
Economista y Magister en Estudios Latinoamericanos.
@giovannicarrion
Una de las frases más usadas -y a la vez desgastadas- dentro del estado de propaganda que estuvo controlado por el correísmo durante el periodo 2007 – 2017, fue el llamado cambio de la matriz productiva, idea con la que –al menos en el discurso- se pretendió reducir la enorme dependencia que tiene el Ecuador con respecto a productos con valor agregado. En definitiva, de lo que se trata es superar ese modelo primario exportador que no le permite a nuestra economía dar ese paso decisivo hacia la industrialización.
De ahí que el deterioro en los términos de intercambio que se advierte en el comercio exterior se mantiene y perjudica a las economías en vías de desarrollo frente a los países del ‘primer mundo’. Tanto es que la aguda mente de Eduardo Galeano lo advirtió en su momento al identificar, precisamente, a la división internacional del trabajo como esa herramienta que condiciona ‘que unos países se especializan en ganar y otros en perder’.
No obstante, ya en los resultados concretos, el Ecuador, luego de una década de la ‘revolución ciudadana’ y ahora que se tiene a un gobierno de corte neoliberal, se sigue apostando a la explotación de materias primas (incluida la riqueza minera que suman USD.2.310,5 millones durante diez meses del 2022), evidenciándose –en general- insuficientes logros en la transformación productiva.
Por ejemplo, si bien el reporte sobre la balanza comercial total que entrega el Banco Central, de enero a octubre 2022, determina un superávit de USD 2.258 millones, es decir, que las exportaciones fueron superiores a las importaciones; no obstante, es menor en un 19,4% del saldo comercial reportado en igual periodo del año 2021, es decir, una reducción de USD. 541,8 millones.
Una responsabilidad fundamental del Estado y de la propia empresa privada, es trabajar coordinadamente para crear condiciones favorables, en la captación de inversiones productivas, el desarrollo tecnológico y de investigación.
Y algo esencial de anotar. Si hacemos una distinción entre la balanza comercial petrolera y no petrolera, los números reflejan nuestra condición de país dependiente del ‘oro negro’ y, por lo mismo, los ingresos del fisco están sujetos a los vaivenes de la demanda mundial y de los precios internacionales, lo cual no controlamos, generando gran incertidumbre. Entonces, lo que se advierte en este análisis segmentado es que si bien hay un superávit en la balanza petrolera de USD. 3.537,3 millones, la balanza comercial no petrolera muestra un déficit de USD. 1.279,3 millones, lo cual representa un deterioro del 19,5% comparado con el periodo enero – octubre 2021, esto es, -209 millones de dólares.
Valga recordar que, dentro de los bienes no petroleros tradicionales, destaca el extraordinario desempeño que ha tenido la exportación de camarón al reportar en los 10 meses del 2022, USD. 6.273,8 millones, lo que representa una variación positiva del 50,3% de lo alcanzado en los primeros 10 meses del 2021. Le siguen, en su orden, banano y plátano; cacao y elaborados; atún y pescado, etc.
En cuanto a los no tradicionales, resaltan: productos mineros, enlatados de pescado, flores naturales, entre otros.
De ahí que una responsabilidad fundamental del Estado y de la propia empresa privada, es trabajar coordinadamente para crear condiciones favorables, en la captación de inversiones productivas, el desarrollo tecnológico y de investigación, que coloquen al país, en el mediano y largo plazo, en mejores condiciones de potenciar al sector industrial como puntal de la economía nacional.
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