
Ingeniero Ambiental por la Universidad de Cuenca. Maestro en Ciencias de la Sostenibilidad por la Universidad Nacional Autónoma de México.
Las apuestas y la opinión experta no lo dan como favorito. Favoritos son Tadej Pogacar y Wout van Aert. Tadej viene de ganar la carrera reina del ciclismo, el Tour de Francia, por segunda vez. Wout se ha confirmado como el ciclista más completo, haciendo “hat trick” perfecto en Francia: una etapa de contrarreloj, una al sprint y una de montaña. Tadej tiene tres gregarios, uno de lujo como Roglic, y dos, Polanc y Tratnik, dispuestos a trabajar por él hasta la extenuación. Wout tiene uno más, cuatro en total, entre los que se cuentan el último campeón olímpico, Van Avermaet, y Evenepoel, el otro niño prodigio, el llamado a darle equilibrio a la fuerza frente al poderío de Pogacar.
Richard, o Billy, como se hizo llamar en Francia, solo tiene un gregario, Jhonatan Narváez, uno que tendrá que valer por tres y hasta por cuatro. Lo que hará Richard no será posible sin Jhonatan. Richard nació en los Andes, en un lugar al que llaman “la Playa”; Jhonatan viene de Sucumbíos, de un lugar llamado “el Playón”, entre los Andes y la selva amazónica. ¿No son acaso el reflejo perfecto de un país con más regiones que tamaño? ¿De un país inexorablemente ligado y unido en su enorme diversidad?
Richard y Jhonatan recorrerán 234 kilómetros en poco más de 6 horas, más o menos la distancia entre Lago Agrio y Tulcán (255 km), las capitales de sus provincias. Pero esta vez, en lugar de seguir la ruta que sigue el sol entre la selva y los Andes, paralela a la línea que da nombre a su país, ellos recorrerán una isla en donde, según dicen, nace el sol, en una ruta marcada por la presencia del emblemático monte Fuji, volcán nevado. Es que la gesta que van a escribir tiene que ser así de poética, no puede ser de otra forma: en la isla del sol naciente, como testigo un volcán nevado, dos hombres nacidos en playas de los Andes y la selva, escribirán parte de la historia del país de islas, playas, Andes, volcanes nevados y selva, y el más bendecido por el sol.
Da comienzo la carrera. Son las 11 am del sábado en Japón, las 9 pm del viernes en Ecuador; esta vez, hasta el tiempo tendrá que dejarse recorrer sobre unos cuantos pares de ruedas. Ocurren los primeros intentos de fuga, hasta que finalmente 8 hombres se van adelante (en ciclismo, fuga es la acción que emprende uno/a o varias ciclistas para adelantarse al pelotón). Richard y Jhonatan van en el pelotón, junto con los 4 colombianos, el tico Amador, coequipero de ambos en INEOS, y los equipos de 3, 4 y 5 ciclistas, en su mayoría europeos.
No habrá mayores cambios en la clasificación en los primeros 180 km, con casi 5 horas de carrera. Pero el pelotón, que ha mantenido un ritmo fuerte, ahora acelera para dar caza a los fugados, que ya no son 8, sino 5; la ventaja, que había llegado a ser de 20 minutos, se va acortando rápidamente, gracias sobre todo al trabajo de los equipos de Italia, Bélgica, Eslovenia y Países Bajos. Los ecuatorianos y colombianos siguen en el pelotón, Amador se queda. También se queda Valverde, el gran campeón español, y varios kilómetros después se quedan el esloveno Roglic y el británico Thomas, disminuido por una caída a las primeras de cambio.
La fuga es cazada y ahora, faltando unos 50 km, viene lo bueno: los ataques, la ascensión por el paso de Mikuni, el repecho del paso de Kagosaka, y el descenso y la parte final (en ciclismo, un ataque se refiere a una aceleración fuerte y rápida para dejar atrás y desprenderse de ciclistas rivales). Ataca primero Evenepoel y se le unen el irlandés Dunbar y el estadounidense McNulty; el ataque no prospera. Mientras, Jhonatan se va quedando atrás, después de casi 200 kilómetros conmovedores de trabajo para Richard. Ahora ataca Tadej, dos salen a evitar que se escape, pero quien cierra el hueco, mostrando que viene fuerte, es Richard en persona. Wout sufre, se queda sin gregarios y parece que le empieza a faltar energía, pero logra cerrar el hueco también. Los equipos se desarman: la carrera había empezado con 128 competidores de 57 países; las medallas se las van a jugar 12 ciclistas de 12 países, y uno de ellos es ecuatoriano.
Quedan 25 kilómetros y los 12 ciclistas siguen ascendiendo el Mikuni. En kichwa, mikuni es la conjugación en primera persona del verbo mikuna, “comer”, lo que vendría a ser “(yo) como”. ¿Quién será el “yo” que tiene hambre de gloria?
Quedan 25 kilómetros y los 12 ciclistas siguen ascendiendo el Mikuni. En kichwa, mikuni es la conjugación en primera persona del verbo mikuna, “comer”, lo que vendría a ser “(yo) como”. ¿Quién será el “yo” que tiene hambre de gloria?
Richard, o locomotora del Carchi, como le decimos en Ecuador debido al narrador Mario Sábato, había dicho, pocas horas antes de la carrera, que “no todos los días hay oportunidades con la lotería”. Humilde como es, le dice lotería a la acción de estar en el lugar preciso, en el momento preciso, y hacer exactamente lo que el momento requiere de él. Dos veces había atacado en el Tour de Francia, y las dos veces fue cazado, la primera en línea de meta, donde duele un poco más. Esta vez no atacará, simplemente esperará su momento.
Es McNulty quien ataca con potencia, y solo Richard, que viene justo detrás de él, instintivamente, le sigue el ritmo, y aprieta. Se turnan para ser locomotora y vagón, y van abriendo la brecha. 14 segundos, los 10 que van atrás no se ponen de acuerdo para seguirles el ritmo. 20 segundos, atrás se miran las caras, “aprieta tú”, “no, yo vengo cansado de Francia”, “vamos, se nos van”. Adelante van con leño verde, la diferencia aumenta, 26 segundos.
Son las 3 de la mañana en Ecuador. Levántense, concentren su energía, preparen las lágrimas, el podio es casi un hecho.
Richard y McNulty coronan el Mikuni y descienden juntos, sin dejar de darse relevos. Atrás, dejan que Wout haga el gasto. Faltan 10 kilómetros, y la diferencia sigue en más de 20 segundos. Wout no se resigna a pelear por la de bronce, aunque parece que sus compañeros de caza sí; aprieta y la diferencia comienza a bajar. Richard y McNulty se dan vuelta, el grupo de caza se acerca. Faltan 6 kilómetros, McNulty no da más, y Richard, sin atacar, sin levantarse del asiento, mete un leño más al fuego, el rojo, y se va solo.
Bueno, solo no. En el Carchi ya casi toda la gente está despierta y levantada. En todo el país también hay gente pendiente, emocionada y ansiosa. La diferencia aumenta con cada kilómetro, 30 segundos, 37 segundos, 43 segundos. McNulty es cazado y el grupo está resignado a pelear las de bronce y plata. No hay quien siga el ritmo de la locomotora y su fuego de sol recto y volcán.
Las apuestas y la opinión experta no lo daban como favorito. Él mismo dijo que sería una lotería. Por suerte, antes, mucho antes, él había dicho esto: “los sueños no están solo para verlos reflejados como en un espejo; los sueños se hicieron para cumplirse”, y cuando una persona tiene tanta determinación, es constructora de su propia suerte, y
las apuestas y la opinión experta poco importan.
Richard gana y desborda emoción en la línea de meta. Mete más de un minuto de ventaja a auténticos monstruos del ciclismo. Tadej y Wout, que venían a pelear la de oro, pelean, con igual pasión, por la de plata. Grandes ciclistas y grandes competidores, felicitan y abrazan a Richard. El abrazo más sentido es con Jhonatan, que llega en puesto 47, a poco más de 10 minutos. Jhonatan llega con la mayoría de gregarios de los otros países; después de todo, él tenía que valer por tres, y lo hizo. El viaje y la ruta la hicieron juntos, el triunfo es de los dos.
Y el triunfo es del pequeño país favorito del sol. Richard, en la emoción, dice que el Ecuador no lo apoyó, que el triunfo es suyo; se refiere al estado ecuatoriano, al gobierno, porque él tiene muy presente el cariño que le tienen en Carchi y en todo el país, y el apoyo que le dan sus paisanas, allá donde va, desde Italia, pasando por España, Francia y Suiza, a Japón. Es lo que tiene haber tenido gobernantes que confunden Estado, gobierno, partido y hacienda: que a veces creemos que los gobiernos nos determinan, cuando debe ser al revés.
Un país es más que un gobierno o un estado. Es una comunidad social humana con una organización y un territorio común; nada más, pero nada menos. Y hoy, la comunidad social humana llamada Ecuador, se alegra por uno de los suyos, por uno, que, contra viento y marea, a pesar de su Estado y sus gobiernos, ha llevado el sentir y los colores del Ecuador a lo más alto del monte Fuji y del monte Olimpo.
Richard, esta victoria es tuya; tuya y de Jhonatan. Suya, de su familia, y de quienes les han apoyado siempre. La alegría, que también es suya, la compartimos con ustedes. Mil gracias Jhonatan, y gracias y mil veces gracias, Richard, campeón del infinito y campeón del Olimpo.
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