
¿Por qué miras la paja que hay en el ojo de tu hermano y no ves la viga que está en el tuyo? Esta parábola bíblica resume bastante bien la situación del Ecuador, y es que en el país todos los dardos apuntan a la política pública como si fuera la única responsable de la crisis. Razones no faltan.
Efectivamente considero que desenredar la madeja de la crisis comienza con poner un alto a ese tamaño del Estado anómalo, amorfo e ignomioso. Este Estado no solamente quita recursos al resto de la economía, impone además una carga financiera excesiva a partir de sus efectos en el riesgo país, que ahuyenta cualquier expectativa de inversión. Esta es imprescindible para sostener el crecimiento económico y la paz social; así como dar paso al rebalanceo y corrección de las distorsiones de todos sus precios relativos en materia de impuestos, tarifas, tasas, salarios y subsidios.
Hacerlo influirá positivamente en la percepción de la gente y, en especial la de los inversores, que podría hacer cambiar esas expectativas totalmente negativas que tienen los agentes económicos en una nueva dirección hacia el optimismo de mediano y largo plazo. Y, es que no hay nada más peligroso para el futuro de los ecuatorianos que no se desmonte ese país de fantasía que nos vinieron dibujando durante tantos años las huestes correistas. A ello, los economistas le llamamos el sinceramiento de la economía.
un diagnóstico económico correcto debe proclamar y defender que las decisiones del mercado muchas veces son preferibles a las del burócrata, que la inversión privada es lo mejor para generar empleo, que la reducción de impuestos es buena para los pobres, que la seguridad jurídica promueve el crecimiento, que el Estado tiene que liberarse de su sobrepeso, que la tramitología no favorece
Pero la pregunta que falta responder es: ¿Este ajuste del tamaño del Estado y corrección de los precios relativos públicos es el alfa y omega de la solución de la crisis en Ecuador? Me parece que no. Va siendo hora de que el sector privado vea la viga que tiene en su propio ojo. ¿Acaso podemos olvidarnos que tenemos un sector privado clientelar que se siente muy cómodo con las protecciones arancelarias y otras tantas regulaciones que nos alejan de la libre competencia? Las cámaras de la producción hacen una verdadera apología de la falta de competitividad que apuntan a la política salarial y tributaria como los grandes responsable de todos sus males. En buena parte tienen razón. ¿Pero no será de comenzar con un mea culpa? Porque no se puede olvidar los excesivos márgenes de comercialización en muchos sectores, en las grandes prebendas que reciben del Estado benefactor y otras ineficiencias propias a su entorno.
En definitiva, un diagnóstico económico correcto debe proclamar y defender que las decisiones del mercado muchas veces son preferibles a las del burócrata, que la inversión privada es lo mejor para generar empleo, que la reducción de impuestos es buena para los pobres, que la seguridad jurídica promueve el crecimiento, que el Estado tiene que liberarse de su sobrepeso, que la tramitología no favorece sino a burócratas inoficiosos y, sobre todas las cosas, que se debe premiar y no castigar la creatividad y la toma de riesgos. Pero tampoco hay que olvidarse que las correcciones a la economía también pasan, y fuertemente, por el lado privado a efecto de sincerar completamente la economía ecuatoriana.
Respecto a esta larga y complicada agenda, lo único que me cuesta trabajo imaginarme es que la izquierda y el populismo todavía pidan pista después del desastre absoluto que provocaron en nuestro país durante los últimos 13 años.
[PANAL DE IDEAS]
[RELA CIONA DAS]




NUBE DE ETIQUETAS
[CO MEN TA RIOS]
[LEA TAM BIÉN]



[MÁS LEÍ DAS]



