
PhD en Educación por la Universidad Católica de Lovaina, Maestro en Estudios Culturales y Desarrollo, Graduado en Economía. Ex gerente del Proyecto de Pensamiento Político de la SNGP. Docente universitario.
La muerte cruzada encontró a muchos partidos sin candidato y a muchos candidatos sin partido. Esa jugada política señaló a los perdedores del futuro proceso electoral. El más visible fue el presidente Lasso, quien redujo su tiempo de mandato y, ante la imposibilidad de ganar la contienda, prefirió no participar. Perdió con ello su poco capital político y arrastró en la caída a su partido CREO. Su incapacidad de gobernar por decreto, mina cada día su futuro político como el opositor que aspira a ser en el futuro.
Pero Lasso no es el que más pierde, ese gran perdedor ni siquiera es una persona, es el segmento poblacional que desde finales de los años ochenta se venía posicionado, a la par que la modernidad se asentaba en el país. Es un sujeto político que se proyectaba hacia Carondelet. Estos perdedores son los indígenas y sus representantes políticos, los que tuvieron en el proceso electoral anterior la mayor representación de asambleístas de su historia (27 curules) y posicionaron una agenda política en las jornadas de protesta del 2019, y 2022 y un programa de gobierno en las mesas de diálogo.
Ellos son quienes pierden en esta coyuntura de diversas formas. En lo electoral, el Pachakutik, brazo político de la CONAIE y segunda fuerza política del país, debido a sus fuertes discrepancias internas. no presentaron candidato presidencial, no tendrán asambleístas nacionales, ni podrán continuar con el crecimiento partidario hacia la Costa iniciado con fuerza en el 2020. Lo que es peor: estas discrepancias minan el desarrollo organizativo y el posicionamiento nacional de su programa.
Este estado de cosas tiene su origen en las acciones de la mayoría de los asambleístas del bloque del PK en la Asamblea, entre 2021- 2023, quienes fueron obsecuentes al presidente Lasso y las críticas levantadas por la minoría de esos legisladores. El PK, en lugar de tomar la iniciativa política en la Asamblea y relacionarse desde un lugar del poder con el Ejecutivo, prefirieron el rol del Felipillo. Las fricciones internas crecieron, los bandos pasaron Mouffe dixit, de contradictores a antagonistas, que mutuamente se motejaron de lassistas y correistas. Si la votación presidencial del 2021 sugería un mejor posicionamiento del candidato del PK en las siguientes presidenciales, la realidad es diametralmente opuesta, porque el accionar en la Asamblea, además, restó credibilidad al PK entre sus simpatizantes mestizos.
Las tensiones entre el presidente de la CONAIE y el coordinador de PK pusieron en acefalía la coordinación de esa tienda política; esta confrontación entre Iza/ Churuchumbi contra Santi/Velázque impidió una línea política clara y unitaria. Un segmento del PK apoya a Yaku Pérez, pero poco después del Inti Raymi, Leonidas Iza, presidente de la CONAIE, llamó directamente a no apoyar a ese candidato de la alianza “Claro que se puede”, lo cual desde la negociación es un perder-perder. En medio de esto, ex asambleístas mestizos de PK, como Sofía Sánchez, son ahora candidatos por la derecha, mostrando que el PK les catapultó y que poco o nada les importa como espacio político en sí.
La división del movimiento indígena comenzó con Lucio Gutiérrez desde prácticas clientelares y cooptación de líderes, pero fue el gobierno de Correa el que aprovechó esta estrategia, atrayendo hacia el correísmo a líderes históricos como Pedro de la Cruz de la Fenocin y Ricardo Ulcuango de Ecuarunari, entre otros y también tomándose organizaciones como la FEI, dividiendo a la Fenocin y logrando apoyos coyunturales de la Feine.
El correísmo no pudo, sin embargo, con la CONAIE y sus filiales que se mantuvieron firmes y desarrollaron una propuesta bastante unitaria, durante el mandato del caudillo.
Es más bien en estos últimos años, posiciones tanto radicales como oportunistas, gestaron la división que ahora viven CONAIE y PK. La posición radical y cerrada al diálogo de Leonidas Iza es la que impide generar unidad, según algunos. Otros dicen que el oportunismo de la tendencia de PK, liderada por Santi, Tibán y Velázque, y su afán de perennizarse en el poder, es lo que impide los consensos.
Unos terceros dicen que todo este proceso es intencional y coordinado con el correísmo ya que Leonidas Iza sería el alfil del caudillo dentro de la CONAIE, siendo el encargado de dividir a esa organización. Una grave acusación, que la sustentan en la aparición de Iza junto a Andrés Aráuz en el 2021 y en sus declaraciones en contra del anti correísmo. No se puede negar, dicen, que la forma en la que Iza negó el apoyo a Yaku Pérez tácitamente favorece a la candidata correista.
Que asuma cada quien su responsabilidad y que miren estratégicamente es lo deseable, para que se proyecte a nivel nacional una agenda de gobierno que además de indígena debería ser popular. En las elecciones venideras, los pueblos y nacionalidades, sin discusión, orientación o mandato claros, votarán de manera diversa, apoyarán a Pérez, a la RC y a las diversas tiendas de derechas o izquierdas que pujan por la presidencia. La doctora Luz Marina Vega, indígena kichwa, vicepresidenta del candidato Xavier Hervas, también endosará al empresario, importantes votos de los pueblos y nacionalidades. Lo cierto es que, por ahora, se aleja la posibilidad de que un miembro de las organizaciones indígenas gane las elecciones y que en Ecuador se emule ese triunfo que ya hace 20 años ocurrió en Bolivia con Evo Morales.
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