
La corrupción en Quito es un tema que nadie quiere tocar en profundidad. Pese a que hay varios personajes que ya han mostrado su ánimo para ser candidatos a la Alcaldía. Pese a que la ciudad sufre las consecuencias de los funcionarios que se acostumbraron a servirse de los fondos municipales y no servir a los ciudadanos.
La pandemia dejó ver, más claramente, que Quito necesita de cambios radicales en el control de la corrupción.
Las contrataciones cuestionadas, que todavía están en los tribunales, no son los únicos casos. En las otras investigaciones en las que posiblemente hay corrupción, incremento ilegal de precios, omisiones en proceso de contrataciones, empresas vinculadas, no hay resultados. Menos en los pedidos de coimas para aceitar los trámites rezagados, que parecen mitos y no realidades ya que no hay procesos judiciales en curso.
Los candidatos tienen una responsabilidad enorme al buscar una Alcaldía que tiene como sinónimo la palabra corrupción. Es una percepción, sí, pero, según las encuestas, es el quinto problema más grave de la capital.
El cambio tiene que venir con transformaciones en leyes y ordenanzas, compromisos anticorrupción de las entidades municipales, mayor acceso a la información, pero sobretodo mano dura de las más altas autoridades.
El actual alcalde Santiago Guarderas inauguró su llegada al Municipio con un Código de Ética que tiene reglas para evitar la corrupción. Esto a raíz de los escándalos de la administración de Jorge Yunda.
Los candidatos tienen una responsabilidad enorme al buscar una Alcaldía que tiene como sinónimo la palabra corrupción. Es una percepción, sí, pero, según las encuestas, es el quinto problema más grave de la capital
Sin embargo, hay casos rezagados de la administración de Augusto Barrera, de Mauricio Rodas y del propio Yunda. Ni Rodas fiscalizó profundamente a Barrera. Ni Yunda a Rodas. Y Guarderas espera todavía por los informes de Contraloría sobre las denuncias, ya que maneja sus propios tiempos...
La ciudad arrastra este pasado, que lastima al poder político municipal.
Por eso, los candidatos a la Alcaldía deben dar una muestra contundente de integridad, honestidad y transparencia. Muchos no podrán hacerlo, porque cargan en sus hombros la complicidad con administraciones municipales anteriores, como facilitadores de privilegios para ellos mismos y sus amigos o amigas. Esas son las consecuencias del pragmatismo cínico.
Antes que rabiosas declaraciones por las nefastas amnistías, debieran transparentar sus intenciones para llegar a la Alcaldía. Incluso los fondos que usan o usarán en la campaña.
¿Entrar para hacer negocios? ¿Favorecer a sus amigos con contratos? ¿Repetir la historia reciente de la capital? No.
Según Quito Honesto, de octubre a diciembre del 2021, calificó 13 denuncias y 32 quejas fueron direccionadas a otras dependencias. Pero hasta octubre del 2021, en la Dirección de Investigación de esa entidad se encontraron 52 denuncias rezagadas de los años 2019, 2020 y 2021.
La capital no necesita de otra autoridad que se siente sobre los papeles. Las pruebas de corrupción. Sino que las saque a la luz y las denuncie sin compromisos.
Los quiteños debemos tener cuidado de que el reclamo por las amnistías sea el caballo de Troya para la vuelta del pasado. De personajes de uñas largas y hambres atrasadas.
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