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31 de Marzo del 2020
Ideas
Lectura: 12 minutos
31 de Marzo del 2020
Pablo Piedra Vivar

Abogado por la PUCE; LL.M. En American University, WCL. Docente universitario; defensor de derechos humanos y derechos de la naturaleza.

Unas pocas reflexiones sobre el COVID – 19 y el Ecuador
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Ni nuestros abuelos, ni nuestros padres, ni nosotros hemos pasado por una situación semejante. Europa y EEUU tiene generaciones que vivieron guerras, en América Latina muchos tienen el recuerdo de sangrientas dictaduras. Ecuador no, quizá lo históricamente más cercano, fue la Guerra con el Perú en el 41.

Mucho se lee, en estos días, que  “nadie podía predecir que una crisis como esta ocurriría”, y así un gran sector de la ciudadanía, a nivel mundial, ha decidido absolver a muchos de sus gobiernos por las pobres e improvisadas respuestas, que en muchos casos, se han dado ante la pandemia del COVID – 19. Pero, ¿En verdad nadie podía predecirlo? Es probable que yo (abogado) o usted (empresario, carpintero, panadero, ingeniero, obrero, etc.), no nos hayamos imaginado que esto podría pasar, pero claro, no estaba en personas como nosotros esa responsabilidad. Sin embargo, la verdad es que científicos y organizaciones internacionales vienen alertando sobre esto a los gobiernos desde hace décadas. No hace mucho (octubre 2019) el Diario El País de España, uno de los principales diarios de noticias de habla hispana, publicaba esta noticia: El mundo tiene que prepararse para la próxima gran pandemia letal.

Al leer la nota de prensa anterior podemos descubrir que, al menos desde el 2000, la Organización Mundial de la Salud (Organismo internacional del cual los estados del mundo, incluido Ecuador, son miembros) está advirtiendo de esto a la comunidad internacional y sus gobiernos (Ver la Declaración de Abuja). 

En un documental llamado “Pandemia” lanzado, por un portal de entretenimiento audiovisual en línea, en enero de 2020, se recoge testimonios de científicos que vienen advirtiendo sobre una pandemia con las características del COVID – 19, desde hace años. Dennis Caroll, Ph. D.,  es un científico que ttrabaja  más de 15 años en estos temas, y casi por la misma cantidad de tiempo ha advertido que una pandemia de estas características no es cuestión de sí pasaría, sino de cuándo iba a ocurrir. Entonces ¿por qué el COVID – 19 nos tomó desprevenidos? Para contestar esto me gustaría hacer un pequeño análisis sobre las condiciones del liderazgo internacional en estos tiempos. 

Reflexionaba en estos días, con base en mi limitado conocimiento histórico, viendo lo que sucede a nivel internacional, en EE.UU., México, Brasil, Reino Unido, los países de la Unión Europea, y otros países, en que el mundo no ha experimentado un vació de liderazgo de tal magnitud, en una época de crisis internacional semejante, desde quizá el final de la Primera Guerra Mundial.

Ésta Gran Guerra fue seguida por una gran pandemia mundial que cobró la muerte de aproximadamente 50 millones de personas a nivel mundial (gripe española), por la gran depresión, el surgimiento de los nacionalismos y el fascismo. Este periodo histórico tuvo como consecuencia la Segunda Guerra Mundial y el genocidio de millones de personas. En ese entonces, la comunidad internacional fue completamente incapaz de enfrentar de manera conjunta los problemas mundiales para evitar el desenlace fatal de ese momento. 

En los últimos 10 años hemos vivido en un mundo que se niega a enfrentar, de manera eficaz, los grandes problemas que enfrenta la humanidad: el cambio climático y la desigualdad económica. Aunque parecen lejanas, las explosiones sociales, en casi todas las regiones del mundo, eran cosa de ayer: Ecuador, Chile, Colombia, Brasil, Hong Kong, Líbano, España, Francia, y otros. 

La decepción de ciudadanos, en el mundo entero, de sus instituciones, por diversas causas, pavimentó el camino para que surjan liderazgos como el de Trump (EE.UU.), Bolsonaro (Brasil), Johnson (G.B.), Lopez Obrador (México), quienes han liderado las peores respuestas a la pandemia mundial, poniendo en grave riesgo a sus ciudadanos, a sus vecinos y a sus regiones. Otros países en Latinoamérica, como Ecuador, por diversas razones, vieron surgir estos liderazgos corruptos y miopes, mucho antes con los Chávez, Correas, Ortegas, Kirchner, etc. Liderazgos cuyos herederos se mantienen en el poder hasta hoy, como en el caso venezolano, ecuatoriano y argentino, por ejemplo. 

Algunos de estos liderazgos se han caracterizado por negar la ciencia en temas como el cambio climático, o los riesgos de una pandemia; o se han concentrado en exacerbar los nacionalismos; para otros, su principal preocupación ha sido la de mantenerse en el poder, y enriquecer a su círculo cercano y/o a ellos mismos. 

Por otro lado, están los casos de los países totalitarios como China y Rusia, donde es difícil confiar en lo que se reporta internamente del país, ya que al no haber periodismo que tenga márgenes de libertad e independencia, lo que se termina publicando al exterior son los mensajes que la propaganda oficial de esos gobiernos quiere que sepamos, por lo que hay que tomar con pinzas el “ejemplo” de esos gobiernos. 

Es así, como a falta de un liderazgo lúcido y positivo a nivel mundial, que gobierne pensando en el mediano y largo plazo de sus ciudadanos, se dejó abierta la posibilidad de que una pandemia genere tantas consecuencias negativas en el presente y haga parecer que ha llegado al mundo sin previo aviso. 

Como servidores públicos, campesinos, trabajadores, empresarios y profesionales, sigamos poniendo el hombro, nuestras manos y mente para salir mejores de esta crisis; Veremos si así se contagian nuestros gobiernos locales y el Gobierno nacional, y logramos que al fin se animen también a trabajar por el futuro del Ecuador y no por el futuro de sus carreras.

El Ecuador, como ya lo dijimos, no es una excepción en cuanto a la calidad de liderazgo y gobierno. Nuestro sistema de salud pública, a pesar del esfuerzo sobrehumano que hace el personal de salud, no ha podido dar una respuesta eficiente a la crisis sanitaria. Al momento el Ecuador cuenta con la tasa de mortalidad, a causa del COVID – 19, más alta de Suramérica, basándonos en las cifras oficiales (4 muertes por cada millón de habitantes). Esto no debería ser una sorpresa, los problemas de mal uso de recursos públicos, de malas decisiones administrativas, el vía crucis de muchos pacientes con enfermedades raras o catastróficas en el pasado reciente, evidenciaban estos problemas tanto en el sistema de salud pública, como en el IESS. Hace poco escribí sobre el Hospital de Zaruma, cuyas instalaciones fueron cerradas arbitrariamente en el 2017 y que hasta la fecha, a pesar de haber informes que descartan riesgos, permanece cerrado a causa de una indolente actitud de las autoridades nacionales y regionales del MSP. 

Recuerden también el juicio político a la ex ministra de Salud, Verónica Espinoza (quien se desempeñó como tal desde el gobierno de Correa) que se fue, absuelta por la Asamblea Nacional, sin responsabilizarse por las denuncias que le comprobaron, gracias al muñequeo político de los operadores políticos del gobierno (Ministra María Paula Romo y suequipo). La Ministra renunció y quedó en su lugar alguien de su equipo, la ex ministra Catalina Andramuño, quien salió del Gabinete en plena crisis sanitaria denunciando que no recibió los recursos económicos para enfrentar la crisis del COVID – 19.

El IESS  ha develado estos días, una vez más, la profundidad de su crisis, al descubrirse más de 100 respiradores embodegados en Guayaquil, procesos de compra de mascarillas a precio (¿o sobreprecio?) de US $ 12 c/u, y otros desperdicios imperdonables de sus recursos. Sin embargo, las cabezas de ese organismo no hacen ni el amago de responsabilizarse por su situación.

En Ecuador, hace 102 años, en 1918, un gobierno sin petróleo, con una ciencia mucho más atrasada que la de ahora, demostró que con voluntad política y poniendo el problema en manos de expertos, se puede enfrentar con buenos resultados una pandemia. En ese año, en Ecuador, desembarcó la “gripe española”, la pandemia más letal que el mundo ha vivido en el último siglo. Actuando radicalmente, a tiempo, preocupándose de la alimentación de los más pobres y con una visión científica, el gobierno de Baquerizo Moreno, puso al frente de la crisis al decano de la Facultad de Medicina de la Universidad Central, el Dr. Isidro Ayora, y logró gestionar de manera positiva esa crisis sanitaria en Ecuador (El Dr. Germán Rodas tiene una investigación muy interesante al respecto). 

La crisis sanitaria provocada por el COVID – 19, es quizá el momento generacional más difícil que ha vivido el Ecuador. Por las implicaciones sanitarias, pero también por las consecuencias sociales y económicas. Como sociedad nunca hemos vivido una crisis así. Hemos vivido situaciones de crisis internas, una constante marginalidad, desigualdad y pobreza, pero la crisis actual golpea con características singulares. Ni nuestros abuelos, ni nuestros padres, ni nosotros hemos pasado por una situación semejante. Europa y EEUU tiene generaciones que vivieron guerras, en América Latina muchos tienen el recuerdo de sangrientas dictaduras. Ecuador no, quizá lo históricamente más cercano, fue la Guerra con el Perú en el 41, que tuvo como consecuencia un país completamente desmoralizado, al borde de la desintegración, pero colectivamente ese recuerdo es muy lejano. A diferencia de una guerra, que genera momentos de euforia, esta pandemia ha generado mucho miedo y exige un comportamiento que solo puede ser exitosamente logrado con mucha solidaridad, y cuidado personal, se nos está probando como personas, familias y como sociedad. 

Esta crisis nos va dejando lecciones que nos debemos grabar con fuego. Sea como fuere que superemos esta emergencia, el país debe rescatar nuestro sistema de salud pública para hacerlo eficiente y universal. Más médicos, y personal de salud, más ciencia, más investigación. Recordemos para siempre lo vivido para evitar volver a elegir a personas preocupadas solo de su ego y su bolsillo. Rescatemos los liderazgos silenciosos de aquellos que, desde atrás, realizan su trabajo sin preocuparse de las cámaras, el protagonismo y la campaña del 2021. Sigamos el ejemplo de aquellos médicos que se juegan la vida (o que ya se la jugaron) por realizar su trabajo y su deber hipocrático. De los barrenderos, que mantienen nuestras calles limpias; de quienes cultivan los alimentos para que estos no sean escasos; de quienes transportan y distribuyen los alimentos e insumos para que las ciudades sigan abastecidas; de las personas que siguen trabajando preparando comida, de todos los que creen que vale la pena lucharla por el futuro del país luego de esta crisis. Como servidores públicos, campesinos, trabajadores, empresarios y profesionales, sigamos poniendo el hombro, nuestras manos y mente para salir mejores de esta crisis; Veremos si así se contagian nuestros gobiernos locales y el Gobierno nacional, y logramos que al fin se animen también a trabajar por el futuro del Ecuador y no por el futuro de sus carreras. 

Creo que solo entendiendo nuestra historia, aprendiendo de ella y de las lecciones que nos generan golpes como los de ahora, podremos evitar situaciones semejantes o peores en el futuro.

 
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