
Los ricos no van a la cárcel por pagos atrasados de pensiones de alimentos. Como lo atestiguan casos de conocimiento público, las personas adineradas tienen bienes, muebles e inmuebles, abogados y socios que los pueden librar con relativa facilidad de los barrotes, los trajes naranjas, y los tatuajes artesanales.
La cárcel relacionada a pensiones alimenticias está reservada a los pobres. La violencia panóptica y el poder disciplinario del Estado son un néctar que generalmente está orientado a los desempleados, los sub empleados, los padres que han enfermado o que han sufrido alguna emergencia repentina, o los negociantes a los que las ventas no les han favorecido. Qué la cárcel es una institución que se reserva a los pobres es un hecho bien conocido, y los estudios, artículos y libros que lo atestiguan están presentes incluso en las bibliotecas de los intelectuales progresistas que se apiñan en las redes sociales e exigir histéricamente la cárcel de cualquier padre que ha tenido la desgracia de atrasarse una letra mensual.
La categoría, según la cual, la violencia estructural, y el sistema disciplinario de vigilancia sobre los cuerpos, es enfocada prioritariamente a los actores que generan menos ingresos, se llama criminalización de la pobreza. Esto significa, básicamente, que para las sociedades autoritarias, ser pobre es un delito, y padecer pobreza exige un sistema de vigilancia punitivo. Existen varias formas particularmente perversas de criminalización de la pobreza en nuestro país, pero mencionaré dos: la cárcel por aborto; y la cárcel por pensión de alimentos. Ambas están enfocadas a sancionar la pobreza. Las personas ricas no enfrentan ninguna de las dos situaciones, no es algo que les afecte en lo absoluto, si cuentan pues con recursos suficientes.
Solo para pobres. En lo que respecta al tema de las pensiones alimenticias, la cárcel se reserva a papás desempleados, quienes aparte de la angustia de no conseguir un trabajo digno, por causa de la innegable crisis económica que vive el país, les espera la incertidumbre de los barrotes; padres sub empleados quienes son casi la mitad de la población económicamente activa (aunque el INEC maquille las cifras) quienes dependen de la arbitrariedad de actividades comerciales menores y que viven al día; papás que han enfermado y no pueden trabajar durante algunas semanas, o que han tenido alguna calamidad o emergencia que les afecte a ellos o a sus familias; o simplemente personas que trabajan pero a los que no se les paga, (por ejemplo ¿recuerda cuando el Gobierno tuvo en mora durante casi seis meses a sus proveedores? Durante ese tiempo varios padres terminaron en la cárcel porque simplemente no se les pagó a tiempo por su trabajo). Como se dijo antes, los ricos tienen recursos, abogados y socios que pueden evitar el apremio. Los pobres no. Ergo, solamente los pobres terminan tras las rejas.
En lo que respecta a la prisión por abortar pasa algo similar. Las mujeres que cuentan con recursos económicos pueden salir del país y buscar atención médica apropiada, o cuentan con la posibilidad de contactarse con médicos privados que pasen por alto las restricciones legales. Las mujeres pobres no. De nuevo se trata de un caso de criminalización de la pobreza.
La demolición de familias: la criminalización de la pobreza deja en el abandono de manera criminal a los hijos, y la familia del detenido. Generalmente esas familias quedan a merced de otras formas de violencia. Para ellos, es decir para las parejas de los detenidos, aunque estén embarazadas o tengan tengan bebes de meses no hay apoyo de ningún tipo y son seres de los que los debates de las teorías de género siempre evitarán hablar. En España, por ejemplo, no hay límite de edad para la pensión de alimentos, y cualquier adulto jóven puede demandar una pensión de su papá aunque hace una década haya superado la mayoría de edad, así pues se dio el caso hace poco de un padre que terminó en la cárcel por no pagar la pensión de alimentos de su hija de 28 años, y por estar preso dejó en el abandono a una niña de tres años y su madre. Así de perversa es esta penalización.
La cárcel nunca resuelve el problema: la prisión por el tema de aborto no los ha frenado. Los abortos continúan de manera clandestina poniendo en peligro la vida de la madre, al no contar con instalaciones adecuadas para realizarlo. Por otro lado, la prisión por pensiones de alimentos lo único que logra es terminar de aniquilar la economía de la persona que entra en la cárcel, quien de tener un empleo lo pierde a los pocos días; si tiene algún negocio este quiebra; o si es desempleado no puede conseguir trabajo por sus antecedentes. La cárcel no resuelve nada y simplemente empeora la situación.
Reforzamiento del machismo: las dos formas de penalización de la pobreza que estamos mencionando, refuerzan además una estructura machista. En el caso de las mujeres que abortan, genera estigmatización y control de la sexualidad femenina, y el caso de los hombres renueva la división sexual del trabajo. En efecto, la estructura machista ha determinado una sistema según el cual la mujer debe ser una eterna ama de casa, quedarse en la cocina, como dicen los machistas más soeces, mientras que el hombre debe cumplir el rol de eterno proveedor. Machismo de manual. Esta relación, como saben las feministas, genera un sistema perverso según el cual el trabajo de ama de casa de la mujer se eterniza en función del sostenimiento del sistema capitalista. La estigmatización según la cual el varón es el único que está obligado a proveer, y la mujer la única obligada a cuidar a los hijos es uno de los logros más grotescos del patriarcado. Las feministas se han opuesto a esos estereotipos por años. Lamentablemente varios grupos para-feministas, que reposan en la base ideológica del marxismo cultural, han cobrado fuerza exigiendo que esa dimensión sea perpetuada a toda costa, atando nuevamente a las mujeres a los mismos estereotipos que habían sido combatidos por el feminismo clásico durante décadas.
Los actuales sistemas de pensiones violan la Constitución, que habiendo sido sensible a los debates de doctrinas críticas como el feminismo, plantea en el artículo 69 la garantía de la corresponsabilidad de padres y madres en el cuidado de los hijos, y exige como una obligación compartida la crianza y los costos de manutención de los menores. Sin embargo, estas referencias fueron hechas a un lado en las normativas generadas al respecto de los montos obligatorios hacia los hijos. En efecto, las tablas de pensiones de alimentos obligan únicamente a los padres a cubrir las necesidades económicas de los menores, dado que la custodia de los niños, en prácticamente en todos los casos, con muy contadas excepciones, pasa a las madres, dejando a los padres como únicos actores con la obligación de cubrir necesidades materiales, además bajo la amenaza de cárcel en caso de algún atraso.
En las tablas de pensiones se afirma que un padre deberá otorgar, obligatoriamente, alrededor del 45% de sus ingresos como pensión alimenticia, sin embargo, la verdad es otra. En efecto, durante dos meses al año el padre es obligado a desembolsar el 90% de sus ingresos, dejándolo con apenas el 10% para subsistir. ¿Qué pasa si tiene otros niños, ancianos, personas con enfermedades, o una mujer embarazada a su cuidado? Un abuso notable. Especialmente si se toma en cuenta que casi la mitad de la población económicamente activa del país está en el sub empleo (dejando de lado los eufemismos que usa el INEC) y que por lo tanto no tienen sueldos fijos, y menos décimos. Entonces no es raro que muchos de ellos terminen en la cárcel, siendo víctimas de la criminalización de la pobreza, y leyes que no respetan la Constitución. Los juicios por rebaja de pensiones, en caso de perder el empleo, o tener otros hijos, tardan mucho tiempo y muchas veces son entorpecidos indefinidamente, y finalmente detenidos, por abogados inescrupulosos o incluso organizaciones y militantes sexistas.
Rechazar la criminalización de la pobreza: corrientes intelectuales como las teorías críticas y el feminismo, están en contra de la criminalización de la pobreza. Por otro lado, ideologías autoritarias como el machismo y el para-feminismo las alientan porque exigen sociedades panópticas donde se controle a los cuerpos en base a normas morales que satisfagan determinados interés económicos. Poner en el ámbito de la palabra estos temas no debe ser considerado un tabú, si no un mecanismo efectivo para crecer como sociedad. Entonces, que se abra el debate.
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