
Que un adepto a la izquierda política no debería votar por quienes representan al liberalismo económico es el discurso de los fundamentalistas anacrónicos de izquierda en los países tercermundistas como el nuestro. Esta el efecto causado en los seguidores del Socialismo del siglo XXI al conocer que el excandidato a la presidencia de la República, Xavier Hervas, hizo pública su intención de apoyar la propuesta de Guillermo Lasso en la segunda vuelta electoral.
Notificados los resultados de la primera vuelta, un tímido y tibio discurso nació tanto en Xavier Hervas como en Guillermo Herrera, actual presidente nacional de la Izquierda Democrática, quienes indicaron que no apoyarían a ningún candidato para la segunda contienda. Una cuestión sumamente reprochable puesto que dejaba de lado a una de las principales funciones de un partido político en un sistema democrático: participar en la competencia por el poder para ser intermediarios entre el gobierno y las demandas de sus militantes y simpatizantes.
Como efecto de ese profano comportamiento sobre cuestiones de política nacional basado en errados “cálculos políticos”, se presume que se produjo un influyente jalón de orejas por parte de los doctos de la ID, quienes si tuvieron la lucidez de divisar que ante una posible victoria del candidato que representa al autoritarismo en la próxima elección de abril, no cabría en el futuro un juego democrático que permita lograr la sonada aspiración de la ID, ¡Hervas 2025!
El significativo encuentro entre la ID y CREO es un claro ejemplo que dos posturas ideológicas democráticas no son excluyentes cuando se trata de confrontar conductas autoritarias, y mucho mas aún, totalitarias. Pesó más la democracia que la izquierda que impulsa la ID
Por tanto, Hervas tomó la única opción democrática posible, dar un espaldarazo a la candidatura de Guillermo Lasso, cuya respuesta fue positiva e inmediata, demostrando este último una vez más que el interés nacional está por encima del interés político. Ahora existe un acuerdo para llevar a cabo una conversación abierta sobre los retos y desafíos aún pendientes en el Ecuador en los ámbitos, político, económico, social, ambiental; a los cuales se deberían sumar cuestiones de seguridad, principal demanda de la ciudadanía como condición única que permite la generación de desarrollo.
Ahora bien, no se puede esperar el mismo giro democrático tomado por la ID en el movimiento indígena. Después de alcanzar el tercer lugar en las presidenciales, su excandidato Yaku Pérez borró con el codo todo lo hecho por la mano. En un intento inaceptable que supondría forzar su paso a la segunda vuelta electoral, Pérez mantuvo una reunión ilegítima con uno de los jueces del Tribunal Contencioso Electoral que generó serias dudas en la población sobre sus reales convicciones democráticas. Esto, acompañado de una constante fractura interna de la dirigencia indígena, ha hecho que el voto nulo sea la única opción posible para ellos, desentendiéndose de la oportunidad que tiene el país de anular la opción autoritaria, de la cual también fueron víctimas.
Así las cosas, la oportunidad de regresar a una institucionalidad democrática es ahora real. Si en un país que anhela un mejor futuro para todos quienes lo hacen sus valores democráticos se encuentran en juego, se justifica de manera natural anular las diferencias políticas de partidos o movimientos que persiguen un mismo cause democrático. El significativo encuentro entre la ID y CREO es un claro ejemplo que dos posturas ideológicas democráticas no son excluyentes cuando se trata de confrontar conductas autoritarias, y mucho mas aún, totalitarias. Pesó más la democracia que la izquierda que impulsa la ID.
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