
Los números acompañan al vicepresidente Sonnenholzner. Es calificado por algunos como un funcionario eficiente durante la pandemia y como un buen candidato. La crisis sanitaria le permitió desempeñarse en aquello que el titular de la presidencia está limitado y conseguir un espacio en la opinión pública. Además algunos fanáticos del correismo no paran de mencionarlo y hasta le tienen un apodo. Así lo están convirtiendo en el adversario por antonomasia para enfrentar al candidato que escoja el expresidente Rafael Correa. La imagen de Sonnenholzner es todavía novedosa y la de un joven enérgico en la escena electoral, pero ¿cuáles son sus posibilidades en este momento?
Otto Sonnenholzner se ha equivocado poco. Con tantas decisiones por adoptar, escándalos de corrupción alrededor de la política y con casi toda la producción de contenidos de comunicación del Ejecutivo sobre sus espaldas, el vicemandatario ha levantado la imagen pública de un potencial candidato presidencial. Pero esto no es todo. Para hacer una buena campaña deberá enfrentar al gobierno del que forma parte, denunciar sus actos de corrupción, trabajar para cohabitar el espacio del populismo autoritario abandonado por Rafael Correa e intentar disputar el sitio del centro político según la coalición electoral que consiga. Eso no es nada fácil.
Al menos habrá entre 8 y 10 candidatos a la presidencia. Las organizaciones políticas que se espera que presenten un candidato podrían ser: Fuerza Compromiso Social que ocupará a sus anchas el espacio de la izquierda antidemocrática; Pachakutik/ Unidad Popular y Democracia Sí ocuparían el lugar de la izquierda pluralista; en el terreno de la democracia liberal y la democracia cristiana compartirían ese lugar el movimiento CREO con la coalición Alianza País/ Ruptura, tal y como sucede en la actual coyuntura de gobierno; la derecha conservadora la habitarían el Partido Social Cristiano y el partido SUMA de idénticos orígenes ideológicos. Habría que prestar atención a un quinto espacio, el de un populismo blando, crítico al de Rafael Correa, desideologizado y demagógico, habitado con poca capacidad de crecimiento por el Partido Sociedad Patriótica y el partido Adelante Ecuatoriano Adelante.
En esta distribución, el vicepresidente Sonnenholzner intentaría ocupar un lugar de disputa en entre el populismo blando, la democracia cristiana y el conservadurismo. Si resulta así, tendría que enfrentarse a tres constantes aspirantes a la presidencia, Álvaro Noboa, Guillermo Lasso y Lucio Gutiérrez, así como al heredero de Jaime Nebot. Los cuatro postulantes se acercarían con más suerte al voto económico que demanda empleo y seguridad, así como atacarían las mismas debilidades del gobierno que a Sonnenholzner le costaría agredir.
Las elecciones en Ecuador se ganan durante la campaña y a dos semanas de las elecciones. El voto del ecuatoriano es volátil, indeciso e impreciso. Ninguna encuestadora puede asegurar ninguna tendencia en este momento. Por eso Otto Sonnenholzner no tiene nada conseguido.
Desde las violentas protestas de octubre de 2019, Pachakutik lució junto al correismo. Sin embargo, voceros pluralistas del movimiento han rechazado cualquier fórmula de acercamiento. Fuerza Compromiso Social se quedaría sola en el extremo de la izquierda política, aglutinando el voto antidemocrático que no es bajo en este momento. Mejor suerte tendrían los sectores progresistas si coaligan a la Democracia Sí, Pachakutik, Unidad Popular, Izquierda Democrática, Partido Socialista y otros partidos de la tendencia en una plataforma a la que pueda acercarse alguien como Sonnenholzner, con la intención de alejarse del voto conservador y democristiano, disputar el espacio del populismo blando y aproximarse a la misma izquierda progresista a la que le costaría aceptar su llegada.
Para cualquier aspirante no es suficiente con tener buenas encuestas. En las presidenciales de 2006, CEDATOS atribuyó a León Roldós el 26% de la intención del voto un semestre antes de las elecciones. Roldós quedó cuarto con el 15% de los votos, a 8 puntos del primer finalista, a 3 del inmediato superior y a 11 puntos de su arranque como candidato. Algo similar pasó con Paco Moncayo en las elecciones municipales de 2019 en Quito. Según Click Report, Moncayo gozaba de un 36% de la intención del voto a diez meses de las elecciones y de un 35% a cinco meses antes de las elecciones, cifra que se estabilizó en, más o menos, el 30% en las semanas previas a las elecciones de marzo de 2019, según la misma, Market y Eureknow. En los resultados finales, Moncayo quedó en tercer lugar con el 18% de los votos a menos de un punto de la segunda candidatura y a 4 puntos de la candidatura ganadora. ¿Por qué en ambos ejemplos los candidatos cayeron más de 10 puntos en sus posibilidades electorales?
Las elecciones en Ecuador se ganan durante la campaña y a dos semanas de las elecciones. Antes se cumple con un trabajo intenso de posicionamiento, presencia pública y movilización. El voto del ecuatoriano es volátil, indeciso e impreciso durante los meses previos. Ninguna encuestadora puede asegurar ninguna tendencia en este momento. Por eso Otto Sonnenholzner no tiene nada conseguido.
Ni siquiera los números que tal vez le animaron a renunciar.
@ghidalgoandrade
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