PhD en Educación por la Universidad Católica de Lovaina, Maestro en Estudios Culturales y Desarrollo, Graduado en Economía. Ex gerente del Proyecto de Pensamiento Político de la SNGP. Docente universitario.
Los resultados de las elecciones PASO (primarias, abiertas, simultáneas y obligatorias) llevadas a cabo en la Argentina el pasado domingo 11 de agosto no solo impactaron en ese país. Apenas se conoció que el binomio Fernández- Fernández, cuya candidata a vicepresidente es la ex presidente Cristina Fernández viuda de Kirchner alcanzó un 47% de votos se vieron manifestaciones en diversas latitudes. Visto desde otro lente, reacciones diversas ante la pérdida del actual presidente Macri, quien en su afán de reelegirse apenas alcanzó un 32.7%. Estas no se hicieron esperar, en especial en esos artilugios comunicacionales virtuales a tiempo presente: las redes sociales.
Y si bien estas elecciones primarias permiten definir los candidatos que participarán en los comicios de octubre, son un importante termómetro de la tendencia electoral, que podría revertirse desde alianzas tempranas o en las cocinadas cerca de la segunda vuelta. Otros miran estos resultados como un indicador, un pedido de rectificaciones al gobierno de Macri, las cuales difícilmente podrá llevarlas a cabo. Las polarizadas reacciones ante la ganancia de Fernández van desde horrorizados comentarios en la línea apocalíptica de derechas, apelando desesperadamente a recordar a los votantes la corrupción de la época kirchenerista y que Fernández sería un retroceso. Del otro lado, los progresistas de toda Sudamérica celebraron con fervor, anunciando que ese será el camino para Brasil y Ecuador en el futuro próximo. Más allá de las pasiones post electorales, procesos de voto siempre emocionales, es claro que quien dio la ganancia a Fernández & Fernández fue el mismo presidente Mauricio Macri, al generar desde el inicio de su gobierno medidas que sobre todo hicieron miserables a los pobres.
Más allá de las pasiones post electorales, procesos de voto siempre emocionales, es claro que quien dio la ganancia a Fernández & Fernández fue el mismo presidente Mauricio Macri, al generar desde el inicio de su gobierno medidas que sobre todo hicieron miserables a los pobres.
Macri fue el primero en vencer en una elección a los imparables “progres”, desde un discurso que invitaba a dar un giro diametral a ese modelo. Vendía una propuesta de cambio vacía en el fondo, pero “cool” desde la comunicación política, promocionando un neoliberalismo edulcorado con globitos de colores en medio de la fiesta. Pero a pocos meses de ser electo, la fiesta terminó y los millones de argentinos, vieron como los globitos ya no aparecían en el cielo y más bien a los cielos, subían las tarifas de los servicios básicos y la cotización del dólar. Al poco tiempo, ambas, la clase media, su votante y los estratos populares, sintieron el impacto de una nueva receta FMI.
Estas elecciones marcan un posible retorno a la Casa Rosada del progresismo, con un estilo de gobierno, como en sus similares de la región, caracterizado por su esencia populista, su estilo burocrático y salpicado de corrupción, la que, por supuesto, no fue, ni ha sido, ni será característica exclusiva de los gobiernos “progres”. La victoria del dúo Fernández, si es que se repite en octubre, marcaría un nuevo péndulo, como lo fuera en el inicio de la vida republicana de nuestros paisitos, ese vaiven liberales/conservadores. Ese que no pudo ser entre izquierdas y derechas, desde el sangriento asesinato de Allende.
Entonces el badajo de la campana, parece diseñado para ir desde el populismo progresista disfrazado de izquierdas, al neoliberalismo edulcorado de derechas, para volver otra vez al progresismo, que quizás aprendió de sus errores, o como dicen los más cínicos, que viene a completar lo que no pudo hacer, en especial en defraudación fiscal. ¿Y la socialdemocracia? ¿Y el centros políticos, en sus diversas versiones? ¿Y la izquierda? ¡Bien, gracias! Ah… un detalle, los del Frente de Izquierda – Unidad argentino, celebran sus 647 mil votos a todo pulmón, gozan de su 2.89%... más radicales que nunca…
Aparentemente, en los países de la región que gozaron y sufrieron el progresismo (a excepción de Bolivia, donde podría ganar Evo Morales, o en Venezuela donde se eterniza el incapaz Maduro), no hay más que esa dualidad, progresismo – neoliberalismo. Así lo muestran las tendencias electorales; además de las recientes en Argentina, es un escenario posible en Brasil con el aparente retorno de Lula y el fortalecimiento del PT, ante la torpe política de mano dura de Bolsonaro. En Chile, luego del reprisse de Piñera, es de nuevo el tibio socialismo de Lagos-Bachelet, el que reaparece. En Ecuador, la “revolución ciudadana” con un voto duro que bordea el 25%…
Mirando a Ecuador, para el próximo proceso electoral del 2021, Lenín Moreno y sus aliados de derechas, por todos los medios evitarán que se candidatice Correa. El mismo Lenín Moreno, suelto de huesos, conminó en la reciente celebración de guayaquileñidad a que el socialcristiano Nebot se lance en la tarea mesiánica de dirigir el país. Fuentes cercanas dicen que quiere propiciar candidato propio, al menos para la negociación, desde un binomio entre el vicepresidente de apellido impronunciable y la ministra que da una de cal y otra de arena. En cualquier caso, sea con el ex delfín de Febres Cordero o con el joven pupilo de las Cámaras, se quiere un émulo criollo de Macri, para enfrentar al delfín de Correa … Pero esto, es otra historia, es otro artículo.
Varios compatriotas de derechas, ante la derrota de Macri, se apuraron a decir que el delfín de Febres Cordero es el más indicado para dirigir esta ínsula. Sin tomar en cuenta el triste panorama que le heredará Moreno, la resistencia que tiene sobre todo en la Sierra y en un importante segmento étareo que vivió de cerca sus días de prepotente gobernador del Guayas, patán diputado o polémico alcalde. Pero sobre todo está la necesidad de las socialdemocracias.
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