
Nadie se salva en Alianza PAIS, nadie, de ser autor, cómplice o encubridor de los delitos y abusos cometidos. Ellos lo saben y, visto que no hay manera de parar el derrame de corrupción que amenaza con cubrirlos a todos; los hasta ayer “orgánicos y leales” AP aparentan dividirse pero, en realidad se reagrupan. Calculan cuán cerca están de quemarse y según eso, unos ponen las barbas en remojo, refugiados en la amenazante inminencia del retorno Correa, y otros, hacen méritos para que Moreno ponga “las manos al fuego” en garantía de su impunidad.
Aunque parezca irrelevante, el Presidente cometió un error muy grave al emitir, desde el balcón de Carondelet, su primer certificado de confianza en un funcionario. Con ese gesto solamente reinicia el ciclo correísta de blindar a los acólitos con la jerarquía del poder. Es grave que el Presidente no entienda que lo único que le reserva algo de esperanza a este país es un proceso implacable de transparencia, en que veamos rodar las cabezas remojadas y quemar las manos en el fuego metafórico de la justicia, a ver si se aprende, de una buena vez, a no robar.
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