
Razones jurídicas para la no reelección indefinida existen varias, sobre todo desde la perspectiva del Estado. Si hay algo que afecta a la democracia es la no alternabilidad. Este es un concepto consustancial a la democracia. De hecho es lo que diferencia una monarquía de una democracia. Y esté quien esté, creo que es saludable la no reelección, a efecto de que se puedan plantear alternativas. Con una adicional, si hay algo de lo que ha adolecido el Ecuador y América Latina es el caudillismo. Nos hemos acostumbrado a seguir a un caudillo y eso nos ha impedido estructurar proyectos políticos serios, estables y duraderos. Porque el proyecto político va hasta donde llega la vida física y política del caudillo. Cuando este cae, se desmorona la estructura. O peor, se mantiene la estructura aún con la desaparición del caudillo, como es el caso del peronismo, pero sin una propuesta política, porque el peronismo puede ser cualquier cosa.
Ya es necesario, como sociedad, hacer nuevas exigencias a nuestra clase política. Exigencias que ya no pasen por figuras sino por ideas, sino por proyectos. Las estructuras que de alguna forma han logrado sobrevivir, las que bien o mal, acertada o equivocadamente, tienen alguna base ideológica y política. Entonces creo que ya es hora que como sociedad demos un paso a lo institucional y a lo constitucional. Ya es hora de que pidamos movimientos y partidos políticos serios. Alianza País va desde los pies a la cabeza de Rafael Correa. No se avizora una figura que pueda tomar la posta. Y esto se produce en mucho por lo diverso que es ese movimiento, que termina siendo una especie de fanesca.
No se puede soslayar los pasos que se han dado en algunos ámbitos. Me parecería impensable que, por ejemplo, volvamos a abrir las universidades académicamente insolventes. Esa regresión a la que aparentemente teme Correa creo que es una regresión imposible. Con él o sin él. Creo que la vieja clase política, de la cual Correa es producto, ha hecho cosas a tal punto abusivas que hoy por hoy se mira para atrás y nos preguntamos cómo pasó esto. Ahora, por ejemplo, ves como una cosa de locos el feriado bancario. No se imagina una ahora a un candidato presidencial que llegue con una propuesta ligth y tradicional para la sociedad. Pero es imposibilidad de regresión social, con Correa o sin Correa, justifica una perennización personal en el poder.
Primero porque en verdad el proyecto ahora es solo Correa. Nueve de cada diez del correismo o funcionarios no saben definir qué mismo es “el proyecto”. ¿A qué llaman el proyecto? ¿Qué es eso? Cada uno lo define de acuerdo a su visión, a su óptica, a sus intereses. Y entonces vemos que, una vez más, como sociedad político, no hemos podido estructurar un proyecto que nos diga, por ejemplo, dónde nos vemos en los próximos cinco años. Y luego, si eso nos gusta o no nos gusta. Un proyecto político no son solamente carreteras, así como tampoco la reforma a la Justicia es dotarla de mejores edificios. Porque entonces, como está pasando en este caso, tienes unas decisiones judiciales que son peores que nunca.
Esta estructura que nos ha planteado Correa creo que se ha agotado. Y ese agotamiento lo podemos ver claramente en dos hechos. Uno, el evidente retroceso de Alianza País en las elecciones de los gobiernos locales del 23 de febrero último. Correa perdió en 9 de las 10 ciudades más pobladas del país. Y segundo, el evidente temor que se ha generado en la estructura de gobierno de medirse electoralmente. La legitimidad política y democrática es dada por lo formal y material. Lo material está dado por los derechos, y creo que el Gobierno reprueba el año en un montón de derechos humanos se encuentre a la otra orilla del gobierno, cuando fueron auspiciantes del proyecto político de Correa en el 2007. Pero por el otro lado también hubo un abuso de la legitimidad democrática. Es decir, el gobierno buscó legitimar sus decisiones, cada vez y cuando, en ejercicios de democracia directa. Y es por esto que el Presidente amenazaba por lo menos dos veces por semana con convocar a elecciones y consultas. Y cada elección convocada era vista por la oposición con mucho temor, porque era encarar una vez más una derrota. Esta vez, el 23 de febrero, con una oposición timorata, que no apostaba ni así misma (eso hay que tener en cuenta: la oposición no ganó. Perdió Correa, que es otra cosa. Porque si hay algo que vendieron al país, cantón por cantón, es al candidato Rafael Correa. La consigna fue: Votar por X, Y o Z es votar por Rafael), el pueblo ecuatoriano votó en contra de Correa. La gente no votó por Rafael. Gente además de provincias que han sido privilegiadas especialmente por este gobierno.
Uno de los temas que no se puede perder de vista es cómo ha avanzado la sociedad en cuanto a conciencia político. Y por eso digo que algunos cambios que se han generado no tienen regreso, y el gran fracaso de la oposición es no entender esto. Un buen sector de la oposición nos está ofreciendo volver al pasado. Verá que antes estábamos mejor, y la gente dice, no moleste, eso no es verdad. El escenario que esa oposición propone ya no interesa.
¿Cuál fue la magia de Correa en las elecciones anteriores? Vender su propuesta como nueva y eso lo pudo hacer hasta el 2013. Pero, claro, si yo enfrento a Lasso, a Noboa o a Lucio Gutiérrez resulta muy fácil para el gobierno vender su propuesta como nueva. Y ahora eso está agotado. A Correa se le acabó el invicto en la legitimidad formal, que es el voto. Esos ejercicios de democracia directa, con los cuales él se legitimaba cada seis meses a lo largo de siete años, ya no se pueden dar. El primer que decidió que ya no ir más a las urnas es Correa. El gobierno es el primer interesado en no someter a votación nada (Yasuní, reelección…) es el gobierno.
El gobierno sabe perfectamente que un tema como el Yasuní, lo último que se va a votar es a favor o en contra del Yasuní, este iba a ser un voto plebiscitario a favor o en contra del gobierno. Todo lo vergonzoso que se hizo contra los Yasunidos tiene un solo motivo: el temor de ir a las urnas de nuevo y evitar sufrir otra derrota electoral y esto lo vemos también en el tema de la reelección. Uribe, Chávez y Evo Morales pusieron el tema de la reelección a consideración del electorado, y en Colombia el Tribunal Supremo no lo permitió. La reelección reconfigura el perfil del Estado. Por eso decía que la alternabilidad es consustancial a la democracia, y eso está consagrado en el artículo 1 de la Constitución. Cuando dice que el Ecuador es un Estado Democrático, bueno, la estructura democrática va a ser modificada por una decisión como esta. En Colombia se actuó así porque la Corte consideró que aún una decisión democrática favorable del pueblo a la reelección podría desbaratar el estado democrático colombiano. Acá lo vamos a hacer a las patadas. Acá lo que se está proponiendo es no ir a las urnas, aunque ir ya tiene sus cuestionamientos, para enmendar un tema tan estructural del Estado ecuatoriano, que ya fue aprobado en las urnas por el pueblo ecuatoriano cuando ratificó con un 80% de la votación la Constitución de Montecristi y ahí dijo no a la reelección indefinida.
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