PhD en Educación por la Universidad Católica de Lovaina, Maestro en Estudios Culturales y Desarrollo, Graduado en Economía. Ex gerente del Proyecto de Pensamiento Político de la SNGP. Docente universitario.
Mi pequeño hijo mira curioso un trozo de metal que cuelga en una máquina empotrada en alguna parte del Parque Bicentenario. Lo empuja y se maravilla ante el movimiento pendular que se acompaña por un chirrido. Es la pieza de una máquina de ejercicios que pende de un extremo y está suelta en el otro, al carecer de tornillos y tuercas, seguramente robados. Otra máquina que no sirve como tantas, que forma parte de esas que fueron instaladas hace más de diez años en los parques de Quito.
Esta máquina sin funcionar, oxidada, sin piezas, es una muestra de lo que ha ocurrido en Quito a todo nivel y que se resume en: inutilidad, abandono, latrocinio.
Esa máquina oxidada e inservible fue hace más diez años parte de una iniciativa municipal que diversificó los usos del espacio público. Una iniciativa como la bicicleta pública o la dotación de grifos de agua potable en diversos espacios de la ciudad. Fueron obras del ex alcalde Augusto Barrera, muy criticado en su tiempo, quizás con razón; pero que, como dice un vecino, a la larga resultó el menos malo de todos los que han dirigido nuestra ciudad desde entonces.
La bicicleta pública comenzó a morir en la administración de Mauricio Rodas, cayó en terapia intensiva al inicio de la administración de Jorge Yunda y murió como otra víctima de la pandemia, abonando con sus restos el negocio privado de los scooters. Los grifos de agua están secos, en su lugar hay un orificio oxidado y en muchos casos mana de ellos el líquido vital sin cesar.
Es que como dice la Ley de Murphy: algo que está mal, siempre puede estar peor. Así, la capital de los ecuatorianos, es ahora la ciudad con la mayor cantidad de pobres del Ecuador y se pudo estar peor en materia de administraciones municipales. Rodas y Yunda son la evidencia de esa cínica sentencia murphiana. Quito replicó los aciagos días de la Guayaquil de los 80, inundada por la basura, en los días de Rodas. Ahora es imposible imaginar en el corto plazo la clasificación de la basura y la generación de importantes procesos de reciclaje. Otro ejemplo: La administración Yunda, en el primer año gastó 215 millones de dólares en obra pública que favorecía a sus amigos y socios. La historia de siempre, se selecciona una calle que no implique gran movilización de maquinaria, se rompe su capa de asfalto, aun cuando no esté en mal estado y se asfalta otra vez. Entra una plata fácil para el contratista amigo del alcalde, amén de la coima respectiva...
Es que como dice la Ley de Murphy: algo que está mal, siempre puede estar peor. Así, la capital de los ecuatorianos, es ahora la ciudad con la mayor cantidad de pobres del Ecuador y se pudo estar peor en materia de administraciones municipales. Rodas y Yunda son la evidencia de esa cínica sentencia murphiana.
Se podrían llenar páginas analizando lo que no funciona, lo que está abandonado, lo que tiene robo, sobreprecio, chanchullo, viveza criolla… La crisis del trolebús, el aumento de la delincuencia e inseguridad, los parques y jardines con la hierba crecida, la falta de apoyo a la gestión cultural, el costosísimo Metro de Quito que no se pone en funcionamiento… Pero todos esos temas pasaron desde hace casi un año a segundo plano gracias a la corrupción en el Municipio, a la pugna de poderes entre concejales que se vendieron al mejor postor desde su acomodo oportunista. Los problemas de la ciudad quedaron en segundo plano ante la mediática pelea entre los compadres Yunda y Guarderas, ante las decisiones de fiscales y jueces apoyando a uno o a otro. Claro, solo desde interpretaciones de la ley, no vayan a pensar que hubo billete por debajo.
Finalmente, se pronunció la Corte Constitucional y el único de los tantos alcaldes acusados de corrupción fue destituido. ¡Qué bien por la ciudad! Pero… se posesiona como alcalde su ex amigo y socio Santiago Guarderas, socialdemócrata (RED) hasta el año 2007 en el que fue diputado, luego socialcristiano desde el 2008, partido que le candidatizó a asambleista y con el que obtuvo del 11 % de votantes de la circunscripción 1 (217 408 votos) en el 2017. El nuevo alcalde es ese abogado con olfato, que abandonó en el 2018 al PSC, para postularse a concejal en el 2019, por el partido que alquiló Yunda, quien lo puso de vicealcalde.
Hay que soñar realidades y hacer realidad los sueños decía un político ruso. El fin justifica los medios nos lo decía un italiano. Guarderas, quien en el 2017 solo recibió 217 000 votos quiteños, ahora es alcalde de los 2.735.987 capitalinos. Guarderas hizo realidad su sueño de poder y una vez posesionado, nos dijo sonriente que ya expidió un “Código de Ética” para los funcionarios municipales. Sin duda es el más indicado para hablar de esta disciplina filosófica…
Desde el primero de octubre, según la Resolución SM-2021-160, suscrita por Guillermo Abad, secretario de Movilidad, se autorizaba subir el pasaje, “siempre y cuando se cumplan estándares de calidad”, pero desde la semana pasada, varias unidades cobran 0.35 ctvs. ¿Cómo se pronunció el flamante alcalde Guarderas? Autorizó 100% de aforo en los buses en Quito. Es mucho más que un guiño de ojo. Algo que está mal siempre puede estar peor, nos repite cansón Murphy, con la misma sonrisa de hornado que puso el flamante alcalde el día de su posesión.
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