
Catedrática de la Facultad de Ciencias Humanas de la Universidad Católica de Quito
Mientras en Ciudad de Panamá se llevaba a cabo la VII Cumbre de las Américas, evento al cual asistieron 35 jefes de estado del continente, en la hermosa parroquia metropolitana de Pacto se desplegó la democracia directa desde abajo y para abajo. Es necesario observar estos dos procesos: Por un lado una reunión donde los presidentes de América se encuentran en una especie de show mediático dirigido a los consumidores de publicidad política, que no esperan otra cosa que las imágenes propias de la escenificación mass-mediática de la política, las mismas que genera un mayor distanciamiento (enajenación) de la política real y concreta, allí donde se juega el destino de los seres humanos, como personas de carne y hueso y no como masa acrítica.
Que si Obama y Castro se dan la mano, que si Obama y Maduro hablarán, que si Correa habla en contra del Imperialismo y Obama le responde con su misma lógica, etc., etc., Un circo montado para el pueblo, mientras las política depredadoras del capitalismo, con el cual todos los presidentes comulgan, destrozan la vida de los pueblos. Al final el gran ganador del encuentro como siempre es el poder más fuerte, al cual el resto, de forma directa o indirecta, le hace la corte.
Por otro lado, sin ninguna cobertura mediática, sin show, sin escenificación circense, las comunidades que conforman la parroquia rural de Pacto (Distrito Metropolitano de Quito), en un acto de soberanía ejemplar, deciden auto-convocarse a una consulta popular para decidir si quieren o no actividad minera en sus territorios. No necesitan que ningún poder abstracto como el Estado, a través de sus órganos de control manjeados por intereses ajenos a la vida de la comunidad, les convoque a ejercer su derecho a gobernarse, a diseñar y defender la vida que quieren.
Derecho que no solo está otorgado por la Constitución ecuatoriana, sino que es propio del sentido fundamental de la existencia humana.
En este marco de legitimidad, la Lucha Comunitaria por la Vida de Pacto, expresión de la congregación de las comunidades de la parroquia de Pacto en total uso de sus atribuciones y de conformidad con lo que dispone la Constitución de la República del Ecuador, el Código Orgánico de Organización Territorial, la Ley Orgánica de Participación Ciudadana, la Ley de Comunas, y la Declaración de los Derechos de los campesinos y las campesinas que está en proceso de aprobación en el Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas; decide realizar la consulta comunitaria sobre minería metálica en las comunidades de la parroquia.
Así, el domingo 12 de abril Pacto fue protagonista y testigo del quehacer libre, soberano y autónomo de la plena la democracia comunitaria. Cientos de habitantes de la parroquia se dieron cita a su auto convocatoria para decidir sin presiones, sin chantajes, sin cuentos su presente y su futuro, en relación a las intenciones del gobierno central de iniciar procesos de prospección y explotación minera en sus territorios comunitarios. Una jornada llena de alegría y participación se desarrolló de forma respetuosa a la decisión comunitaria, a pesar de los ataques de funcionarios del Estado que hicieron todo por deslegitimarla a nombre de que no había sido convocada por el CNE.
Los pueblos en su legítimo derecho de autogobernarse y defender la vida que consideran buena, no necesitad de autorización alguna de poderes lejanos que quieren gobernarles a espaldas de sus demandas sociales concretas y sentidas. Su decisión comunitaria de auto-convocarse a una Consulta Comunitaria de Buena Fe sobre si quieren o no la explotación minera en sus territorios, se encuentra legitimada por la razón de la vida comunitaria y no por la razón de estado, de suyo lejana y dominadora.
Solo los habitantes, campesinos y campesinas de la parroquia de Pacto son los que tienen la autoridad, soportada en su relación directa con la tierra y la naturaleza, de decidir cómo quieren vivir en esa tierra y que futuro quieren heredar a sus hijos y nietos. Ellos y ellas, campesinos y campesinas, tienen el derecho, no formal sino vital, de preservar sus territorios naturales y simbólicos que sustentan su existencia. Son esas comunidades campesinas conscientes de su valor humano, social y cultural con el que aportan a la relación responsable con la naturaleza, las que tienen la voz autorizada para decidir qué es lo mejor para su vida.
Son ellas y ellos, los que han sabido vivir de manera coherente, solidaria y responsable, los únicos que pueden hablar sobre el Buen Vivir, su Buen Vivir y no el desarrollo capitalista depredador que se quiere imponer desde el Estado.
Con toda la razón de la vida humana y no del capital, los habitantes de Pacto en un 94% dijeron NO a la minería. Un gran y rotundo NO, acto ético ejemplo de vida y dignidad, ejemplo de coherencia, ejemplo de democracia. Un NO que nos abre la posibilidad de recuperar nuestra libertad, no la mercantil que es la única que ofrece el desarrollo capitalista, sino la libertad de tejer un mundo distinto, que está en nuestro pasado y en nuestro futuro campesino.
La Consulta Comunitaria de Buena Fe, llevada a cabo por las comunidades de Pacto, es sin lugar a dudas un acontecimiento político libertario, que abre la posibilidad cierta de ir construyendo juntos un destino común, por fuera de las coordenadas de las demandas de las fuerza destructivas del capital y de sus órganos políticos de dominación. Así como Pacto puede asumir y legitimar su poder de autogobierno, todas y todos los que creemos y apostamos por la vida toda deberíamosempezar a auto-gestionarla, por fuera de los requerimientos del poder que conspira contra ella. ¡Gracias Pacto!
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