
“Que nada nos defina, que nada nos sujete que la libertad sea nuestra propia sustancia”. Simone de Beauvoir
Propongo un debate entre mis estudiantes de ULEAM sobre el himno Un violador en tu camino. Proyecto el vídeo de las feministas chilenas en el que mujeres con antifaces y ropa ligera realizan sentadillas y acusan al Estado patriarcal y a los hombres de ser violadores. Escucho rumores y risas. Les pregunto su opinión sobre el himno, la mayoría de chicos y chicas lo ven como un performance ridículo, casi impresentable por generar más violencia al acusar a todos los hombres de violadores.
Insólitamente el patriarcado es defendido por las propias mujeres. Levanta la mano una chica de tez blanca, algo robusta, tiene una mirada penetrante, la noto algo molesta: “lo hicieron tan agresivo para que justamente se dé una reacción en la gente. No es posible que ustedes sean tan insensibles”. El aula queda en silencio. Quisiera tener la respuesta, no la tengo, porque el vídeo no ha sido fácil de procesar, hay una parte de mí que lo ve como una provocación exagerada porque cae en generalizaciones extremas. Otra parte de mí colisiona con el sentido común, me dice que hemos vivido considerando a la mujer un botín, un territorio al que hay que conquistar o comprar, claro que tienes algo de violador porque eres parte de una sociedad patriarcal y de un Estado violador. Tenaz.
Dejo que el debate avance con la asimetría del sentido común o de lo políticamente correcto, veo a la chica feminista prácticamente sola en su alegato. Al final les digo que M. tiene razón, porque inconscientemente hemos asumido conductas FALOGOCÉNTRICAS (sociedad que gira alrededor del poder que tiene el hombre por el simple hecho de tener pene, frente a la mujer cuyo destino “natural” es la reproducción de la especie y el cuidado del hogar, esto transformado en saber milenario que viaja de generación en generación ha permitido tanta violencia en contra de la mujer).
Hay dudas, incredulidad, les digo que yo también me siento escrutado porque todos los hombres que formamos parte del Estado patriarcal en alguna ocasión hemos abusado de la mujer, incluso de manera “inocente” cuando vamos a una despedida de soltera y solicitamos una “striper” o cuando vamos a un prostíbulo. Silencio en el aula. Después llega la tormenta: las chicas empiezan a hablar de sus diversas experiencias muchas de ellas traumáticas cuando han sido víctimas de acoso sexual o de intentos de violación. Catarsis indefinida, pido el máximo de empatía a los chicos, sí chicos: consciente o inconscientemente hemos sido cómplices de tanta violencia en contra de la mujer. Cierro el debate, salgo del aula agotado, una hojas de cedro juguetean con la brisa.
Según Engels en la familia el marido es el burgués y la mujer representa al proletariado. Aparentemente la lucha central de todos los pueblos debería ser clasista y no sexista pero la poca visión de los movimientos de izquierda los ha situado en el mismo nivel de intolerancia que exhiben agrupaciones conservadoras que estigmatizan cualquier forma de rebelión desde lo simbólico y lo real de las mujeres en contra de un sistema de producción y distribución de capital cultural en el que la mujer es mercancía, valor agregado o simple adorno. Simone de Beauvoir lo dijo claramente “la liberación de las mujeres es una condición sine qua non para la liberación de los hombres”, no podemos hablar de libertad e inclusión sin enfrentar y asumir nuestra parte de responsabilidad con el patriarcalismo, somos hijos del patriarcado y tenemos que demolerlo.
Encontrar esos vasos comunicantes entre feminismo e izquierda es vital para alcanzar sociedades que de a poco entierren al patriarcalismo pero que también enfrenten al racismo y la aporofobia. Ojalá en el próximo debate, los chicos sean los primeros en defender cualquier causa que nazca desde una reivindicación legítima de la equidad de género.
¿Cómo no paralelizar o desconectar la lucha de los grupos subalternos con la dinámica subversiva del movimiento feminista? Porque de una u otra forma Piñera en Chile utilizó la eclosión de feminismo para resistir al embate de la insurgencia popular en contra de su gobierno, el eje de la protesta, el enemigo a vencer pasó de neoliberalismo a patriarcalismo. Sin embargo la mayoría de mujeres lo tienen claro: el Estado chileno-carabinero ha sido uno de los mejores representantes de la violencia patriarcal.
Encontrar esos vasos comunicantes entre feminismo e izquierda es vital para alcanzar sociedades que de a poco entierren al patriarcalismo pero que también enfrenten al racismo y la aporofobia. Ojalá en el próximo debate, los chicos sean los primeros en defender cualquier causa que nazca desde una reivindicación legítima de la equidad de género. Definitivamente las mujeres han despertado con toda su creatividad e ira con la que tenían que despertar, no más femicidios, ni acoso sexual, ni conductas discriminatorias. Es fundamental luchar por la soberanía total de la mujer respecto a su cuerpo, incluso en materia reproductiva.
Judith Butler planteaba que más grave que la discriminación a la mujer es la construcción del binarismo hombre-mujer. Allí residía la justificación de formas aberrantes de sometimiento. La deconstrucción de la identidad sexual posibilitaría un nuevo tipo de identidad sin opuestos ni jerarquías.
Rosa Luxemburgo, una de las feministas más respetuosas de la otredad, planteó hace más de un siglo una frase utópica pero que debería inspirarnos para diseñar una sociedad más equitativa: “Por un mundo donde seamos socialmente iguales, humanamente diferentes y totalmente libres”.
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