
PhD en Educación por la Universidad Católica de Lovaina, Maestro en Estudios Culturales y Desarrollo, Graduado en Economía. Ex gerente del Proyecto de Pensamiento Político de la SNGP. Docente universitario.
En un seminario sobre teoría estatal, el politológo Bob Jessop compartía interesantes reflexiones, de las cuales me sorprendieron dos: la primera decía que el Estado per se no ejerce poder, mas bien sus poderes (en plural) se activan cambiando los conjuntos de políticos que entran a gobernarlo. La otra, que parece obvia, concluía que es imposible gobernar sin las élites.
A una semana de las elecciones seccionales, recrear estas dos reflexiones me parece pertiente. En primer lugar, porque en muchos casos, como en el quiteño, se espera que la apatía e ineptitud vivida por el Municipo en estos cinco años termine. Es urgente que haya una reactivación de esos poderes a partir de un verdadero cambio de políticos en su dirección. De ahí vienen las primeras incógnitas. ¿Cuál es ese conjunto de políticos que significará el verdadero cambio en la administración? O desde la misma lógica: ¿cuáles son los políticos que no lo representan, cuáles son aquellos que camuflados siguen la herencia del nefasto alcalde Rodas y están prestos a cubrirlo en caso de hacerse con el Municipio capitalino?
Las respuestas a estas preguntas han asomado de manera profusa, tanto desde la revisión de hechos y acciones pasados que realizaron los diversos candidatos que participan por la Alcaldía, cuanto desde desde la mutua campaña sucia desarrollada, difundida en especial en las redes sociales.
A la hora de votar, mas allá de saber cuáles son los candidatos del continuismo y cómplices del alcalde que hace maletas y cuáles son los que representan el cambio y mejores días para una ciudad que en estos cuatro años ha decaído en todo sentido, está conocer los intereses que representan dichos candidatos. Mirar a los grupos de poder, elites económico-financieras, políticas, comunicacionales, corporativas, que están detrás de los candidatos dará una idea sobre que interéses privilegiará el flamante alcalde o a qué “señores servirá”.
A la hora de votar, mas allá de saber cuáles son los candidatos del continuismo y cómplices del alcalde que hace maletas y cuáles son los que representan el cambio y mejores días para una ciudad que en estos cuatro años ha decaído en todo sentido, está conocer los intereses que representan dichos candidatos.
Las ordenanzas municipales, la orientación administrativa de esa inmensa insitución llamada Municipio, hacia lo público o lo privado. El plan de ciudad (o la ausencia del mismo), las prioridades consideradas, entre otros, son elementos que permitirán ubicar los intereses que defenderá el flamante alcalde. Es imprescindible saber esto antes de votar, una vez electo será muy tarde… Quito lo vivió con Rodas.
Tristes experiencias ha vivido la ciudad en ese sentido, pero un denominador común de las administraciones municipales ha sido el entusiasta “apoyo” de las diferentes administraciones municipales a las empresas constructoras. Apenas se ha posesionado una nueva administración municipal, han comenzado los trabajos de repavimentación, nuevas aceras y bordillos, readoquinamiento...
No importa si el adoquinado gris aún sirve, hay que colocar otro de colores vivos; si era hexagonal ahora deberá ser rectangular… Lo que importa es hacer contratos, mostrar que se inicia con obra, aunque no esté inscrita en un plan estratégico, pero sobre todo pagar los compromisos de campaña. Desde el pago de favores o desde la dinámica de “progreso” se han buscado nuevos espacios para colocar cemento. Un ejemplo que me viene a la memoria fue las “mejoras” del otrora hermoso parque Gabriela Mistral, hoy convertido en mustia plaza adoquinada.
Diversos alcaldes han puesto su marca en el uso de lo público. Hace varias décadas, un importante segmento del parque La Carolina, fue cedido para que un grupo económico desarrolle su centro comercial. Desde entonces el CCI, se asienta sobre un espacio de todos los quiteños, rindiendo beneficio al pequeño grupo de dueños, por obra y gracias de ese alcalde que gustaba de la música clásica. Unas cuadras más allá nació otro centro comercial, sobre terrenos que fueran de la Empresa Eléctrica Quito. El centro comercial El Jardín, se irguió en esos terrenos, poco tiempo después de que concluyera su período como alcalde, quien luego sería un importante accionista del mall.
En este último decenio Quito vio multiplicarse la construcción de inmensos edificios de departamentos. Importantes firmas como Uribe & Schwarzkopf, son dueñas de imponentes construcciones para los estratos medios y altos de la ciudad. Esto solo fue posible gracias a acuerdos o apoyo de las autoridades municipales.
Y podrían citarse muchos más casos que van desde inmensos gastos pagados a empresas de comunicación y propaganda, hasta simples cerramientos metálicos de parques y veredas. Obras que reflejan de qué manera las autoridades en el municipio pagan favores o responden a los intereses de determinados grupos empresariales o comerciales.
Volviendo a la lapidaria reflexión de Jessop, no se puede gobernar sin las élites pero tampoco se puede gobernar exclusivamente para las élites. Entonces es necesario votar por aquellos candidatos que, por lo menos, consideren negociar con esas flores del poder, por aquellos que piensen en los intereses de otros sectores sociales, desde una visión de estadistas y que consideren la gobernabilidad como un proceso colaborativo entre múltiples actores. Se espera que las próximas autoridades municipales signifiquen esos cambios que dinamicen los poderes de los diversos gobiernos locales. Se espera un burgomaestre que no sea la marioneta de las élites económicas, políticas, comunicacionales…
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