
La economía ecuatoriana está sumida en una profunda crisis. Formalmente, según los últimos datos del INEC a mayo/junio 2020, el empleo adecuado alcanzó el 20.18%, el desempleo 16.82% y el subempleo 34.72% de la PEA, que de no revertirse en un horizonte cercano, tendrá graves consecuencias en términos de pobreza, oportunidades, movilidad social, distribución del ingreso, delincuencia y otros indicadores sociales. Hay pocos precedentes de situaciones tan críticas como la actual.
La COVID 19 ha sido letal para el empleo en Ecuador. Entre diciembre 2019 y mayo/junio 2020, la tasa de empleo adecuado perdió casi 28 puntos porcentuales, mientras el desempleo aumentó 11.87 y el subempleo subió 17.74. Sin embargo, no parece haber plena conciencia en la clase política y sobretodo en los dirigentes sindicales, sobre que este agudo deterioro en el mercado laboral tiene un componente estructural que va más allá de los coletazos de la pandemia y que se explica en parte por el diferencial negativo entre el crecimiento del PIB y los salarios reales que viene desde 2015, regularidad empírica bien respaldada desde un punto de vista teórico para explicar el empeoramiento de los indicadores laborales.
En efecto, la desaceleración del crecimiento económico, a un promedio de 0.51% entre 2015 y 2019, es notablemente menor que el aumento de los salarios reales que lo hace a un crecimiento promedio cercano a 2.47% en este mismo periodo. Como resultado de esta inconsistencia entre la evolución salarial y el cuasi estancamiento de la actividad, el ajuste del mercado laboral ya se iba materializando por cantidad, como se puede desprender de una caída de 8.37 puntos en el empleo adecuado, y un aumento del desempleo en 0.41 puntos y de 5.27 puntos en el subempleo del 2015 al 2019.
Como resultado de esta inconsistencia entre la evolución salarial y el cuasi estancamiento de la actividad, el ajuste del mercado laboral ya se iba materializando por cantidad, como se puede desprender de una caída de 8.37 puntos en el empleo adecuado, y un aumento del desempleo en 0.41 puntos y de 5.27 puntos en el subempleo del 2015 al 2019.
Ecuador tiene un enorme desafío en materia laboral para recuperar los niveles de empleo de inicios de 2015. ¿Podremos hacerlo? La respuesta es “depende” como se vayan desenvolviendo en los siguientes años la actividad económica y el precio del trabajo, los grandes determinantes de la demanda laboral.
Apostar a la recuperación de la actividad económica como impulsor del empleo se ve insuficiente, ya que mientras el entorno externo apunta a una lenta recuperación -muy lejos de la v-, tampoco hay expectativas de un rápido aumento de la demanda interna o del crecimiento potencial, al menos en el horizonte previsible.
Por el lado de los precios (salarios) del trabajo, será casi imposible mejorar los indicadores del mercado laboral, si se mantiene la tendencia de una expansión de los salarios reales mayor o igual al crecimiento del PIB, sea cual fuere el crecimiento económico. Será más probable hacerlo, cuando la evolución salarial internalice definitivamente este complejo panorama, con variaciones reales muy inferiores a la expansión del PIB e incluso negativas.
Por lo tanto, para evitar que la sombría situación del empleo se prolongue, serán necesarias políticas laborales bien focalizadas a reducir los costos de contratación salarial y por esta vía privilegiar el aumento del empleo. Los políticos en tiempos de campaña tienen la palabra para llegar a acuerdos que sean socialmente viables.
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