
La economía ecuatoriana atraviesa una situación crítica al finalizar el primer trimestre del 2021. Los indicadores fiscales, productivos, laborales y sociales están en rojo y piden a gritos desesperados un nuevo gobierno con un buen diagnóstico y criterio que los mejoren. Allí llegarán los bomberos de Lasso o Arauz, a tratar de apagar el fuego con sus diferentes visiones y teorías, para construir una nueva historia.
Considero que la principal diferencia entre Arauz y Lasso es el punto de partida y arranque de la política económica. Arauz propone un shock monetario que estimule la demanda rápidamente con la entrega de 1000 dólares para un millón de familias al mejor estilo del helicóptero de Friedman. Precisamente su instrumentalización tiene que ver con el otorgamiento de créditos al fisco por parte del Banco Central y esa apuesta por el rol del multiplicador monetario de los bancos comerciales, lo cual violenta el concepto de custodio de liquidez que tiene el Banco Central, pudiendo configurarse tres escenarios posibles para esta propuesta de política económica.
Un primer escenario es catastrófico, y se encuentra relacionado con la mala pasada que le podría jugar el mercado financiero, al reaccionar con virulencia mediante corridas bancarias y/o fugas de capitales a la propuesta de dejar sin un respaldo de liquidez uno a uno de los depósitos en el Central. Un segundo escenario configura la ausencia de problemas en el mercado financiero, pero la no consecución de la expansión del producto por una pendiente vertical de la curva de oferta agregada, que determina que solamente aumenten los precios ante este incremento de la demanda. El tercer escenario tendría que ver con resultados positivos de esta política en términos de un incremento efectivo del producto, pero que únicamente es transitorio, ya que los efectos de una expansión monetaria en el largo plazo son nulos, y eso no está en discusión en la academia seria, ni en el ejercicio activo de la política económica.
La probabilidad del primer escenario claramente no es cero. Arauz sabe esto, porque solo así se explica que hable de una cuarentena de dólares mediante una alza del impuesto a la salida de divisas y/o el congelamiento de activos, con el objetivo de tratar de frenar un poco la estampida de capitales al exterior que se podría venir en un escenario de malas expectativas. Si bien no se puede adjudicar una probabilidad exacta a cada uno de estos escenarios, creo que la suma de las probabilidades del primero y segundo escenario es superior a la del tercero, por lo que considerar esta política económica es demencial, ya que los costos esperados son mayores que los beneficios esperados al ponderar con las probabilidades de éxito y fracaso de cada escenario.
Lasso, de su parte, nos propone un shock de inversión que estimule la actividad económica de una forma más segura y sostenible, aunque seguramente más lenta. Su instrumentalización tendrá que ver con incentivos tributarios, facilidades a la contratación laboral, acuerdos comerciales, reformas estructurales en el Estado y seguridad jurídica. Acá no hay mucho espacio para especular sobre los diferentes escenarios posibles para este tipo de política, ya que se encuentran relativamente acotados y serán una función básicamente de los precios de los principales productos de exportación, de la propia confianza que tengan los agentes económicos sobre el avance del programa macroeconómico y del grado de tensiones sociales y viabilidad política que tenga la implementación de ciertas aristas que siempre son polémicas. Lo único que habrá que considerar fuertemente es no cometer los mismos de errores de Macri en Argentina, en cuanto a posponer en exceso la corrección de las finanzas públicas y la estabilidad macro.
Lasso nos propone un shock de inversión que estimule la actividad económica de una forma más segura y sostenible, aunque seguramente más lenta. Arauz propone un shock monetario que estimule la demanda rápidamente con la entrega de 1000 dólares para un millón de familias, al mejor estilo del helicóptero de Friedman
De esta contrastación de los shocks propuestos por los candidatos finalistas, se puede derivar algunas previsiones en términos de la posible política económica que se implementará en los siguientes años de acuerdo al candidato que resulte ganador.
Arauz seguiría insistiendo en el sector público como principal motor de la actividad económica, mientras Lasso le pasaría la batuta al sector privado.
Entiendo que Arauz se siente muy cómodo con el tamaño y nivel de eficiencia del gasto público de los últimos 14 años. Lasso en cambio iría por la evaluación de la política pública para ser más eficiente y que se priorice los programas públicos de alto impacto social que lleguen a los grupos más pobres y necesitados.
Arauz iría en la línea de los tributos fuertemente progresivos en la búsqueda de la tan mentada equidad, pero que al final del día espanta la inversión y aleja la posibilidad que lleguen nuevos y más grandes buques de inversión a puertos ecuatorianos, con lo que los objetivos de reducción de la pobreza y mejoramiento de la equidad tampoco son alcanzados. Lasso al contrario apostaría a la reducción impositiva generalizada en la medida que los desequilibrios fiscales se vayan relajando para estimular la inversión privada desde las micro, pequeñas y medianas empresas hasta las más grandes en una gran apuesta por el emprendimiento.
Arauz establecería nuevas restricciones a las importaciones, que si bien puede ser música al oído de ciertos empresarios y estimular la industria ecuatoriana en el corto plazo, los costos en términos del crecimiento económico son notables, además de las propias pérdidas del excedente del consumidor y del productor; costos y pérdidas que Lasso los conoce y al contrario propone transitar hacia un mayor aperturismo que está correlacionado directamente con el crecimiento económico de largo plazo y los efectos netos positivos en el bienestar de la mayoría de la población.
La estabilidad macro y la sostenibilidad de las finanzas públicas que es un activo bien preciado para cualquier economía, en la medida que es una condición sine qua non del crecimiento económico, puede preverse que estaría asegurada con Lasso, a diferencia de Arauz donde se avizora nubarrones muy negros en esta materia.
Las últimas encuestas se muestran mejor de lo esperado y pareciera que los próximos bomberos conectarán las mangueras a un tanque de agua y no a uno de gasolina, que hará extender el fuego y empeorar cada uno de los agregados económicos y sociales que pudieran generar estallidos sociales de imprevisibles consecuencias.
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