
En las últimas semanas se ha producido un debate sobre el sueldo de los periodistas. Hay un grupo que defiende un salario mínimo de los trabajadores de los medios, que consta en el artículo 44 de la Ley de Comunicación correísta. Esa norma dispone una tabla salarial para los trabajadores de la comunicación, y está fue acordada por el Ministerio de Trabajo y el Cordicom de Rafael Correa.
Ese cuerpo legal, el más populista del régimen anterior y que está en vigencia, contiene este y otros elementos retrógrados para el crecimiento y desarrollo de una industria: limitaciones empresariales, limitaciones de sus empleados (en contenidos y en salarios), sanciones discrecionales, organismos estatales acosadores…
Las limitaciones de este tipo no hacen riqueza ni sanean la precaria situación del sector de los medios de comunicación a la que condujo el correísmo, su Ley de Comunicación, coacción a empresas privadas para que no se publiciten en medios y los feroces ataques políticos y de la administración pública. Estos son los verdaderos motivos que hicieron que la prensa sufra.
Entonces la salida no es elaborar un acuerdo entre los patrones para revisar los salarios mínimos, hacia abajo claro... Es sacudirse de esa cobardía para enfrentar con seriedad el problema de la prensa y decir de una buena vez que las leyes censuradoras y los populismos matan el negocio. Y que no se debe seguir dependiendo del gobierno para tener ingresos, sino que los privados y la sociedad civil sean quienes alimenten el negocio.
El salario mínimo no obliga a los empleadores a contratar ni tampoco a conservar empleos. El salario mínimo no mide la experiencia: personas con 30 años de trabajo pueden ganar los 900 así como un recién graduado. ¿Eso es equidad? Definitivamente no cuando este es un oficio donde vale más la experiencia que una carretilla llena de títulos.
Lo interesante es arrancar el correísmo de la industria de los medios y del periodismo. Esto implica un cambio donde no se decida el sueldo en los despachos del Cordicom o del papá Estado… La solución no es limitar, ni a los empresarios de la comunicación, ni a los periodistas, ni a los que adoran este oficio así no lo conozcan a fondo. Impulsar económicamente la industria de los medios. Así gana el país, así gana la democracia.
Que se abra la puerta a las grandes inversiones de las grandes empresas editoriales. Ahora el gobierno busca inversionistas dentro y fuera del país por la crítica situación de la economía… ¿por qué los medios no pueden hacer lo mismo?
Sobre esto, un antecedente que ha pasado desapercibido en el Ecuador es lo que hizo Mauricio Macri, presidente de Argentina, con la Ley Mordaza. Mediante un Decreto, el 267, desactiva los entes creados para controlar la libertad de expresión con otro organismo bajo su responsabilidad, dispone la creación de una comisión para la elaboración del proyecto de ley de la reforma de la ley de comunicación de Argentina. Busca mecanismos para un impulso económico a las empresas, medios y prestadoras de servicios de televisión, entre otros. Similar a lo que pasó en Ecuador, los medios fueron acosados y atacados económicamente por el kirchnerismo.
En las motivaciones de ese Decreto argentino se considera que es esencial generar condiciones de mayor seguridad jurídica que resultan necesarias para fomentar la inversión y el desarrollo del sector de los medios. Y esto, aclara, solo es posible con independencia y neutralidad en la actuación del Estado frente a la prensa libre y sus empresas. Evitando las distorsiones en la competencia, en entrega de dinero público, ejecución selectiva de sanciones, otorgamiento discrecional de licencias y cualquier mecanismo de premios y castigos.
Al igual que en Ecuador, hubo un proceso de deterioro y regresión en la industria. Por eso, ‘hace ruido’ que el presidente Lenín Moreno haya decidido pasar la reforma a la Asamblea y no solucionar de manera rápida el problema de una industria, fomentando la inversión, la seguridad jurídica… haciendo de nuevo grandes a los medios tradicionales y grandes a los nuevos, digitales o impresos, que surgieron por el acoso del correísmo.
Lenín Moreno, en abril del 2017, ya como presidente electo del Ecuador, se comprometió a un cambio en la aplicación de la Ley Orgánica de Comunicación y, si era necesario, una transformación de la misma legislación. ¿Se lavó las manos?
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