El de los buses es uno de los transportes más viciados en nuestro país, el servicio que ofrecen es totalmente deficiente. Es común “subirte o bajarte al vuelo” porque los señores conductores no se detienen en las paradas señaladas o solo lo hacen cuando hay un número considerable de personas que desean subir. Pero, es aún más usual ir tan apegado a los otros usuarios que tu brazo se confunde con el brazo de quien está alado tuyo, es frecuente que tu espalda esté cercana a otra espalda, y te encuentres hombro con hombro, cara con cara con otros pasajeros. Y como no mencionar a las infaltables carreras entre unidades, aquellas que hacen que el conductor se sienta en un Rally y olvide que es responsable de alrededor de cincuenta vidas que lleva en su bus. Estas malas prácticas se dan por la simple razón de concebir el transporte como un negocio y no como un servicio público.
Los municipios han abandonado este servicio a manos privadas quienes utilizan formas cada vez menos eficientes de gestión. En el Ecuador esta producción adopta la forma de organización en cooperativas, que en realidad son más bien una forma encubierta de un empresariado con poco nivel de desarrollo. Su objetivo no es servir, es lucrar.
Pero, el panorama no es diferente en aquellos transportes que son manejados por los municipios como la Ecovía, Trole, MetroBus Q en Quito y Metrovía en Guayaquil. Tal vez el objetivo principal de este transporte no sea el dinero, sino el transportar para cumplir con el plan de movilidad de los municipios. Pero, se trata de un cumplimiento deficiente del plan, pues la imagen en estos buses articulados es muy parecida a la de los buses manejados por cooperativas: unidades repletas de pasajeros lo que hace casi imposible bajarte en la parada que necesitas y si acaso te arriesgas al último segundo a bajarte, el conductor ya habrá aplastado el botón para que se cierren las puertas y se corre el riesgo que tu mano, tu pie, tu bolso o mochila se queden atrapados en la puerta y el resto de tu cuerpo quede afuera. Y no se puede dejar de mencionar la falta de unidades en horas pico lo que hace que se ocasione un caos en las paradas.
Para aquellos que optan por los taxis amarillos, las posibilidades de verse maltratados como sucede en los buses es menor, pero aumenta el riesgo de ser estafado e incluso secuestrado. La inseguridad, si bien se da en todos los transportes públicos, en un taxi surge el fenómeno del secuestro express que ha perjudicado a cientos de personas desde el año 2000 en donde los casos eran esporádicos y hoy en día son frecuentes. La inseguridad en un taxi es uno de los grandes vicios, así como el del monopolio amarillo. Las cooperativas de taxis conformaban hace poco una especie de monopolio en nuestro país, pues no existía otro servicio que ofreciera un transporte personalizado a las personas. Por lo que por muchos años las reglas y condiciones de viaje han sido establecidas por los conductores: “Pasada las ocho de la noche no usamos taxímetro’’, "uuuh para allá no me voy”, "deme $10 y le llevo”, “no tengo sueltos” y a falta de opciones tomamos aquel vehículo en mal estado la mayoría de las veces implorando llegar a salvo a nuestro destino.
Pero, la llegada de empresas que usan la tecnología como herramienta para la movilidad al país, ha despertado de un largo sueño a conductores de taxis quienes se han organizado en crear aplicaciones para ofrecer su servicio y han salido a las calles en un intento desesperado de que aquel monopolio de muchos años no sea derribado. Pero, lo que están olvidando es el servicio público al que se deben, por lo que envés de exigir que dejen de operar empresas que satisfacen este servicio, es el momento de reflexionar sobre lo que están haciendo mal y renovarse.
El panorama de los medios de transporte no se veía nada alentador hasta la llegada de empresas que utilizan la tecnología para ofrecer servicios de movilidad, pues es la oportunidad de conductores de taxis e incluyo a los buses de mejorar y ofrecer un servicio de calidad. Pero, debemos recordar que el deber no es solo de los señores transportistas, es necesario que los municipios enfoquen su energía en apoyar al desarrollo del transporte que está en manos privadas y públicas, en lugar de descargarla en limitar legalmente la incorporación de nuevos empresarios enfocados en la movilidad que llegaron al Ecuador a atender un servicio que estaba descuidado.
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