Andrés Arauz, el actual aspirante a la vicepresidencia por la Revolución Ciudadana, aseguró en una entrevista que “tras el asesinato de Fernando Villavicencio se mejoró el riesgo país”. Luego agregó otras explicaciones. Que el crimen “estaba directamente relacionado a la probabilidad de victoria de la Revolución Ciudadana” o que “la probabilidad de que gane la Revolución Ciudadana en primera vuelta baja” por el magnicidio. La opinión pública estalló en reacciones de rechazo.
“Cuanto más lejos se está del poder, más irresponsables son los enunciados políticos” aseguró en 1989 Raúl Baglini, entonces diputado argentino por la Unión Cívica Radical. Lo dijo en un debate parlamentario previo a las elecciones presidenciales argentinas de 1989 que definirían al sucesor de Raúl Alfonsín, presidente de retorno democrático y cercano a Baglini. Utilizó estas expresiones para menospreciar a Carlos Menem que buscaba la presidencia. Pero Menem logró derrotar al candidato de la Unidad Cívica Radical utilizando expresiones vagas, apelando al voto religioso y prometiendo una revolución productiva.
La expresión del congresista argentino fue etiquetada como el Teorema de Baglini. Aunque un teorema debe demostrarse en un sistema formal expresado en proposiciones, planteado de otra forma, cuanto más cercano está un político del poder más responsables, equilibradas o serenas son sus afirmaciones sobre la política o sobre lo público. ¿Cuánto se alejan o cuán lejos están nuestros políticos del poder según propias sus declaraciones?
Según la encuestadora "Comunicaliza", un 12% de los electores del correísmo se puede considerar como un voto disciplinado, con lo cual el 22% restante podría atribuirse al histórico voto populista. Si esta cifra se confirma, podría decirse que 9 de cada 10 ecuatorianos no votan por la venganza o la agresión como fórmulas para procesar los problemas públicos.
Ecuador se enfrenta al balotaje presidencial desde que se confirmaran los resultados de las elecciones de 20 de agosto de 2023. Los finalistas, Luisa Gonzales y Daniel Noboa, son dos nuevos rostros que manifiestan un cambio de paradigma en la política ecuatoriana. Mientras Gonzales representa a la opción política de retorno del correísmo con el 34% de los votos, Noboa se presenta como una opción distinta a la confrontación convencional con un sorpresivo 24% de los votos.
Según la encuestadora Comunicaliza, un 12% de los electores del correísmo se puede considerar como un voto disciplinado, con lo cual el 22% restante podría atribuirse al histórico voto populista. Si esta cifra se confirma, podría decirse que 9 de cada 10 ecuatorianos no votan por la venganza o la agresión como fórmulas para procesar los problemas públicos. Esto podría significar también que quien más agreda durante la campaña estará expuesto a mentir más, a mostrarse más desesperado por ganar y, por tanto, estará más lejos de conseguir la presidencia. Así se confirma el Teorema de Baglini.
El peronista Carlos Menem ganó la presidencia en Argentina en 1989 y fue el gobernante que asumió el cargo en medio de un proceso hiperinflacionario heredado del período de Raúl Alfonsín. Menem impulsó privatizaciones masivas y un régimen monetario de convertibilidad que equiparaba al austral argentino con el dólar estadounidense. Sus políticas redujeron la inflación a mínimos históricos cercanos a cero, pero duplicó a 150 mil millones de dólares la deuda externa, contrajo en la mitad la economía interna al 26% y duplicó a 1 millón de casos la criminalidad en el país.
Menem permaneció en el poder hasta 1999, durante 10 años consecutivos y tras haber profundizado este desastre, y con la renuncia de su sucesor Fernando de la Rúa, contendió contra otro peronista por la presidencia argentina en 2001, Néstor Kirchner, pero renunció en el balotaje, así llegaron los Kirchnner para permanecer en el poder hasta estos días, salvo por el periodo de gobierno Mauricio Macri.
Menem nunca dejó de ser parte del ala peronista afín a los Kirchner y como senador fue parte del Frente de Todos que impulsó a la presidencia a Alberto Fernández, el también peronista que, tras su aparatoso fracaso, se prepara para dejar la presidencia al populista de extrema derecha, Javier Milei.
La desesperación, la venganza y la ira no solo son malas consejeras de campaña, sino que abren la puerta a males políticos inescrutables como aventuras autoritarias y relevos cuyo desenlace se ignora.
Nada es tan impopular como denostar la dolarización o como defender a la Venezuela de Nicolás Maduro, el país con mayor inflación del mundo. Nada es tan indolente, irresponsable e impopular como manosear la trágica muerte de alguien para calificarse como víctima. Solo la desesperación, la venganza o la ira pueden enceguecer a las personas o, en términos del Teorema de Baglini, alejarlos del poder.
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