
En materia económica debemos reconocer que el equipo económico de Moreno (Ministro de Economía y Consejo de Asesores), han preparado la Ley de Defensa de la Dolarización como un traje a la medida del Ecuador.
La primera razón tiene sustento en la evidencia internacional, por cuanto la independencia y autonomía de los bancos centrales es un activo muy preciado en el mundo y todo país serio cuenta con una institucionalidad que permite al banco central blindarse de los ciclos políticos. Basta comparar los resultados de inflación y devaluación de Venezuela y Argentina con los de Chile, Colombia y Perú, como para valorar la importancia de una banca central independiente.
La segunda razón es de orden teórico y tiene que ver con el consenso absoluto que existe entre los economistas bien formados, respecto a que la política monetaria no tiene efecto alguno en el producto de largo plazo y que las nuevas visiones de la política monetaria no aplican para Ecuador, y no porque se quiera seguir a ultranza la línea monetarista ortodoxa, sino porque las circunstancias de Ecuador son totalmente diferentes.
En efecto, al estar dolarizados no tenemos capacidad de emisión que nos permita asumir cualquier responsabilidad con holgura, y sobre todo porque el banco central no tiene la menor confianza, ni credibilidad por parte de los agentes económicos, y eso importa, tal cual lo destaca la literatura económica respecto a las crisis del tipo de las profecías autocumplidas.
En las perspectivas de la segunda vuelta electoral, esta ley no sería muy necesaria si gana Lasso, pero si triunfa Arauz, esta ley es imprescindible para evitar que los revolucionarios nuevamente metan la mano en el Central y quieran apostar con dinero ajeno
Esta falta de credibilidad obedece no solamente a que a los ecuatorianos tienen recuerdos frescos de la inflación, la devaluación y la crisis financiera de fines de los noventa y en la que la figura del banco central de prestamista de primera instancia del fisco y de última instancia del sistema financiero jugó un rol principalísimo; sino que, bajo expectativas racionales, la insostenibilidad de las finanzas públicas, las exportaciones no diversificadas y dependencia del petróleo, la falta de mecanismos de absorción de shocks que reemplace la función de ajuste de los tipos de cambio flexible, como son el ahorro, las líneas de crédito contingentes y los mercados laborales eficientes, es una invitación abierta a la expansión sin límite del balance del Banco Central que cualquier momento puede generar un pánico financiero.
Para entender de mejor manera la importancia de la credibilidad para la consecución de buenos resultados en la aplicación de políticas económicas expansivas, debemos pensar que ésta funciona como el whisky. Para los que no hemos abusado en el pasado del alcohol, cualquier día y hora es bueno tomarse uno, pero los alcohólicos no pueden darse ese lujo, y para ellos es mejor tener escondida la botella, y la ley de defensa de la dolarización representa eso.
Entrando en materia propiamente de la ley propuesta, algunas de sus principales fortalezas me parece que son:
Evitar que el Banco Central sea caja chica del gobierno de turno.
Establecer pesos y contrapesos en un ambiente de institucionalidad democrática para la toma de decisiones de política económica.
Requerir gente proba y de gran formación académica para el diseño del ejercicio del banco central y la regulación financiera.
Regular por tipo de riesgos conforme tipo de operación y no por sujeto, lo cual no tiene ninguna racionalidad y es un polvorín que cualquier momento puede reventar.
Presentar la información financiera del banco central en 4 sistemas a fin de transparentar el destino de los recursos depositados en el banco central.
Establecer una gobernanza independiente de los gobiernos de turno y de los conflictos de interés.
Recuperar la capacidad de un tercero confiable para opinar sobre el presupuesto público, endeudamiento y proporcionar estadísticas confiables.
En las perspectivas de la segunda vuelta electoral, esta ley no sería muy necesaria si gana Lasso, pero si triunfa Arauz, esta ley es imprescindible para evitar que los revolucionarios nuevamente metan la mano en el Central y quieran apostar con dinero ajeno, lo cual es un riesgo demasiado elevado que Ecuador no debería tomar, o acaso ¿usted permitiría que su director financiero apueste todo su patrimonio a una pelea de gallos porque simplemente tiene una corazonada de que va a ganar?
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