
“¿Tiene basura, mi don?”, grita el hombre que, sentado en una estrecha grada de piedra, al pie de una de las tantas puertas del convento de El Carmen Bajo que dan a la calle, desayuna pan y chocolate frío que sorbe de una funda plástica. “Sí”, le responde el dueño del almacén de artículos musicales.
Al escuchar la respuesta, el hombre se apresura a acabar lo que le queda de pan y chocolate, deja la funda en la grada y, diligente, se encamina a ayudar al dueño del almacén a abrir su negocio. Este va abriendo uno a uno los seis candados que aseguran las “lanfor” y el hombre, una vez que el dueño ha terminado de abrirlos, le ayuda a subirlas empezando por la que resguarda la entrada y siguiendo con las dos que protegen los escaparates. Es su forma de pagar la basura que recibe del dueño del almacén —cartones y papeles— y que luego vende en los depósitos de reciclaje.
Zézar, así, con zeta, ha adoptado una estrategia de vida diferente de la del reciclador de basura. No solo por el tipo de actividad que desempeña, sino por la manera en que se muestra al mundo y ofrece su trabajo, que se describe sumariamente en un cartel, lleno de rojos, celestes y morados, pegado en la pared de la parada de autobuses.
Zézar, escrito con doble zeta, es, sin duda, más que César, y sugiere que quien porta el nombre así escrito tiene un origen mejor, por inaudito y misterioso, que el que se llama solamente César. Zézar viene de alguna lejanía, César, en cambio, de aquí mismo, de a la vuelta. Zézar es un personaje, César, nada más que una persona.
Zézar, así, con zeta, ha adoptado una estrategia de vida diferente de la del reciclador de basura. No solo por el tipo de actividad que desempeña, sino por la manera en que se muestra al mundo y ofrece su trabajo, que se describe sumariamente en un cartel
¿Cuál es la profesión de Zézar? Chamán. Vidente. Y, como chamán y vidente, es “la cura de todos los males”. Practica rituales, curaciones y endulzamientos y, a tono con los tiempos, ofrece no solo amarres de atracción y de tres puntas, sino, también, amarres LGBTI.
Las fuentes de las disciplinas que practica se encuentran en el pasado y en la metafísica, y su área de dominio son los conocimientos místicos y ancestrales.
La diferencia mayor entre Zézar y César es que este, desde su insignificancia, pide favores elevando la vista al cielo, mientras que aquel ofrece sus dones desde las alturas de su nombre inaudito.
Zézar, sentado a la oriental, con un gorro sin visera, del que sobresale una intrincada cornamenta de alce, mira al infinito de su espíritu desde el centro de un círculo esotérico. Doce círculos, con figuras de ángeles y bestias, que representan, supongo, a los doce signos del zodíaco, rodean al vidente, que parece proyectar círculos de luz que encierran figuras de animales. Recuérdese que el círculo o, más bien, la esfera, es la figura perfecta. Según Platón, en el Timeo, el creador del mundo lo redondeó “hasta hacer de él una esfera (…) que es la más perfecta de las figuras y la más semejante a sí misma, porque pensó que lo semejante es infinitamente más bello que lo desemejante”.
Zézar, como Dios, está en el centro; César, en los márgenes. César es un ángel caído, que recoge y vende basura y desayuna pan con chocolate.
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