
Catedrática de la Facultad de Ciencias Humanas de la Universidad Católica de Quito
La semana pasada Andrés Ortiz Lemos publicó en el portal Plan V un artículo de opinión titulado “Estado Islámico, Alfaro Vive y los decapitados”.
Por justicia con la memoria histórica y por coherencia ética, política e incluso intelectual me permito rebatir algunas ideas del artículo mencionado para el debate de los lectores.
1. El título del artículo intenta establecer una conexión entre los dos sujetos mencionados con la acción de la decapitación, en una abierta distorsión de la historia, incluso con aquella relatada por el poder. El articulista parece no conocer los distinto movimientos insurgentes que se dieron en el país, y confunde o quiere confundir propuestas políticas y proyectos de órdenes distintos, como es el caso del proyecto de Alfaro Vive Carajo (AVC) y de otros que incluso no coinciden en tiempos cronológicos. Obviamente con esta “confusión” adjudica hechos a AVC que nunca fueron de su autoría. Sin embargo esto es quizá lo menos criticable de su artículo de opinión.
2. Más allá de su intento de mostrar un elemental debate teórico del significado de la palabra terrorista, y hacer su definición “minimalista” donde termina reduciendo la discusión a su particular y coyuntural interés de hacer pública su visión sobre AVC, el articulista se adscribe al sentido común que cualquiera que haya leído algo sabe que es la ideología dominante establecida como representaciones sociales colectivas.
Un significado tomado de los diccionarios más básicos dirigidos para ideologizar a la población y convertirla en masa acrítica, no puede ser la base argumentativa de un supuesto análisis académico. Lo cierto es que el Sr. Ortiz está asumido en el discurso más típico y perverso del poder, como es el discurso del terrorismo.
3. Sin ningún empacho mezcla momentos históricos distintos, contextos culturales y sociales distintos, formaciones económico-sociales distintas, proyectos políticos e ideológicos distintos, etc. Parece no saber que el Estado Islámico es una directa consecuencia, sino invención del poder noratlántico liderado por el Estado norteamericano, en uno de sus peores gobiernos como fue George Bush. Parece que no sabe que hay varios casos en el mundo de los engendros creados por el poder norteamericano que luego se escapan de su control político, aunque esto en nada afecta a los inmensos negocios de la guerra de sus perversas corporaciones.
La historia de AVC es, otra, muy distinta. Se ubica en los proceso político-insurgentes que tuvieron lugar en América Latina en la segunda mitad del siglo XX, por razones políticas ligadas a las enormes desigualdades e inequidades del subcontinente, sea en su época desarrollista y más aún en la neoliberal. Ni siquiera el presidente Santos acusa a las FARC de terrorista, de lo contrario no hubiese podido darse el proceso de paz en el país vecino. Se entiende que el grupo guerrillero más antiguo del continente es parte de ese proceso de lucha popular registrada en América Latina, enfrentamiento que sin lugar a dudas generó mucho dolor en sus pueblos, pero nada tiene que ver con el Estado Islámico. Quizá el Sr. Ortiz tenga la misma percepción de Uribe y de ahí saque las comparaciones y las conclusiones que propone.
4. Dice mucho de su opinión cuando sostiene su análisis en un dato único sacado de fuentes policiales, como que no se supiera que desde el poder se generan los datos y los hechos que les conviene. Lo que si no debe haber hecho es leer el Informe de la Comisión de la Verdad, solo por un acto de equilibrio intelectual, para que pueda tener una mejor idea de lo sucedido. Quizá igual criterio tiene del proceso en Argentina, Chile o Centroamérica donde a pesar de la inmensa distancia de la forma de operar de los aparatos represivos del Estado, también operaron grupos guerrilleros, que para el articulista deben ser considerados terroristas y como tales aniquilados por el Estado, institución a la que parece admirar tanto.
5. El legítimo derecho de cuestionar el proceso político judicial llevado adelante por el gobierno actual para sancionar crímenes de Estado, sobre todo por su utilización política que desdibuja la justeza del acto, no es motivo para hacer comparaciones y acusaciones absurdas, cerrar los ojos frente a la violencia estructural del sistema que tienen una clara manifestación en su violencia política-estatal.
6. Y por último, AVC puede haberse equivocado, cosa que sería bueno debatirla con responsabilidad política e intelectual y no con adjetivaciones pueriles, pues es parte de nuestra memoria histórica, pero de ahí a decir que fueron terroristas, como sostenía Febres Cordero a quien usted debe conocer ya que comparte su adjetivación, es una desproporción obscena.
Quédese tranquilo que muchos de los que vivimos ese proceso y sufrimos la violencia estatal no queremos ser héroes ni cosa que se le parezca, solo queremos un mundo un poco más justo, no para nosotros ni para nuestros muertos, sino para la humanidad toda, por eso luchamos.
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