
La tensión en Quito está al máximo. A esta hora, domingo, 19:00, hay varios audios que se han difundido en los chats barriales y ciudadanos.
En estos se indica que, desde el lunes, la protesta sería más dura en contra de la ciudad. Piensan cercarla. Que nadie circule en las vías. Están dispuestos hasta romper los vidrios de los vehículos. El gremio de los taxistas no sabe quiénes son los que convocan. Ellos no están con la protesta. Pero las amenazas se han propagado.
La Conaie no da su brazo a torcer, pese a las primeras reuniones con el Gobierno son una evidencia avances. Los contactos ya los mencionaron los propios involucrados, el presidente Guillermo Lasso, y el líder de la Conaie, Leonidas Iza. Asimismo, el presidente de la nueva mayoría de la Asamblea, Virgilio Saquicela.
Aunque quienes hablan en los audios puede que les gane el cabreo por la espinosa coyuntura, provocan nerviosismo e indignación en quienes los escuchan. Esa no es buena estrategia. Causar miedo a la población no suele resultar tal y como lo piensan los provocadores.
Desde la semana pasada ya se han visto muestras de organización ciudadana, barrial, para despejar las vías. Con palos, cadenas, piedras, en las manos. Todo sazonado con la ira.
Sin una Justicia firme para procesar a los manifestantes violentos o infiltrados, con laxitud de la fuerza pública (como el ataque al convoy militar en la Mitad del Mundo), y con una mayoría de ciudadanos temerosos, se dan las condiciones adecuadas para que los ciudadanos se organicen de una forma violenta
Pero eso no es todo. Hay una alerta que pudiera cambiar para siempre el rumbo de la ciudad. Y este tiene que ver con el aparecimiento de los quiebra-huelgas. Es un término que lo escuché, por primera vez, la mañana del viernes pasado.
Los quiebra-huelgas serían, en palabras de quienes ya tienen la idea, un grupo de personas dedicadas a repeler duramente a los manifestantes violentos.
Pero eso no es todo. Pudieran estar encapuchados, con algún tipo de adiestramiento, incluso armados. Movilizados en vehículos sin placas.
Hay personas que están muy asustadas y molestas con la poca respuesta de los uniformados ante los bloqueos y amenazas en las calles de la capital. Claro, según ellos.
Sea que esto se concrete o no, sin Justicia firme para procesar a los manifestantes violentos o infiltrados, con laxitud de la Fuerza Pública (como el ataque al convoy militar en la Mitad del Mundo), y ciudadanos temerosos, se dan las condiciones adecuadas para que los ciudadanos se organicen de otra forma.
Por eso, mil veces el uso progresivo de la fuerza para reprimir a los manifestantes armados, antes que los quiebra-huelgas. Mil veces los uniformados, que encapuchados imponiendo orden.
El diálogo es la vía. Y ese proceso requiere de prudencia, agudeza y muchísimas certezas. La primera es eliminar la violencia y la desestabilización. Que desaparezcan los fusileros de las marchas, y nunca aparezcan los quiebra-huelgas en nuestra ciudad.
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