Magíster en Estudios Latinoamericanos, mención Política y Cultura. Licenciado en Comunicación Social. Analista en temas de comunicación y política.
¿Cuánto más deben soportar los ciudadanos a dirigentes como Leonidas Iza y otros tantos que, sobreexplotando su condición de minoría étnica, se creen con derecho a convulsionar el país las veces que les venga en gana? ¿Hasta cuándo la inacción del sistema de justicia seguirá revistiendo de impunidad a quienes hacen de la agitación y la amenaza su modo de subsistencia política? ¿Cómo es posible que se continúe perjudicando a los ciudadanos del campo y las urbes por las pugnas entre un Estado regateador y dirigencias pedigüeñas que cabildean apoyos —con actores propios y extraños— para convertir la recusación sesgada al Gobierno de Lasso en argumento suficiente para pedir a gritos su salida?
Señor Iza, ¿con quién converge su pedido de renuncia al Presidente de la República? ¿Con el de los ciudadanos que están frustrados con un régimen que los defrauda a diario y que pese a ello jamás apostarían por usted y menos aún por un golpe de Estado? ¿O con el de una élite política de baja credibilidad y aceptación, que —atrincherada en la Asamblea Nacional— busca dar el salto arribista hacia Carondelet sin sustento legal ni apoyo popular? ¿Por qué insiste en su pedido de renuncia al Presidente Lasso? ¿En realidad quiere una salida “menos traumática y más digna” para los problemas del Ecuador? ¿O su verdadera intención es entregar el país a una marioneta de los caciques políticos, para que esta asuma la responsabilidad de aplicar la “muerte cruzada” y convocar —posiblemente con nuevas autoridades y al calor de los resultados del 5 de febrero— a la elección de un nuevo mandatario (binomio presidencial) y nuevos legisladores antes del 2025? ¿Es consciente que los resultados electorales de Pachakutik reflejan solo el acierto en la selección de candidatos, más no el apoyo del electorado a la organización que los auspició? ¿Quién aspira que gane?
¿Qué quiere señor Iza? ¿Ser el Gran Timonel del Ecuador, así como Mao Zedong lo fue de China? Posiblemente sí, aunque usted no tiene el mismo quilate político-intelectual de Mao, solo su espíritu carnicero y beligerancia. La cual espera desembocar en algún conflicto de calle para que su intento de best seller, Estallido, se haga realidad. Esta es su única propuesta política, conducir el famoso “tractorcito” —que es un vehículo cuatro por cuatro— para llevar al Ecuador hacia el comunismo indoamericano. Pero como el trayecto hacia ese totalitario experimento utópico —que fracasó en el siglo pasado— es difícil de recorrer, ahora prefiere circular por el mismo camino del correísmo; aunque esto implique atropellar no solo a la institucionalidad del Estado, que se encuentra al borde del desahucio por sus propias contradicciones e incoherencias, sino también atentar contra la paz imperfecta del país, herida de gravedad por la presencia tangible de la delincuencia organizada y la narcopolítica.
¿A quién o a quiénes se debe señor Iza? ¿Quiénes financian sus berrinches de calle, paros y movilizaciones de tinte pendenciero? Sí, es cierto, no hay fotos ni un acta que dé cuenta de un pacto formal entre la actual dirigencia que preside en la CONAIE y el líder de la Revolución Ciudadana, el expresidente Rafael Correa
¿A quién o a quiénes se debe señor Iza? ¿Quiénes financian sus berrinches de calle, paros y movilizaciones de tinte pendenciero? Sí, es cierto, no hay fotos ni un acta que dé cuenta de un pacto formal entre la actual dirigencia que preside en la CONAIE y el líder de la Revolución Ciudadana, el expresidente Rafael Correa. Lo cierto es que, en el contexto de las elecciones presidenciales de 2021, el propio candidato de Pachakutik, Yaku Pérez Guartambel, dijo que “dentro del movimiento indígena habría vertientes vinculadas al correísmo y ahí se puede ver, de acuerdo a los textos que todos conocen, que el presidente de la CONAIE es muy próximo al correísmo”. Además, la opinión pública no es ingenua, percibe con mucho tacto cómo operan acuerdos de facto sobre temas puntuales, entre ellos, el desgaste progresivo al régimen de Lasso en la calle.
Situación que no nos debería sorprender, pues los dirigentes de izquierda —o al menos quienes dicen identificarse con ella— casi siempre han utilizado como estrategia para dignificar sus mescolanzas políticas (e incluso electorales) la denominada “unidad de acción”. Así ocurrió cuando las centrales sindicales se juntaron en el siglo XX para enfrentar la dictadura civil de Velasco Ibarra; también cuando las organizaciones sociales y políticas abarrotaron las vías de la capital para expresar su inconformidad con el Gobierno de Correa. No obstante, los tiempos han cambiado, esta “unidad de acción” con el correísmo no es ni de lejos la versión remasterizada de La Gloriosa del 28 de mayo de 1944, ni Lasso es Arroyo del Río, y ni usted, señor Iza, ni el expresidente Correa son Velasco Ibarra.
La ideologización coagulada del odio no puede ni debe seguir siendo, señor Iza, su plataforma política en la CONAIE, con la que —al buen estilo de Vachagnon— recolecta todos los desequilibrios de nuestra sociedad, para materializarlos a través de amenazas, chantajes, expresiones iracundas y hasta violentas con las que justifica su repudio a la democracia. “Violencia revolucionaria” que, dirigida por una pequeña burguesía indígena con discurso progre, pone en evidencia la nostalgia de algunos actores por tumbar presidentes.
¿Es esa la solución? ¿El retorno al pasado? ¿Merece esto el Ecuador?
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