Periodista de Investigación, escritora de poesía y narrativa corta, especialista en perfilación criminal.
El expresidente Lenin Moreno no hizo bien su trabajo en varias áreas, una de ellas, salud. No tuvo un plan adecuado de vacunación y por supuesto no consiguió las vacunas y hubo listas de privilegiados, tan mal hizo las cosas que incluso su examigo, Rafael Correa, quien lo llevó al poder, lo tachó como “el peor gobierno de la historia” y los hechos lo confirmaron. Ahora la situación es distinta, hay vacunas. Es cierto que es obligación de los gobiernos darnos acceso a ellas, pero ante un Ecuador que mantiene sus errores en alto, el que tengamos suficientes vacunas y haya vacunaciones diarias e insistentes, es algo de admirar.
Sin embargo, cuando todo parece ir bien y creemos que estamos hablando el mismo idioma, hay quien se opone a vacunarse. Lo que nos parece a unos racional, otros no lo ven así. Y hasta citan la Constitución del Ecuador, su artículo 66, numeral 5, que menciona que se garantiza “el derecho al libre desarrollo de la personalidad, sin más limitaciones que los derechos de los demás”, a lo que el Ministerio de Salud Pública, MSP, responde con el artículo 83, que impone como deber de “las y los ecuatorianos promover el bien común y anteponer el interés general al interés particular, conforme al buen vivir”. Y se entiende que en tema de vacunación ante una pandemia el bien general está por encima del particular, pero, no hay argumento ni hecho que convenza a los que no quieren vacunarse.
Dentro de sus libertades, está bien, no se vacunen, pero no pongan en riesgo la vida de los demás, al no utilizar mascarilla e ir por la vida como si nada pasara alrededor. Afortunadamente, según estudios realizados por empresas de marketing digital, en el Ecuador, los antivacunas llegarían a un 4%. Y según cifras del MSP, aún falta por vacunar a nivel nacional un 20%, con primera y segunda dosis, se desconoce de esta población qué porcentaje son antivacunas.
También existe el esfuerzo y los recursos de organizaciones internacionales para llegar a zonas de difícil acceso para que las personas puedan vacunarse y así bajar la mortalidad y morbilidad producto del covid y sus variantes. Y es aquí donde existe el quiebre de una sociedad irresponsable ante quienes hacen esfuerzos e incluso entregan su vida atendiendo a pacientes infectados. La vacuna no previene el contagio ni mucho menos nos hace inmortales, por lo que las medidas de bioseguridad deben continuar.
Como lo había mencionado, los antivacunas son minoría y tienen su libertad para hacer manifestaciones, pero hay aquellas personas indisciplinadas que creen que por estar vacunadas con las dos dosis, ya tienen total inmunidad y es eterna. Van por la vida sin mascarilla, tosiendo fuera de la mascarilla, no utilizan alcohol para las manos, utilizan otro tipo de alcohol para emborracharse y pasar el vaso del licor de boca en boca entre todos los convocados a la fiesta. Viajan de un lado a otro como si ya no existiera pandemia. La población se relajó y ahora, otra vez, todo colapsa. Y estas personas caen enfermas y paralizan a todo un sistema.
Ahora, enfermos con pánico, se arrepienten de todo lo farreado en navidad y fin de año. Si bien el virus no los llevará a la tumba a muchos, pero puede ser que queden estragos y tiemblan de miedo por las consecuencias. El ser humano siempre tiembla después de hacerse daño.
Van por la vida sin mascarilla, tosiendo fuera de la mascarilla, no utilizan alcohol para las manos, utilizan otro tipo de alcohol para emborracharse y pasar el vaso del licor de boca en boca entre todos los convocados a la fiesta. Viajan de un lado a otro como si ya no existiera pandemia.
Existen los que deben y tienen que trabajar y que lamentablemente se contagiaron en las calles, en su labor. El día en que no se levantan, ese día no hay comida en su casa. Se entiende a estas personas y que ojalá se repongan pronto de la enfermedad. Ecuador es un país que no se puede dar el lujo de ir a cuarentenas, no tiene los recursos para sobrevivir, por lo que si hay gente que por su irresponsabilidad colapsa el sistema, son dignos de sanción.
Además, el sistema que tenemos no es flexible. Explico. Si enferman varias personas de una empresa pública, no hay como sustituirlos inmediatamente porque se tendría que buscar partidas para asignar recursos y con los lentos trámites, es más fácil que el enfermo supere el covid a que alguien lo pueda reemplazar. Hasta eso, los procesos siguen esperando, se retrasa todo, los que teletrabajan tienen que hacer el doble, en unos casos, en otros, ya ni trabajan, como nadie los vigila…
El Ecuador, específicamente la capital, camina lento y es una cotidianidad absurda. Ya que en el horario de trabajo encontramos instituciones públicas y privadas laborando con lentitud, con poco personal, pero a partir de las 18:00 todos acuden a bares, parques, discotecas; a seguir contagiándose. Se han tomado medidas, pero aún el Municipio tiene sus falencias, una gravísima ya ocurrió en fiestas de Quito, donde se tomaron la avenida Shyris para hacer las farras y no hubo control. Ahora el control es débil. Todos se relajaron, autoridades y ciudadanía en general.
En un laboratorio de Quito, encontré a dos jóvenes que - según comentaron- tenían suficientes recursos económicos para hacerse las pruebas que fueran necesarias para saber si tienen o no covid. (Pruebas que deberían bajar de precio dada la coyuntura)
Estos jóvenes, incluso, llegaron a decir que les parecía “bacán” estar infectados nuevamente y que no les pasa nada. Esta clase de inconscientes habita nuestro planeta, si entendiéramos nuestra mortalidad, hasta buenos humanos seríamos.
Es cierto, que el peligro de muerte se redujo con las vacunas, sin embargo, hay un peligro mayor y de muerte lenta: la paralización económica. Si continúan contagiándose porque es “bacán” detienen al sistema que todos mantenemos con nuestros impuestos y lo sustentamos para que funcione con eficiencia. Estos contagios son por fiestas de fin de año, ya viene carnaval, ¿otra vez será la misma historia? Necios y arrogantes son algunos ecuatorianos ante la pandemia.
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