
La emergencia por el coronavirus ha puesto en evidencia una de nuestras marcas de origen más negativas: la irresponsabilidad. Actuamos irresponsablemente por miedo, por codicia; por indiferencia y oportunismo; por estupidez.
Qué, sino el miedo, pudo llevar a la gente a vaciar los supermercados; exponiéndose, al hacerlo, a que sus miedos se realizaran. Y qué, sino la codicia, impulsó a hordas de ecuatorianos a cruzar la frontera con Colombia para aprovecharse de la devaluación monetaria en ese país. Hace algunos años hicieron lo mismo con la Argentina en crisis.
La decisión de la cadena de supermercados de la Corporación La Favorita de ampliar los horarios de atención al público no contribuyó a poner un pare a los compulsivos, sino a avalar y alentar su irresponsable afán de comprar. La demanda excesiva provoca escasez y aumento de precios. ¿No es codicia el alentarla?
La estupidez y la falta de conciencia del peligro propio y ajeno, en cambio, convirtieron la emergencia en ocasión para el turismo. De la provincia de Los Ríos, según información oficial, salieron a la playa ciento cuatro buses con cuatro mil pasajeros.
La indiferencia hizo que algunos, como si nada estuviera pasando, salieran de fiesta y recorrieran el centro de Quito, cantando y bailando, en una “chiva”.
Y estupidez y oportunismo político, en quienes comparten los infaltables análisis de “expertos” e “intelectuales” que afirman que el coronavirus es un producto del capitalismo. Y que el discurso preventivo (del pánico le llaman) es, nada más, que un pretexto para adoptar medidas políticas y económicas destinadas a explotar aún más a los pobres
Y Cristina Vance, la exministra de salud de Correa, hizo gala del peor de los oportunismos al presentar la campaña “Quédate en tu casa” como un preámbulo al retorno del delincuente que nos gobernó por diez años y de los revolucionarios que saquearon el país: “Por ahora #QuedateEnTuCasa. Pero después de esto a #RecuperarLaPatria !!”.
Oportunismo e ignorancia se esconden detrás de las declaraciones del dirigente indígena, Marlon Santi, de que se encuentra gestionando con el gobierno cubano la entrega, a Ecuador, de una inexistente vacuna contra el coronavirus descubierta en la isla.
Estupidez se advierte también en los “conspiracionistas” que, en redes sociales, aseguran que el Gobierno miente y que los infectados por el coronavirus en Ecuador se cuentan por cientos o por miles. Y estupidez y oportunismo político, en quienes comparten los infaltables análisis de “expertos” e “intelectuales” que afirman que el coronavirus es un producto del capitalismo. Y que el discurso preventivo (del pánico le llaman) es, nada más, que un pretexto para adoptar medidas políticas y económicas destinadas a explotar aún más a los pobres.
Los vicios de conducta y pensamiento que la presencia del coronavirus en el país ha destapado no están presentes solo en el ámbito de la salud pública. Han estado, sin solución de continuidad, presentes en otros órdenes de la vida nacional, como la política.
Se vienen nuevas elecciones. Miedo, codicia, indiferencia, estupidez y oportunismo nos amenazan. ¿Será que la oportunidad de reflexión que este duro momento nos brinda nos ayudará a conjurarlos y a decidir de manera responsable nuestro futuro político?
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