
PhD en Educación por la Universidad Católica de Lovaina, Maestro en Estudios Culturales y Desarrollo, Graduado en Economía. Ex gerente del Proyecto de Pensamiento Político de la SNGP. Docente universitario.
Una risa torcida impide que la imprecación salga en todo su esplendor, ante ridículo anunció del alcalde Guarderas comunicando que el Metro se inaugurará, con bendición y todo, no con recorridos, sino con visita a las instalaciones “para que los quiteños se capaciten…” ¿Es en serio? pregunta un extranjero de la mesa contigua, que mira también el noticiero y mueve la cabeza con un gesto de conmiseración y vergüenza ajena. Luego de este estreno de mentira, tendremos los quiteños dos meses para aprender a bajar escaleras eléctricas, pararnos en un andén, entrar en los vagones y viajar. Solo entonces, podremos estrenar el Metro de verdad: viajando. El alcalde nos considera idiotas y cree que necesitamos tanto tiempo para capacitarnos en esta actividad que a él le parecerá complicadísima, o es de idiotas hacer ese estreno de mentiras para ocultar su parte de ineptitud en el funcionamiento del metro de marras, que tanta plata costó, cuesta y seguirá costando a esta pobre urbe víctima de sus sapos alcaldes.
El tema del Metro es el cuento del “gallo pelón”. Comenzó con la idea de Barrera, que tuvo muchos estudios en contra, continuó con Rodas y Yunda que en su turno nos dijeron que en seis meses podríamos gozar de su primer recorrido y cuando faltaba uno anunciaron que en seis meses más. Y el tema complicado no fue la construcción, que en los días del “cabeza de canguil” hundió casas en Solanda y se llevó patrimonio Kitucara de San Francisco. El tema fue, hasta hace poco la famosa administración, con los jeques del transporte público y las “cooperativas” de buses (en las que un solo tipo puede ser dueño de más de 20 unidades), opuestos a un Metro que les quite ingresos. Un pariente del líder de esta “clase del volante” estuvo a cargo por un tiempo recordándonos que en Quito, el ratón puede cuidar el queso o Drácula gerenciar el Banco de Sangre. Hasta que el Metro no haga su primer viaje, seguirá generado un lucro cesante de 2000 dólares diarios…
No hay certezas sobre el precio del viaje. Estudios financieros dice que debe costar un dólar, precio inalcanzable para los quiteños que usan transporte público. Otros dicen 45 centavos, con subsidio, como el que dan a los buseros... El Metro de la ciudad de México cuesta cinco pesos, es decir 25 centavos de dólar y recorre un área que quintuplica el recorrido lineal y lento (por su diseño) del “metro quitensis”. Quizás mirar como hacen allá, ayudaría.
Desde que el ex alcalde Barrera tuvo esa idea han pasado ¡12 años! Mirando el novelero Metro se descuidó el trole. Como “ya viene el Metro”, se dejó de comprar repuestos para los trolebuses eléctricos y desde la ilógica de Rodas, se compraron unidades a combustible fósil que no respondían al esquema inicial: eléctrico, anticontaminante, ecológico. Cómo estos nuevos buses eran más grandes y como al señor Rodas se le ocurrió que las paradas estaban feas y cambiarlas sería un buen negocio, las destruyó e hizo unas nuevas y más grandes. Estas no calzaban con los trolebuses y vino entonces la idea brillante: corten la rampa de todos los troles. Con ello hay un peligroso hueco entre andén y bus, que ha causado accidentes de los cuales yo mismo he sido víctima. Pero como alcaldes y secretarios del Municipio usan el trole solo para las fotos de campaña, no se ponen en los zapatos de la gente y hacen sus obras desde su visión de “bisnes”, las paradas del trole son ahora larguísimos andenes con entrada al un extremo y salida al otro. Hay que recorrer media cuadra para poder ingresar, si el pasajero viene en sentido contrario. No se necesita ser máster en arquitectura para organizar entrada y salida a cada lado, para poner una tarjeta electrónica permitiendo ingreso por los dos extremos y terminar con el folklórico ritual de monedas cayendo en la urna o ingresando en un ranura del torno o siendo intercambiadas en una caja por un ticket.
En la espera del Metro dejaron que el trole quede en coma y fueron matando la bicicleta pública (BiciQ) que funcionó bien los dos últimos años de la administración Barrera. Comenzó a morir con Rodas a pesar de sus bicis eléctricas, en la pandemia y desde la desidia de Yunda terminó sus días sin haber llegado a su total desarrollo. La mejor forma de transporte que tiene una metrópoli como esta murió. Ah…, pero Yunda autorizó la operación de una empresa privada de scooters.
El Metro supuestamente funcionará en dos meses, no creeré hasta verlo. El Metro no solucionará los problemas de tráfico de una ciudad que ve crecer desmedidamente su parque automotor. El Metro quiteño está lejos de ser ese subterráneo mecanismo que conecta toda la cuidad como sí lo es el de París, Nueva York o en la ya mencionada Ciudad de México. Ampliarlo costará demasiado. El 2029 le llegará a Quito, una nueva abultada factura por los costes de esta novelería y habrá menos recursos para otras cosas… Ojalá el nuevo alcalde se ponga en los zapatos del quiteño que usa transporte público.
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