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12 de Octubre del 2022
Ideas
Lectura: 9 minutos
12 de Octubre del 2022
Gustavo Isch

Consultor político, experto en comunicación electoral y de gobierno. Docente de la Universidad Andina Simón Bolívar

Presidente: aquí la Tierra, ¿nos escucha? Cambio
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No es suficiente con que sea empático con la gente, cosa que evidentemente no ha logrado en tres campañas presidenciales y en más casi año y medio de ejercer la Presidencia. La mejor fórmula para conectar con la gente es resolverle sus problemas, no agravarlos.

¿Nos escucha?

Pregunta básica para iniciar un diálogo, un encuentro entre dos o más interlocutores. Pero es evidente que Guillermo Lasso no escucha, pues su gobierno, viene arrastrando un déficit de comunicación que parece mantenerlo desconectado de la realidad. 

Gobernar encerrado en una burbuja le impide conectar con los ciudadanos y lo empuja a confundir comunicación política con publicidad y propaganda, en una asociación irreflexiva que anula toda intención -si es que en verdad la tiene- de ser empático con la gente disgustada y angustiada por la realidad dramática que la agobia cotidianamente.

No toda la gente que a diario se expresa negativamente y lo critica lo hace porque es mala, ingobernable, casi genéticamente predispuesta a la inconformidad, como alguien puede creer de manera ilusa; entre los indignados se encuentran los que enfrentan una realidad cargada de incertidumbre, pobreza, desempleo, inseguridad, falta de acceso a la universidad, gente maltratada en un sistema de salud pública deshumanizado y carente de medicinas, gente hastiada por décadas de políticos incapaces de cumplir sus ofertas de campaña y de otros que solo han sembrado corrupción e impunidad,  para delinquir desde todas las esferas del quehacer público.

No hay campaña publicitaria capaz de volverlo empático con esos ecuatorianos y ecuatorianas empobrecidos, atemorizados, decepcionados, invitándolos a unirse alrededor de un país que no existe, un país que probablemente cerrará este año con el mayor número de muertes en su historia, causadas por la violencia criminal; un país en el que miles de profesionales y académicos hoy subsisten conduciendo taxis para sostener a sus familias, y muchos otros se acomodan con tres dólares diarios en una economía quebrada.

¿Nos copia, presidente? Cambio…

En política, presidente, tener un norte definido, es más importante que tener un buen tiro de cámara para la pose en entrevistas.

No desperdicie el dinero en publicidad, presidente. Intente gobernar con sensibilidad. La gente ya no come cuento, un spot o una canción pegajosa alimentan las ganancias de los medios de comunicación que cobran para difundirla, y las de la agencia de publicidad que la producen carísima y disimulada en los vericuetos de la contratación pública.

Es viernes, y el cuerpo lo sabe, porque durante toda la semana y desde muchos meses atrás, no hay trabajo, no hay dinero para pagar las deudas, para comprar medicinas, para vivir con dignidad.
Sin visión política y sin nada para mostrar en el presente que sea capaz de entusiasmar a la gente al pensar en el futuro ¿qué va a comunicar su gobierno, presidente?

…Cambio…

Insuflada por el círculo de cortesanos que usualmente influye mediante halagos a todo mandatario, su versión de país resulta insuficiente para maquillar la realidad. Las redes sociales son la pasarela donde se alimenta el ego o se destruye la reputación de quienes flotan en ellas; son solo otro medio de comunicación y de información, no el más importante. La imagen suya y de su gobierno son paupérrimas, no solo por falta de visión política, sino porque no han sabido utilizar otros medios para informar, para educar, para orientar.

¿Sabe usted o saben en su gobierno la diferencia entre propaganda, marketing y publicidad, presidente? Es obvio que no. La propaganda es comunicación política directa con la gente, en su terreno. Ustedes no pueden hacerla… porque no tienen proyecto político, su doctrina de gobierno es excluyente, privilegia la economía por sobre el ser humano, sermonea desde el grosero púlpito de su riqueza a ecuatorianos consumidos por el abandono del Estado.

Por si en su gobierno aún haya quienes no lo sepan, presidente, el Estado es ese conjunto de instituciones públicas sobre las que usted y sus anillos de poder se montaron con desprecio cuando ganaron las elecciones, convencidos de que solo en el sector privado hay eficiencia, y que se debe recortar el servicio público  al máximo o eliminarlo, pero al que han conducido como payasitos de rodeo sobre un toro bravo, durante un año 14 meses de gestión fallida, pero al cual recurren como lo hacen con el  SRI, Petroecuador, aduanas y toda empresa pública de la cual puedan extraer recursos para su política económica.  

No es suficiente con que sea empático con la gente, cosa que evidentemente no ha logrado en tres campañas presidenciales y en más casi año y medio de ejercer la Presidencia. La mejor fórmula para conectar con la gente es resolverle sus problemas, no agravarlos.

…Parece que no hay retorno, cambio…?

Si quiere mejorar su imagen, presidente, primero debe mejorar su gestión.

Entienda que la comunicación refleja la política, no al revés. Así que, primero se gobierna y luego se comunica.

Muéstrele al país que ha entendido que la política es más que un libreto bien mercadeado que funciona así:

Primero: se viraliza el problema para que la gente se una alrededor del sacrificado y valiente gobernante.

Segundo: se crea un enemigo para culpar del problema que se busca resolver.

Tercero: se acribilla en la prensa amiga y en redes al causante del problema.

Cuarto: se anuncia la solución, y si todo sale bien, se ejecuta; o entra por el ministerio de la ley.

Ese libreto, presidente, suele ocultar mentiras e intereses particulares, los ecuatorianos lo sabemos, y le ha hecho víctima de su propia movida. Actualmente, la mayoría no duda que la de su régimen, es una gestión fracasada. Lo único que se discute, es si continúa fracasando porque no sabe, no entiende, no puede o no le importa.

Si la mano que en adelante mecerá la cuna de su imagen será la del marketing político, sepa usted que lo mejor no está por venir para usted.

Para los demás, nuestra imagen es lo que nos representa, pero son nuestros actos los que nos definen, por ello, se dice sabiamente que: “no basta con ser, sino parecer”. Y  usted ha comunicado hasta ahora que no parece gobernar, presidente.

La arrogancia política es la madre de la soledad en el poder. Deshágase de ella presidente, o de lo contrario será uno más de tantos mandatarios que antes de finalizar su gestión, se convirtieron en políticos abandonados, vencidos por el autoritarismo que destapa la revancha, o ahogados por su incompetencia.

No es suficiente con que sea empático con la gente, cosa que evidentemente no ha logrado en tres campañas presidenciales y en más casi año y medio de ejercer la Presidencia. La mejor fórmula para conectar con la gente es resolverle sus problemas, no agravarlos.

No todo el mundo puede ser carismático y agradable; aproveche sus fortalezas personales, no pierda su tiempo siguiendo recetarios de charlatanes y aduladores de oficio; el éxito de la mejor comunicación radica en la autenticidad. Para lo demás están las tarjetas de crédito que todo banco publicita sin cesar.

Recuerde que pisó Carondelet con una imagen personal en negativo que superó con la primera etapa de la campaña de vacunación. De allí en adelante y lo advertimos oportunamente, necesitaría un proyecto que lo sostenga más allá del autoengaño y el halago o el temor de su corte, aún ese proyecto político, esa marca de comunicación que deberían identificarlo no existen, por ello, no se confunda y mientras se define, sea  más genuino, menos impostado por los tramoyistas del show politiquero.

El Traje Nuevo del Emperador es un cuento de Hans Christian Andersen, que relata cómo, el orgullo y la vanidad de un rey, lo hicieron desfilar desnudo ante sus súbditos, engañado por sus cortesanos quienes le convencieron de que vestía un traje extraordinario.

No permita que en usted vuelva a repetirse el cuento. Si usted fracasa, el país fracasa, y volverán los rateros con los que usted nunca debió dialogar, y nunca debió cogobernar a controlarlo todo, convenciendo a la gente con la que usted hoy no se encuentra, que “antes estábamos mejor”.  Si ello ocurre a causa suya, presidente, no habrá traje que disfrace su debilidad.

Cambio y fuera.

[PANAL DE IDEAS]

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