Sí, ¿a quién se le puede ocurrir el cometer semejante dislate en un asunto tan delicado en materia de política exterior?
El señor Jorge Glas, que es llamado por la justicia ecuatoriana a responder por delitos comunes de peculado, después de haber cumplido ya cinco años en prisión por otros delitos, es decir que ya tiene antecedentes penales, tomó la decisión de refugiarse en la embajada de México en Quito y solicitar asilo diplomático para evadir rendir cuentas ante la justicia nacional.
En esta circunstancia, más de dos meses después de su ingreso a la embajada mexicana, a la cancillería ecuatoriana se le ocurre algo inaudito: enviar una comunicación escrita y formal solicitando la autorización para entrar en la embajada y capturar al exvicepresidente para que responda ante los requerimientos judiciales del Ecuador.
¿A quién en el gobierno se le pasó por la cabeza tomar una decisión tan absurda? Un irrespeto total a la convención de Caracas sobre el asilo de 1954 y un irrespeto a México que, por su lado, respondió prontamente a través de su canciller en el sentido previsible que tal pedido era improcedente e inatendible por razones de soberanía nacional y, además, porque su país siendo signatario de la convención debía hacer un análisis del caso antes de tomar una decisión. Aclaró que no hay plazos para tal efecto.
Por supuesto que la primera responsable de este disparate es la canciller que a su vez tiene el encargo de implementar la política exterior del país, aunque la responsabilidad suprema es la del presidente Noboa quien define esa política.
La primera responsable de este disparate es la canciller, que a su vez tiene el encargo de implementar la política exterior del país, aunque la responsabilidad suprema es la del presidente Noboa
Ahora bien, para llegar a la decisión de enviar una comunicación debemos entender que no se debe a una repentina calentura del presidente, esperemos que no sea así, ni de la canciller, esperemos que tampoco, sino de obedecer a un proceso previo de estudio y análisis por parte de asesores y especialistas en la materia que no dudo tiene la cancillería y probablemente la presidencia.
Esto explica mi pregunta inicial: a quién se le puede ocurrir tomar una iniciativa de esta naturaleza sobre un tema tan delicado como el de requerir a la embajada de México autorización para detener al señor Glas en sus predios que en derecho internacional se consideran como territorio mexicano.
Resulta increíble y parece que imposible que entre todos los especialistas citados no haya uno, aparte de algunos de carrera que si saben de lo suyo, que le haga ver al presidente y sobre todo a la canciller la improcedencia de tal despropósito.
Todos los que medianamente conocen de diplomacia saben que, una vez iniciado el procedimiento del asilo diplomático, el único país que puede decidir la suerte del asilado es el país asilante y por más que haya un requerimiento formal para que salga de la embajada por parte del país que quiere impedir que se haga efectivo el asilo, nada le obliga a conceder esa autorización salvo que considere que no es un perseguido político y que por tanto le niegue el asilo y le invite a salir de sus instalaciones.
¿A quién se le ocurre, por lo demás, hacer el pedido por escrito y divulgarlo por la prensa? A ver qué pasa, como se le atribuye al viceministro de Gobierno haber dicho, que parecería ser el vocero para todo asunto llamativo y que le dé presencia pública. Con este torpe procedimiento Ecuador queda como ignorante del contenido del convenio sobre asilo diplomático del cual somos miembros. Lamentable.
Estas son circunstancias sensibles y delicadas que deben gestionarse con sigilo y con mucho tino, pero también con firmeza, para que no se vayan a deteriorar las relaciones con México y la buena imagen del Ecuador, respetando siempre la letra de los tratados internacionales.
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