La caída de Jorge Glas de lo más alto del poder es una muestra clara de que este jamás es para siempre. Es una lección de vida para ciudadanos y políticos que nos enseña que los únicos intereses que deben defenderse desde las altas esferas de la administración publica, son los del país. No son los particulares empresariales y menos para hacer dinero sucio con el cargo.

La dolorosa comprobación de que una mafia se hizo del poder para delinquir en Ecuador, que organizaron el desfalco, el desangre presupuestario, que organizaron el show de las grandes obras con el que subestimaron a los ecuatorianos, debe tener un castigo horrible. La verdad, que evoca el presidente Lenín Moreno, debe venir acompañada de acción. Y contundente.

Las revelaciones e indicios de que Glas recibió al menos 14,1 millones de dólares en sobornos entre 2012 y 2016, del nexo ilícito con su tío Ricardo Rivera, su posible relación con el caso Caminosca, de los regalos de los grandes empresarios chinos… más el retiro de las funciones que le habían sido asignadas como Vicepresidente, incluso, de la bandera tricolor del asta de su sede…  No es suficiente. 

Glas tiene un sueldo de 6011 dólares mensuales. A su cargo están 196 empleados. El presupuesto de anual de la Vicepresidencia es de 8 millones de dólares. De los cuales seis son para gastos de personal, sueldos, bonificaciones. Y casi dos millones para servicios de difusión e información. Más el avión presidencial... Ojalá la negativa de su uso no esté acompañada de otra verdad: la utilización de la aeronave para fines ilícitos.

¿Glas necesitaba más dinero para subsistir? Evidentemente no. Su salario es muchísimo más alto que el ingreso mensual de una familia ecuatoriana: 700 dólares.

Sin su salida, renuncia o encarcelamiento, todavía puede reemplazar al presidente Lenín en su ausencia. Incluso ser el Presidente del Ecuador, por reemplazo constitucional.

Pero al convertirse en enemigo político de Lenín no es solamente una desgracia para el propio Presidente sino para el país, será un estorbo y un potencial conspirador. Seguramente, con ansias de desestabilizar al propio Gobierno con el que llegó a la Vicepresidencia. Glas ya no representa al Presidente ni dentro ni fuera del país, no asesora ni gestiona por el gobierno. Ya no es nadie. 

Históricamente la unión ha sanado al Ecuador y aparece cuando el pueblo intuye que son indispensables para la salvación de la Patria, dice Benjamín Carrión. Por eso el castigo debe ser horriblemente justo. La Patria, al fin, puede unirse.