Desilusionados quedaron los que le aman y los que le detestan, el vuelo donde llega el ex presidente aterrizará en Guayaquil, a la madrugada, en tinieblas. Aparentemente el líder histórico, según sus huestes virtuales, no está muy seguro de que la cantidad y calidad combativa de sus admiradores sea tan contundente como para evitarle los cuarenta kilómetros de calle de honor que Quito preparaba.

Una visita furtiva del “comandante en jefe”, sin motivos concretos, sin entrada triunfal, sin agenda política ni mediática, es otro craso error de la fracción segunda, del ala tercera, del comité izquierdo de AP, que se aferra desesperadamente a los pies de barro de su ídolo para sobrevivir. Para el País será una oportunidad interesante de evaluar cuánto del populismo correísta queda, y si alcanza para ocultar el hedor a corrupción que envuelve y anuncia la presencia del tinieblo. Él, que ahora entiende la realidad desde un ático, llegará tránsfuga, por la ventana, y por la misma saldrá, al cantar el primer gallo.