8 de marzo incómodo día que la mayoría no sabe si celebrar, lamentar o conmemorar. Para entender esta fecha, le propongo que camine la calle y mire los rostros de las mujeres a su alrededor; el de la estudiante de medicina que amanecerá muerta en una zanja, el de la niña que carga a su hijo/hermano, el de la funcionaria frustrada porque gana menos de lo que merece y el de la anciana agotada por mantener a los nietos. Mire a la mujer que sale cabizbaja del prostíbulo, a la señora que esconde nerviosa los moretones de ayer y que esta noche recibirá once puñaladas. Observe el bello rostro de la que van a violar mañana y las piernas hinchadas de la que sale apurada del trabajo para servir puntual en su casa.

Observe con cuidado, para cada una trate de imaginar otra historia, una historia bonita por favor, una en la que no tengan que posponerse siempre para cuidar de otros, en que no lidie diariamente con el miedo, ni se acostumbre a administrar el abuso. Una vida en la que no se obligue a soportar el maltrato, en la que su cuerpo no sea una tragedia, en la que tenga oportunidad de vivir. Si usted puede pensar en esa historia bonita, también es capaz de construirla desde su propia acción cotidiana, hágalo cada día, incluyendo el 8 de marzo.