración y acumulación, ahora con el apoyo y sostén del Estado (izquierdismo monárquico); tampoco se trata de ampliar a unas cuantas personas más de fuera del Estado (derechismo democrático) y que siga el mismo sistema piramidal expoliador. Siendo este el asunto fundamental a reflexionar: un cambio sistémico o no, pues a la final, tanto derechas como izquierdas siguen en el mismo juego delimitado por el sistema patriarcal eurocéntrico, que en última instancia defienden tanto el estatismo como el privatismo, las dos caras de la misma moneda del establishment.
Necesitamos otro sistema, uno horizontal, integral, relacional, que ponga la acción político-social en toda la población. Una democracia directa y no representada en ciertos grupos de poder. Un modelo en que la colectividad organizada se empodera del Estado y de la estructura socio-económica para generar un sistema donde lo colectivo es prioritario a lo individual expresada como estatismo (izquierda) o privatismo (derecha). Este sistema es la comunarquía o comunitarismo o cualquier nombre que se le quiera dar, y que no tiene que ver con el comunismo o el marxismo, pues son dos modelos con raíces filosóficas ontológicas muy diferentes.
En este sentido, con la “restauración conservadora” nos quieren mantener en la bipolaridad izquierda-derecha, y a elegir entre estatismo y privatismo, o entre variaciones e hibridaciones de ambas, bajo la idea de que son los únicos modelos posibles. Desde el indianismo[2] o en las visiones de la alteridad existen otras formas de ejercicio social, y que no implica un totalitarismo como las experiencias del “socialismo real” en Europa, sino que respeta lo individual, es estatista y privado. Pero es obvio que el interés de la comunidad debe ser prioritario al interés privado de ciertas familias o del Gobierno de turno que actúa a su antojo, a nombre y representación del pueblo. Esto quiere decir, que es necesaria la participación y acción concreta y directa del pueblo en la toma de decisiones sin relegarlas a una asamblea o a un grupo de políticos que cree saber lo que es bueno para toda la población.
Por tanto, desde el indianismo estamos en desacuerdo con muchas de las políticas estatalistas del correismo y demás posiciones de izquierda e incluso de cierta derecha, que creen que el Estado debe hacerse cargo del manejo de ciertos elementos sociales, por ejemplo, educación y salud. Desde la comunarquía éstas deben estar en manos de la comunidad, no representados por ninguna instancia del Estado, llámese municipio o algún otro estamento, sino en manos del pueblo organizado en comunidades. Esto es, los barrios deben transformarse en comunidades, las cuales deben tener sus propios centros educativos y en los cuales toda la comunidad tome las decisiones sobre la marcha de los mismos. Además todos los miembros de la comunidad deben aportar económicamente para la subsistencia de los centros educativos, lo que quiere decir que no es el Estado el que sigue solventando y peor determinando cómo deben funcionar.
Esto implica acabar con el centralismo del Estado y con la educación domesticadora que siguen los mismos patrones de organización y de reproducción colonialista, por centros educativos que reformulen desde las pedagogías hasta los pensum de estudios una educación holística, vivencial, relacional y vital. El Estado -así sea de izquierda- ha seguido reproduciendo el mismo esquema domador y castrador de la educación repetitiva y memorística del patriarcalismo uniformista.
Por tanto, no se trata de construir bellos y modernos centros para la excelencia antropocentrista y consumista. Tanto es así, que ya han surgido en algunos barrios centros alternativos que aplican otros saberes y que responden a modelos provenientes de la alteridad al sistema oficial[3]. Siendo eso lo verdaderamente revolucionario y no los castillos en el aire del correismo que conducen al pleno amansamiento y disciplinamiento de la creatividad, la autodeterminación y la inteligencia. Tal como son las emblemáticas escuelas y comunidades del milenio, que en esencia siguen los mismos conceptos y parámetros de los centros educativos privados del capitalismo y del imperialismo con su educación borreguil.
Y así de igual manera la salud y otros servicios, solo dejando en manos del Estado grandes infraestructuras, como carreteras o centrales hidroeléctricas o el petróleo o grandes hospitales. Esto implica una visión de un Estado pequeño pero también de un privatismo limitado, por uno determinado en formas y estructuras comunitarias. Lo que conlleva a una reorganización total, saliendo del sistema piramidal con la división en los tres poderes, en municipios y prefecturas, en provincias y cantones, por un sistema horizontal y cíclico de comunidades y mancomunidades. Lo que quiere decir terminar con el sistema monárquico de derecha o izquierda, donde la potestad esta delegada y circunscrita a personas individuales, quienes asumen a nombre de todo el pueblo sus decisiones.
Esto nos lleva a colegir que el correismo se ha dedicado a restaurar y perfeccionar las instituciones creadas por el capitalismo y el colonialismo para que sean más eficientes y eficaces en disciplinar a todo el país dentro de los esquemas personales del caudillo en el poder. El mismo Correa lo ha dicho: “ahora gobierna el pueblo en el Ecuador”. Es decir, él es el pueblo, el que sabe lo que el país necesita. El que puede hacer lo que él quiera con la nación, al haberle dado el pueblo 100 asambleístas con los cuales puede hacer lo que quiera[4]. El pueblo y el Estado soy yo, y yo soy el pueblo y el Estado.
Por tanto, no es cuestión de reducir el debate a cuál debe ser el nivel de intervención del Estado: grande (izquierda), pequeño (derecha) o mediano (centro). Sino de transformarlo en uno nuevo, que responda a una democracia consensual participativa en cada una de las partes y formas de la acción social. Así terminar con el sistema que hegemoniza y centraliza todo en una sola persona, llámese rey, presidente, alcalde, juez, etc. La modernidad demanda cambios y los cambios no pueden ser para reajustar y reacomodar el mismo sistema piramidalista sino de un cambio total sistémico.
Bajo estos parámetros, cambia totalmente las visiones neoliberales o socialistas, que quieren seguir manteniendo el mismo sistema monárquico logocrático desarrollista, cuando la humanidad está demandando su plena participación y tomando a la colectividad como lo prioritario. Esto es, un sistema comunárquico donde haya la oportunidad de vivir la diferencia de acuerdo a la región geográfica, la situación cultural, el proceso histórico, etc. No como el correismo que quiere que todas las escuelas del milenio funcionen esquemáticamente y dentro de las mismas formas homogenizantes, que es el proyecto del primermundismo puesto como referente y parangón de repetición o de camino para todos los pueblos del mundo. Es decir, la globalización del pensamiento y de la forma de vida dentro de los moldes del occidocentrismo, cuando en el propio Occidente hay cuestionamientos al mismo y quieren salir de este monoculturalismo en que han sido formados y educados en los centros educativos para la robotización y la enajenación en la excelencia uniformadora.
Estamos de acuerdo en disminuir la burocracia pero no para que vayan a servir a las empresas privadas sino para que se agrupen y conformen sus propias empresas, en las que sean sus trabajadores y directivos al mismo tiempo. Un sistema donde trabajen para sí mismos y no pasen a ser peones o servidores de los dueños de ciertas familias poderosas. Pasar de servir al Estado para servir a ciertos grupos no es ningún cambio, el cambio profundo es que dejen de trabajar para alguien y trabajen para su propio bolsillo. Obviamente que habrá quienes sirvan para el Estado o para ciertas empresas privadas, pero la mayoría de la población se servirá a sí misma.
En la teoría comunista se hablaba de alguna manera de ello, pero su visión centralizadora en el Estado y el partido único proveniente del leninismo, condujo al fracaso total y a la posibilidad de que posteriormente el capitalismo lo recrimine y rechace a ese comunismo. Al cual el indianismo también lo resiste ampliamente porque cree en la propiedad comunitaria y no la estatista, claro en el sentido de guardianes y no de depredadores de la vida como en la propiedad privada y la estatista.
La comunarquía es el sistema donde el gobierno es de todos, donde la economía se principaliza en lo comunitario-cooperativo-asociativo, y en segunda instancia o en menor acción lo privado y lo estatal. Eso no entiende la mentalidad colonial, de derecha e izquierda, que quiere seguir en el vaivén establecido, como hemos vivido en estos 500 años de colonialismo sin que haya habido un verdadero cambio. Lo que hemos vivido son solo cambios para perfeccionar el establishment, siendo el correismo uno de los mejores gobiernos en la restauración de un capitalismo de eficiencia y calidez.
Es hora de dar paso a otras formas, más allá del maniqueísmo privatismo-estatismo si queremos ser revolucionarios de verdad. Es tiempo de una revolución comunitaria.
[1] Excesiva intervención del Estado
[2] Propuestas alter-nativas provenientes de los pueblos no-occidentales.
[3] Montessori, Steiner, Pestalozzi…
[4] "En todo caso estamos haciendo una revisión exhaustiva -con la legitimidad democrática, con el apoyo abrumador que nos dio el pueblo ecuatoriano y esos 100 asambleístas que van a cumplir su deber histórico en la Asamblea Nacional, sin temor al qué dirán- para hacer algunas enmiendas más a la Constitución", sostuvo. EL TELEGRAFO, 30 -08- 14
[PANAL DE IDEAS]
[RELA CIONA DAS]


NUBE DE ETIQUETAS
[CO MEN TA RIOS]
[LEA TAM BIÉN]



[MÁS LEÍ DAS]


