
Catedrática de la Facultad de Ciencias Humanas de la Universidad Católica de Quito
El día miércoles 28 de octubre el canal de televisión gubernamental trasmitió en vivo, para todo el país, el “diálogo” entre el presidente de la República, economista Rafael Correa, asistido por el Ministro Coordinador de la Política Económica y el Ministro de Finanzas, con los también economistas Alberto Dahik, Ramiro González y Mauricio Pozo.
¿Qué hay detrás de este show mediático presentado como diálogo sobre la situación económica del país?
Primero, como antecedente inmediato, la “invitación” hecha por el Presidente al asambleísta Andrés Páez de medirse a golpes para resolver sus diferencias, hecho que mostró de forma absolutamente clara la actitud violenta y nada dialógica del primer mandatario, ya evidenciada en muchos incidentes anteriores, como el sucedido con el cantautor popular Jaime Guevara y con el adolescente a quien Correa reprendió en medio de la calle en Quito, para citar apenas dos casos.
¿Acaso el gobierno, con este repentino diálogo televisivo, quiso limpiar la imagen de puñetero y violento de su caudillo?
Segundo, todos los invitados al supuesto diálogo son de profesión economistas. Por el tema se podría pensar que esto es correcto, aunque personalmente creo que los problemas económicos que enfrenta el país no se inscriben únicamente a un análisis económico y menos aún econométrico. Si se acepta que solo los economistas pueden opinar acerca de la situación económica, lo que no se logra entender es cómo economistas que han mostrado su incapacidad e ineptitud en el manejo económico del Estado, en diferentes funciones, igual que hoy el economista-presidente, se exhiben como las mentes lucidas de la economía.
De los cuatro economistas asistentes al “diálogo”, al menos dos, son responsables, en contextos distintos, de decisiones políticas que han provocado serios problemas económicos en el país, que han afectado a la gran mayoría de la población ecuatoriana; a no ser que el papel que han cumplido sea visto desde los intereses del gran capital mundial y los suyos propios, no de los intereses de la mayoría de los ecuatorianos y ecuatorianas.
Tercero, todos los participantes, más allá de la retórica usada por el presidente, se inscriben en el marco de la economía capitalista; uno defendiendo el capitalismo de Estado en un momento donde claramente se somete a las demandas del Fondo Monetario Internacional (FMI) y del capital chino y los otros defendiendo el capitalismo más liberal y de mercado también en la línea del FMI. Lo que se observó en ese “diálogo” atropellado, fue la intención de exponer las dos estrategias de la reproducción del capital, Estado y mercado, aunque ciertamente la primera está en su límite con la alianza público-privada.
La intensión detrás del supuesto diálogo es mostrar las dos estrategias del capital como absolutas, lo cual deja establecido que no hay otra posibilidad de pensar la economía del país.
¿Por qué en ese diálogo no estuvieron los sectores más importantes de la economía como son los trabajadores del campo y la ciudad, los pueblos indígenas y campesinos? Los sectores sociales que con su trabajo han sostenido la economía de este país por siglos.
Cuarto, parecería que es normal que los que dialogan solo sean economistas y hombres, pero no es así. ¿Por qué no hubo una sola mujer, si las mujeres, sobre todo las populares, son el sostén real y fundamental de la reproducción y producción de la vida? Claro, no es posible que sean invitadas porque la economía capitalista es profundamente patriarcal y por eso explotadora de los seres humanos y devastadora de la naturaleza.
Quinto, un diálogo de verdad requiere sujetos de diálogo que se reconozcan como tales, es decir que acepten la opinión del otro que es aceptar su mundo de vida donde ésta se articula. En el supuesto debate no hubo sujetos que se reconozcan, ya que ni siquiera el formato del programa daba para eso. Todo el escenario fue montado para que el presidente se luzca él solo, lo otros solo sirvieron para eso, para que se piense que el “puñetero” dialoga. Sin embargo, incluso en ese escenario montado para él, mostro su incapacidad de oír otra voz que no sea la suya.
Al final, otro engaño más a la sociedad ecuatoriana. Como no se hizo la pelea en el cuadrilátero se hizo una parodia de diálogo entre los mismos servidores del gran capital.
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