
PhD en Educación por la Universidad Católica de Lovaina, Maestro en Estudios Culturales y Desarrollo, Graduado en Economía. Ex gerente del Proyecto de Pensamiento Político de la SNGP. Docente universitario.
Juvenal, poeta romano del siglo I, acuñó esta expresión para mostrar su desprecio por los políticos de su tiempo, quienes diseñaron un sistema en el que simultáneamente entregaban a sus conciudadanos, comidas baratas y espectáculos para asegurarse sus votos. Desde entonces esta estrategia de Pan y Circo, es la vía más rápida que usan los políticos que quieren subir al poder.
Aunque el circo de Juvenal ha devenido metafórico, el Gobierno de Moreno lo asumió literal y contrató un circo, con patinadores sobre el hielo para promocionar al actual presidente y sobre todo al vicepresidente, que a las claras será el candidato oficialista en las venideras elecciones del 2021, a pretexto de concientizar sobre los daños de usar drogas entre los jóvenes y el cuidado a los ancianos.
La muy poco original estrategia de promoción, que se lee como un desesperado intento de cambiar ese lamentable 4.1% de credibilidad del presidente Moreno y sobre todo mediáticamente posicionar a otro poco creíble Sonnenholzner, surge desde el Ministerio de Inclusión Económica y Social (MIES), dirigido por un cuadro morenista que ha cumplido las más diversas funciones en esta administración, y que es pareja sentimental de la cuestionada ministra de Gobierno, María Paula Romo. ¡Es que debía ser el MIES!, ese ministerio, con el nombre que tuviera (ex Bienestar Social), ponerse hiperactivo, como por arte de magia en época preelectoral con actividades "en territorio". Es que todos los gobiernos saben que es este ministerio el que tiene contacto con los más pobres de los pobres, con la esperanza de que estos recuerden, a la hora de consignar su voto, la entrada gratuita, el paquetito de arroz, a la bella bailarina rusa patinando...
El circo sobre el hielo, que genera risibles justificaciones de Granda y la vergüenza ajena de Romo, solo es el inicio. Este es año electoral y por tanto, prepárense lectores a ver las más creativas, cínicas y ridículas manifestaciones de pan y circo, no solo desde el Gobierno, sino de los políticos que en su ansia de hacerse con el poder, y si saben que les da réditos son capaces de cualquier cosa.
En el Ecuador se realizarán 45 presentaciones de artistas en patines sobre el hielo y todo el evento circense costará 2’4000 000 dólares, que salen de los impuestos de, entre otros, los lectores de estas letras. Casi dos millones y medio de dólares que se destinan al circo, en un contexto de austeridad, en un país con desempleo galopante y crecimiento de los índices de pobreza extrema.
A pesar de que esa actividad, ha hecho brotar las más enérgicas expresiones de rechazo, tanto por el costo, cuanto por el despilfarro y la falta de priorización (Moreno y sus ministros, durante 3 años nos han venido diciendo que estamos en crisis), muestra además falta de creatividad, ya que cuando Moreno fue vicepresidente también “invirtió” parte del erario público en el denominado Circo Social de triste recordación.
Pero el panem et circensis de Juvenal, desde dimensiones rocambolescas, no inicia con Lenín Boltaire. En el gobierno anterior, cada sábado se repartía el panem (en forma de gorras, toma todos, camisetas, sánduches, cuadernos, kits de alimentos…) y se asistía a un circo romano donde el emperador, a la vez hacía de gladiador, destrozando a sus opositores en efigie, humillando a sus ministros, rompiendo periódicos, ante los gritos victoriosos de su masa y el beneplácito de Fernando Alvarado y sus boys, que cobraban jugosas ganancias por cada sabatina. ¿Por qué es que entonces arrojó su grillete electrónico y se fue a Venezuela? ¿Por qué creen que no pasa nada para que regrese…? Y el circo no solo estaba en época electoral, Pueblo Nuevo, Miguel Bosé, Piero y otros artistas animaban el circo verde flex montado en las plazas del país y en las fiestas privadas de Palacio. El circo tenía que aparecer cuando Vinicio Alvarado veía un buen negocio en turismo, comunicación o en el ministerio donde se pueda “sacarle jugo”, en especial, los del sector social y cultural.
Y la infalible estrategia criticada por el poeta Juvenal también la aplicó Rodas, cuando ya de alcalde se develó en toda su incapacidad. Cuando ya su verborrea y el odio de los quiteños a Correa y a Barrera no le fueron suficientes para impedir su caída estrepitosa en los índices de aceptación, trajo nada más y nada menos que al imperecedero Sting y con ello, dado el carácter novelero del quiteño, recuperó el apoyo de la clase media alta que comenzaba a abandonarlo, y se granjeó las simpatías de patricios y plebeyos de toda la urbe. Es que el circo divierte, sino pregúntenle al 22% de quiteños que votaron por Yunda… y que disfrutaron de conciertos al aire libre auspiciados por Radio Canela, una de las tantas frecuencias que posee el actual alcalde y su entorno.
Podrían enumerarse casos en los que los mismos mandatarios fueron payasos como Lucio bailando “el conejito picarón” o Abdalá padre, haciendo el ridículo con los Iracundos o en “la Plaga” rodeado de bailarinas. La patán actuación tragicómica de Nebot como diputado o los shows pistola en mano de Febres Cordero…
El circo sobre el hielo, que ahora ocupa la atención de la ciudadanía, que genera risibles justificaciones de Granda y la vergüenza ajena de Romo, solo es el inicio. Este es año electoral y por tanto, prepárense lectores a ver las más creativas, cínicas y ridículas manifestaciones de pan y circo, no solo desde el Gobierno, sino de los políticos que en su ansia de hacerse con el poder, y si saben que les da réditos son capaces de cualquier cosa.
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