
La política debería ser una actividad apasionante, inspiradora en la oportunidad de transformar y mejorar, de servir a la sociedad, de construir lo comunitario, de hacer historia. Una profesión que convoque a jóvenes y enorgullezca a viejos, pero en lugar de esto, es sinónimo de vergüenza y tristeza. Hemos llegado al punto en que se crea necesario para probar “honorabilidad” no ser militante, adherente o dirigente político. Que haga falta un referéndum que sentencie la “muerte política” para los corruptos.
El Presidente de la Asamblea, en su desafortunada plática con el ex contralor, logró la síntesis maestra del deterioro de lo político con la frase: “…yo no sé Baca a quién está respondiendo este rato...”, con ella expresa su convicción orgánica de que los servidores públicos, en especial las más altas autoridades, tienen un dueño particular, un amo al que se debe obedecer y responder, el problema consiste en adivinar a quién o en tener el poder de someterlos. Por esa sola oración, cuya veracidad reconoce sin ningún pudor, Serrano debería morir políticamente y los funcionarios de su tipo, nunca haber nacido.
[PANAL DE IDEAS]
[RELA CIONA DAS]





NUBE DE ETIQUETAS
[CO MEN TA RIOS]
[LEA TAM BIÉN]



[MÁS LEÍ DAS]



