
No importan las preguntas que nos pongan en la Consulta Popular. Causarán debate de cualquier manera. No importan las buenas intenciones de Lenín Moreno. El pasado y el fantasma de Rafael Correa lo perseguirá en toda su gestión, dure lo que dure. No importa que los juicios por corrupción avancen y otros se abran. Incluso si la justicia actúa de manera imparcial y lleva los huesos de los jerarcas del correísmo tras las rejas. Nada importa.
La pregunta de fondo que considero debemos hacernos los ecuatorianos es de qué nos puede servir tanto escándalo. Qué debemos pensar en el día a día, que salimos a trabajar. Cómo debemos actuar si, incluso, alguien conocido, alguien admirado, alguien querido, puede estar inmiscuido en semejantes actos de corrupción. Empezando por el mismo Jorge Glas o Rafael Correa, quienes eran apreciados por los ahora desencantados y traicionados militantes.
Qué podemos enseñar a las nuevas generaciones. Qué debemos hacer como ecuatorianos cuando el presidente Lenín advierte que ahora llaman revolución a cualquier pendejada… y lo mismo puede decirse de otros aspectos de la vida, en el mismo periodismo, la economía, la educación, la política, la vida de pareja…
Este sacudón que estamos sufriendo en Ecuador no puede ser en vano. No podemos llegar a viejos y en las sobremesas familiares recordar, como lo hacen ahora, que nadie se salva. Corrupción desde el alfarismo, pasando por el velasquismo, recordando cómo se enriquecieron algunos militares en la dictadura, el lleve en el bucaramato, el gutierrismo, el millonario robo de plata y libertades durante el correísmo… Que ahora son torcidos los públicos y los privados. Los dirigentes deportivos no se salvan, como Luis Chiriboga quien estuvo involucrado en el Fifa Gate.
Cuántas veces se ha hablado de limpiar las élites, donde ahora hay un par de empresarios hambrientos de reconocimiento y que son capaces de traicionar los preceptos del grupo que defienden con tal de conseguir un puesto en el gobierno… ser ministros. Parece que hemos involucionado. Y que ser corrupto está de moda.
Es obvio que ante semejante encrucijada no hay una sola respuesta. Aunque el país debe empezar a discutir: de qué nos puede servir tanta podredumbre. Apenas puedo esbozar dos ideas para enfrentar la larga patraña de la política ecuatoriana. La primera que el pueblo es el que tiene todo el poder y, la segunda, que debemos aprender a amar las libertades. El debate está abierto.
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