
Pachakutik vuelve a sufrir la paradoja del éxito electoral. Desde 1996, cada vez que al movimiento le ha ido bien en las urnas no ha logrado traducir esas altas expectativas de la ciudadanía en políticas públicas de largo plazo, ni ha podido construir una opción democrática de izquierda contemporánea.
Por el contrario, varias de las actuaciones de algunos de sus actuales legisladores dinamitan los principios filosóficos sobre los cuales nació la lista del arcoíris y el nuevo tiempo en la política.
Pareciera que en Pachakutik no asumen, en rigor, la inmensa responsabilidad nacional de ser uno de los bloques parlamentarios más nutridos. Si bien esa alta votación se debe en buena medida a la locomotora electoral que encarnó Yaku Pérez Guartambel, como candidato presidencial, no cabe desconocer el peso de las bases de los movimientos indígenas, campesinos y de comerciantes de sectores urbano-marginales, grupos sociales que, en suma, construyeron en la efervescencia de la campaña 2021, la posibilidad de una tercera vía entre el populismo correísta y la centroderecha del movimiento CREO. Es más, si Pachakutik hubiese puesto una clara distancia ante la dirigencia más tóxica que la Conaie ha tenido en su historia —la de Jaime Vargas—, probablemente hubiese tenido incluso una mayor votación.
El movimiento del arcoíris padece un nuevo extravío. ¿Pachakutik sigue siendo un movimiento ambientalista? Querer mantener subsidios a combustibles fósiles o negarse a prohibir la venta de la mal llamada pesca incidental de especies en peligro de extinción dicen lo contrario. ¿Pachakutik aún cree férreamente en el Ama shua? Las declaraciones de la asambleísta Rosa Cerda dicen lo contrario.
¿Pachakutik promueve la transparencia? La poca diligencia con que se han tramitado ciertas denuncias, especialmente en Manabí, Guayas y El Oro, dice lo contrario. ¿Pachakutik promueve los relevos necesarios dentro de su propia militancia? El aterrizaje de Ricardo Vanegas en la lista 18 dice lo contrario. ¿Pachakutik reconoce cuáles son los grandes temas de debate nacional y los procesa con responsabilidad legislativa, jurídica y fiscal? La actuación de Guadalupe Llori, presidenta del Parlamento, dice lo contrario.
¿Pachakutik promueve la transparencia? La poca diligencia con que se han tramitado ciertas denuncias, especialmente en Manabí, Guayas y El Oro, dice lo contrario. ¿Pachakutik promueve los relevos necesarios dentro de su propia militancia? El aterrizaje de Ricardo Vanegas en la lista 18 dice lo contrario.
En Pachakutik no se oyen muchas voces que hablen sobre la lucha a raya contra la desnutrición infantil, no al menos con la vehemencia con que se trata de flexibilizar las leyes de tránsito en favor, no de la seguridad vial, sino de los sindicatos del sector. Ya no hay muchas voces que hablen de procesos de economías comunitarias y encadenamientos productivos sociales. Incluso, cosa rara, son cada vez más escazas las intervenciones que pongan al día los procesos de educación y salud intercultural. De hecho, a varias figuras de la lista 18 se les escucha más en sus quejas contra el legislador Fernando Villavicencio, que articulando un nuevo debate sobre pluriculturalidad en un país diverso, no solo por sus pueblos y nacionalidades, sino también por las poblaciones migrantes.
Por el contrario, si Pachakutik en efecto está tratando, con igual prelación, los temas clave para el país en su conjunto, quizá el déficit esté en una débil comunicación política de sus conceptos, prácticas y propuestas normativas, porque el bloque es uno de los que más proyectos ha presentado en la actual Legislatura, falta desmenuzar, en amplios diálogos sociales, su pertinencia y viabilidad. Porque es otro el mensaje que está llegando, incluso a sus propios mandantes.
Ojalá en Pachakutik dejaran de coquetear tanto con el correísmo y con todas las fuerzas del viejo país.
La lista 18 queda en deuda con Ecuador, porque la forma en la que quieren erigirse en oposición, acción necesaria en democracia, no los ubica precisamente dentro de sus idearios y postulados programáticos. Su desempeño legislativo a la fecha los hace parecer, más bien, como otra facción populista, pero con retórica e iconografía ancestralistas. Y no se puede hacer folclor político, cuando entre sus votantes hay tantas inequidades y brechas por combatir.
Por todo lo dicho, en la lista del arcoíris está anocheciendo a plena luz del día.
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