Periodista de Investigación, escritora de poesía y narrativa corta, especialista en perfilación criminal.
“Perdido, tiro mi rostro al polvo/ y a la mañana,/ lo arrojo a la locura./ Mis ojos son de yerba y son de incendio./ Mis ojos son banderas y emigrantes./ Perdido, tiro mi rostro al polvo y a la mañana./ Nazco al fin del camino. Grito./ Y que griten conmigo el camino y el polvo…”, este es un fragmento del poema El extravío, del poeta sirio Adonis. Sus versos son hermosamente crueles por la historia de su tierra que vive en constante conflicto, donde el hecho de nacer parece un crimen. Desde el Ecuador esas masacres se veían lejanas, hasta que el horror tocó nuestros ojos el viernes 12 de noviembre. Un horror que bien puede cambiarse por la palabra error. Sí, error de autoridades estatales y horror/error de toda una sociedad, pues los que son llamados monstruos son el reflejo de una sociedad, de algún lado deben salir ¿o no?
Y la masacre carcelaria del 12 de noviembre no es la única ni la primera. En este tiempo, alrededor de 300 víctimas dejan los enfrentamientos entre bandas dentro de las cárceles del Ecuador. Si bien el narcotráfico se ha tomado la institucionalidad carcelaria, también el quemeimportismo de gobiernos como el de Lenín Moreno, son causantes de escenarios sangrientos que ahora son transmitidos en vivo para todo el mundo.
Estas transmisiones no fueron parte del morbo, fueron personas privadas de libertad (PPL) quienes pidieron en videos en vivo ayuda a la policía, a las autoridades estatales, a periodistas y a ciudadanos en general. “Señores quieren tumbar la pared, han tenido más de cuatro horas para tumbarnos la pared y la policía no entra, por favor ayúdennos”. Son las palabras de un PPL que miró de frente a la muerte, el vértigo que esta causa, pero nadie entró a salvarlos. Y “¿por qué salvarlos, si son delincuentes, allá que se maten”, se leía en vivo en las redes sociales, mientras algunos periodistas contactaban a las autoridades para que hagan algo. Viernes y sábado fuimos espectadores, algunos impotentes y frustrados con lágrimas en los ojos, otros, satisfechos por el “entretenimiento”.
El sábado 13 cuando la lista de los muertos se conocía, más de una persona tragó saliva, ya que no todos eran peligrosos delincuentes como sin temor y pedantería los señalaron. El pabellón al que aniquilaron fue el número 2, donde se encontraban personas que no tenían sentencia en firme o ya estaban por salir. Allí, estaban los errores de la justicia ecuatoriana. Una persona que jamás debió estar en el infierno es Don Víctor Guaillas, defensor de los derechos de la naturaleza de Molleturo.
Él, no tenía sentencia en firme, fue enviado a prisión el 7 de octubre de 2019, acusado de participar en las protestas de octubre de ese año, en contra del gobierno de Moreno. Lo acusaron de sabotaje y el 4 de enero de 2022 estaba convocada la audiencia de apelación. Las últimas fotografías muestran un hombre que no entiende porqué debe vivir ese horror y su hija Leticia cuenta que desde el primer día en que él estuvo en la cárcel lo torturaron, le pedían dinero para mantenerlo con vida y darle comida.
En el pabellón 4 de la cárcel del Litoral, - liderado por los Latin King, según reportajes de la prensa -, tiraban de su lengua, lo golpeaban, aplastaban su cara contra el suelo para obligarlo a pagar por su sobrevivencia. “La última vez nos obligaron a pagar 300 dólares, teníamos que pagar sino lo seguían golpeando, por eso pedimos que lo cambiaran al pabellón 2. No teníamos más dinero e ingenuamente pensamos que las cárceles son del Estado, pero no, hay que pagar por estar allí”, narra Leticia, quien en el teléfono se escucha asustada e indignada porque han pasado 17 días y aún no le entregan el cuerpo de su padre y son maltratados cada vez que van a preguntar por sus restos.
Todos miramos a “Fito” (quien ya tiene junto a su colega Junior un mini documental en Youtube) como se autodenomina un hombre de bien y en uno de los reportajes hechos por la prensa muestra con orgullo cómo sus compañeros se dividieron los pabellones de la cárcel del Litoral. ¿Un hombre de bien permite masacres?
“A él le culparon de haber quemado unas motos de unos agentes de tránsito del Guayas, quienes las quemaron no se dejaron coger, a él lo llevaron, tenía discapacidad auditiva, nunca entendió bien de qué lo acusaban. A nosotros nos pidieron 10.000 dólares para dejarlo en libertad, pero como no teníamos lo arrestaron”, relata Leticia.
Y no solo que se lo llevaron preso, sino que lo acusaron de terrorismo. Don Víctor, ¿alguna vez pensó en ser tan peligroso para una nación? ¿Cómo luchar contra todo el poder estatal, siendo un campesino? El poder injusto, Don Víctor, aplasta y mata. Ahora usted es otro muerto, un muerto más dicen las listas. La gente ahora está preocupada por las fiestas de navidad y de fin de año. ¿Valía la pena luchar por el derecho al agua para todos? Don Víctor, el mundo no paga con la misma bondad con la que se cultivan los campos.
Y claro, eso sí, quien tiene dinero puede salir en video dando un mensaje a todos los ecuatorianos, como líder de Los Choneros. Todos miramos a “Fito” (quien ya tiene junto a su colega Junior un mini documental en Youtube) como se autodenomina un hombre de bien y en uno de los reportajes hechos por la prensa muestra con orgullo cómo sus compañeros se dividieron los pabellones de la cárcel del Litoral. ¿Un hombre de bien permite masacres?
Algunos líderes de Los Choneros ya salieron de prisión con la complicidad de jueces. La mayoría voltea la página pero su arresto y muerte, Don Víctor, nos deja a algunos perplejos y tristes, con varias preguntas en el aire, una de ellas: ¿cómo alguien que fue Presidente del Ecuador, que también padece una discapacidad, permitió que un semejante sufriera para solo dejar en evidencia que él era quien mandaba? Algunos se preguntan si es posible que la gente que hace tanto daño pueda dormir tranquila. Creo que la respuesta es afirmativa. Duermen bien sin temer al mañana, su inconsciencia se los permite…
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