Una década no pasa tan rápido, sobre todo en nuestro país donde cada día trae su circunstancia, algunas veces atroz, la mayoría de veces bienaventurada. El 30 de junio del 2013 cerró la revista Vanguardia, un semanario de periodismo de profundidad y análisis que marcó, en su corto tiempo de vida, una impronta que su equipo decidió matener por la vía digital en las peores circunstancias para el periodismo independiente: días antes del cierre se había aprobado la Ley de Comunicación, una ley mordaza y antidemocrática en contra de la libertad de expresión, de prensa y de pensamiento; la cereza del pastel de un gobierno dirigido por un pretendido tirano y aupado por sus tiranuelos. 

En esos duros días para el equipo de Vanguardia, y una vez tomada la decisión de seguir haciendo periodismo "aunque sea en las paredes", en una charla informal, en la que participamos varios periodistas, incluido Fernando Villavicencio, se le puso el nombre de Plan V.  Su primer lema fue Porque el periodismo también tiene su Plan V (con V de Vanguardia), lo cual fue un grito de resistencia, para que el periodismo perviva, y de empatía (también) con el debate político de ese momento: si se aplicaba el Plan A o el Plan B para explotar o no el petróleo del ITT en el Parque Nacional Yasuní.

Así, el 20 de septiembre del 2013 pusimos este portal en línea y nació la primera revista digital de investigación periodística del país. Nació con las ganas de un equipo de mujeres y hombres con la decisión de no callar, de seguir investigando y publicando, de no ceder ante la tiranía. Fue un mensaje claro para quienes ante la Ley de Comunicación y el arrollador avance del correísmo, prefirieron dejar de hacer periodismo de investigación y autocensurarse. Plan V fue ejemplo de coherencia de un puñado de periodistas, que en el peor momento del periodismo decidió defenderlo.  

Diez años después la historia juntó los dos eventos: la Corte Constitucional, en una decisión histórica, reivindicó el derecho de los Yasunidos a consultar al pueblo ecuatoriano sobre el destino del Yasuní, y el equipo de Plan V se ha mantenido firme en su deber a ejercer un periodismo libre.

Una década después el país es igual y distinto. Igual de caótico y desinstitucionalizado, por obra y gracia de élites políticas y económicas que pisotean y escupen sobre nuestra dignidad como nación; igual de poblado por gente de empuje, resiliente, que lucha día a día por lo que más quiere. Distinto porque en esta década fuimos testigos directos y reporteamos la vida de una sociedad secuestrada por mafias de todo tipo, una sociedad cada vez más asustada e indolente, pero también de gente honrada y valiente que, con la frente en alto, permite que la esperanza de una vida digna y distinta se mantenga.

Diez años después, la persona que en una tarde de septiembre del 2013 preguntó ¿Y por qué no le ponemos Plan V? está muerta, asesinada por lo más oscuro y perverso de nuestro país.

Diez años después estamos vivos y encarnamos la respuesta. 

Queremos agradecer, como equipo, a todos y cada uno de quienes han contribuido para que estos años sean posibles, sin nunca claudicar en el cumplimiento de nuestra misión: hacer periodismo. Nada más, no es ninguna otra. 

Seguimos creyendo, y así actuamos en consecuencia, que la única razón de nuestro trabajo es defender el derecho del ciudadano a saber y comprometernos día tras día, edición tras edición, a respetar el contrato con nuestros lectores, mediante el cual garantizamos que la información aquí publicada es fiel a los hechos, que es plural y diversa, y que no es manipulada ni responde a los grupos de presión y de poder, que siempre quieren poner la información al servicio de sus intereses.

Hay decenas de nombres de personas e instituciones que a lo largo de esta década de trabajo han puesto un ladrillo para que este edificio se levante. Nuestra gratitud para todos, pero especialmente agradecer que en ese primer momento, el de los inciertos inicios, fue Fundamedios la entidad fraterna que no nos abandonó, con César Ricaurte, Mauricio Alarcón (hoy FCD) y Verónica Manosalvas a la cabeza. Que fue la Unión Nacional de Periodistas, con Vicente Ordóñez —valiente y querido colega— como su presidente, que también se la jugó por acogernos y protegernos.

Esperamos que el presente y el futuro nos sean favorables, como lo esperamos para nuestro país y para una sociedad libre, justa, fraterna, democrática y digna, a cuya defensa y grandeza dedicamos nuestros esfuerzos, porque es lo que hemos heredado y heredaremos.