
Nueve masacres carcelarias y 398 presos asesinados en 19 meses es el saldo que dejó el estallido de la violencia narcodelictiva en Ecuador. El asesinato de Leandro Norero volvió a destapar una basta infraestructura criminal que abarca milicias privadas, redes de distribución de drogas, partidos políticos, líderes políticos y hasta policías. ¿Esto sucedió en las últimas semanas por ineficiencia estatal o se trata de un fenómeno más complejo y de más largo alcance? ¿En dónde se rastrean los orígenes de la instalación de un narcoestado en Ecuador?
La analogía de esto podemos encontrar en México, país de origen del cártel Jalisco Nueva Generación y de otros cárteles del narcotráfico y organizaciones narcodelictivas que han extendido sus tentáculos por todo el continente, atravesando las instituciones políticas, policiales y económicas de los países. Incluso Norero estuvo vinculado al cártel Jalisco Nueva Generación que es un grupo narcotraficante y traficante de armas de México, fundado en 2007 como un brazo armado llamado “Los Mata Zetas”. La organización es considerada como uno de los grupos criminales más peligrosos de México y es el principal rival del Cártel de Sinaloa. Ambas organizaciones delictivas, que mantienen una guerra desde el 2022, se disputan el control de territorio en el país, así como la demanda y flujo de droga desde ese país y hacia el exterior.
Esta guerra entre los cárteles mexicanos no emergió de la nada en los últimos meses. Al contrario, responde a un fenómeno político de más larga trayectoria.
Para entender lo que sucede hoy mismo en Ecuador se tiene que reconocer que el narcotráfico, la violencia carcelaria y callejera, así como el enfrentamiento entre las mafias responde a un fenómeno global, y, por sus redes de influencia, posiblemente aterrizó en el país hace varios años por influencia directa de los cárteles mexicanos. En el origen de estas organizaciones se pueden encontrar analogías que contribuyan a explicar cómo se permeó de narcotráfico, masacres, inseguridad y violencia el Ecuador de estos días.
Guillermo Trejo y Sandra Ley, ambos profesores de la Universidad de Notre Dame e investigadores del fenómeno del crimen organizado, en su estudio “Why Did Drug Cartels Go to War in Mexico? Subnational Party Alternation, the Breakdown of Criminal Protection, and the Onset of Large-Scale Violence” explican que la violencia entre carteles comenzó en el norte de México a principios de la década de 1990, pero rápidamente se extendió a otras partes del país, donde los cárteles de Tijuana, Juárez y Sinaloa se involucran en guerras territoriales importantes. Para 2006, tras 16 años de expansión, México estaba infestado de múltiples guerras entre cárteles.
¿A qué se debe el actual caos carcelario en Ecuador? ¿A que no hay un cártel dominante? ¿Cuál era ese cartel dominante, si acaso lo hubo? ¿Por qué el gobierno en el 2012, por entonces también de partido único en Ecuador, protagonizó un acuerdo de paz? ¿Qué entregó a las organizaciones narcodelictivas?
Según Trejo y Ley los sucesivos gobiernos del Partido Revolucionario Institucional (PRI), durante sus seis décadas de dominio unipartidario de la política nacional mexicana, instalaron las bases para la consolidación de un solo cartel del narcotráfico. Pero cuando el PRI perdió progresivamente el poder a partir del 2000, la alternancia de partidos políticos en el poder gubernativo se convirtió en un poderoso predictor de la violencia entre cárteles en México durante el período 1995 a 2006 porque los acuerdos políticos con la mafia quedaron insubsistentes.
De esta manera la alternancia política y la rotación de partidos en el poder gubernativo estatal socavaron las redes informales de protección que habían facilitado las operaciones de los cárteles bajo el gobierno de partido único. Sin protección, los cárteles crearon sus propias milicias privadas para defenderse de los grupos rivales y de las autoridades de oposición entrantes.
La mayoría de los estudios sobre la violencia del narcotráfico en México afirman que la competencia por las rutas del tráfico de drogas y el deseo de establecer o salvaguardar controles monopólicos motivaron a los cárteles a ir a la guerra. Suponiendo que las autoridades federales mexicanas fueran los actores principales en la provisión de protección para los cárteles de la droga, esto sugiere que la derrota del PRI a nivel nacional abrió una nueva era de violentas guerras territoriales. ¿La derrota de los narcopartidos en las elecciones regionales abrió la puerta para la guerra entre las mafias locales?
Existe un consenso en la literatura sobre la violencia del narcotráfico en México de que los funcionarios del gobierno bajo el régimen unipartidario regularon el negocio de las drogas y desarrollaron redes informales de protección para los cárteles de la droga. Trejo y Ley entrevistaron a varios gobernadores procedentes de partidos distintos al PRI y lo que testificaron es esclarecedor. Alberto Cárdenas, el primer gobernador opositor en el occidental estado de Jalisco (1995-2001), describe el gobierno del PRI como un caso de “narcopoder”. Zeferino Torre Blanca, primer gobernador opositor en el sureño estado de Guerrero (2005-2012), es explícito sobre el nexo político-criminal bajo el gobierno de un solo partido: “Antes los gobiernos del PRI regularon el crimen organizado” y “no hubo conflictos entre cárteles porque un cártel dominaba el negocio”.
Antes no hubo conflictos porque un cartel dominaba el negocio. ¿A qué se debe el actual caos carcelario en Ecuador? ¿A que no hay un cártel dominante? ¿Cuál era ese cartel dominante, si acaso lo hubo? ¿Por qué el gobierno en el 2012, por entonces también de partido único en Ecuador, protagonizó un acuerdo de paz? ¿Qué entregó a las organizaciones narcodelictivas?
@ghidalgoandrade
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