La disputa por el segundo lugar entre los candidatos presidenciales es desgastante. Cualquiera pensara que compiten para ganar, pero en realidad compiten para no perder. Para no perder sus pequeños espacios, las migajas del favor popular que pudieran obtener este 20 de agosto. Hay, está claro, un bloque anticorreísta entre varios candidatos. En redes sociales y en el mundo digital de la información —a pesar de los esfuerzos de dudosas encuestas que querían bajar el nivel del anticorreísmo— esa polarización marca la agenda política. Hay una escisión que permanece y agrupa al anticorreísmo contra el correísmo. De eso no se pueden escapar. 

Como no se pueden escapar, considero urgente que todos los candidatos, y la candidata, den un giro creativo a la campaña, superen ese clivaje y hagan un pacto, ante el país y los ciudadanos votantes, de gobernabilidad y en contra de las mafias. No me refiero a un pacto para apoyarse mutuamente en caso de que uno de ellos acceda a una segunda vuelta electoral. Ese tipo de compromisos electorales y circunstanciales están sostenidos en la extorsión y el chantaje, una suerte de comercio de apoyos, al estilo de: qué das para apoyarte. Me refiero a un pacto para gobernar.

Creo que el estado de la situación lo exige, y estamos saturados de diagnósticos, pero vale recordarlos:

La inseguridad es insoportable para los ciudadanos, incluso para los ciudadanos uniformados, y la relevancia y hegemonía de los grupos de delincuencia organizada en algunas zonas del país es cada vez mayor. El Estado es incapaz de controlar un kilómetro cuadrado de cárceles en el Guayas, y menos puede controlar el territorio ecuatoriano.

La situación de la niñez y la juventud ecuatorianas sufre un deterioro catastrófico en lo económico, mental, educativo y de salud. 

La economía está en soletas, hay un déficit fiscal cada vez más grande, y el pago de la deuda externa es un dogal sobre nuestras cabezas. 

Los millones de emprendedores, productores y de servicios, están al garete, sin un camino claro ni apoyo de algún tipo. El trabajo es precario y mal pagado, casi una suerte de esclavitud y su destino es el fracaso. 

La economía criminal reina por sus fueros, tiene luz verde en el país, no hay control alguno y cuenta con la complicidad de algunas autoridades de control.

La justicia está tomada, las instituciones igual. Están en venta. Y sin justicia independiente y eficiente, un país no existe. La justicia del Ecuador es una fábrica de impunidades.

Podría llenar páginas de diagnósticos, pero creo que con eso es suficiente para hundir a una nación.

¿Cómo enfrentar todo eso? Con liderazgo, obvio. Pero no con un liderazgo excluyente, sectario, vengativo y tirano.

Se necesita de un liderazgo que logre unir a la diversidad de intereses políticos y sociales, para este momento tan duro de nuestra historia.

Creo que nadie de los que optan por la presidencia de la República podrá sólo con este embrollo. Requiere un enorme músculo político para inspirar, para integrar a todas la fuerzas del país, para juntarnos a todos en torno a la resolución de algunos de estos puntos. Requiere convocar a un pacto de no mafiosos, no para una segunda vuelta, sino para gobernar. Sin un gobierno de coalición, no hay salida, nadie podrá.

Este año y medio de un gobierno de transición es una oportunidad para unir al país. Quien lo haga, pasará a la historia. Por ello se debe exigir a los candidatos y candidatas la generosidad de hacer un pacto por el Ecuador, con el acuerdo de puntos básicos en los cuales se comprometan, por ejemplo a:

No pactar con las mafias ni el crimen organizado a cambio de una paz mafiosa.

Sostener la dolarización.

Fortalecer a la fuerza pública y la sociedad civil para lograr una seguridad integral y comunitaria en todo terreno.

Emprender en la transición energética y hacer de la defensa del ambiente una política de Estado. 

Limpiar el IESS y a la salud pública y privada de las mafias.

Reintegrar a decenas de miles de chicos y chicas al sistema educativo.

Recomponer el tejido económico de las pequeñas y medianas empresas para generar empleo y estabilidad laboral.

Recomponer el tejido social.

Suficiente.

Alguien debiera convocar a sus "rivales" electorales a este pacto, porque cuando uno de ellos sea gobierno necesitará a todos en el compromiso frente a los 18 millones de ecuatorianos y ecuatorianas. Que somos sus jefes.