
Que era su último mensaje, dijo. Insistió en ello, en distintos tonos a lo largo del show en la Asamblea Nacional el 24 de mayo. "El próximo año, en un día como hoy habrá un nuevo presidente. Hoy pronuncio mi último informe a la nación", fue la apertura del primer discurso. Primero porque ese día, en el mismo recinto, dio dos discursos, con la introducción de la inefable Gabriela Ribadeneira y el intermedio de otros de Jorge Glas y de “la querida Sandy”, Sandra Naranjo, secretaria de Planificación. El ambiente ––con todo y la guachafería de llevar al congreso palmeras y cantantes––, fue de despedida, de última vez, de adiós.
Pero resulta que el artículo 147 de la Constitución de la República, en su número siete dice que es obligación “del Presidente o Presidenta de la República … presentar anualmente a la Asamblea Nacional, el informe sobre el cumplimiento del Plan Nacional de Desarrollo y los objetivos que el gobierno se propone alcanzar durante el año siguiente”. Aparte de la mala redacción, como lo de presidente y presidenta y esa coma después de “Nacional” que divide sujeto y predicado, el economista Correa no puede ponerle peros a este mandato constitucional y tiene la obligación de presentar a fines de su período presidencial, en mayo de 2017, el último informe a la nación, cuyo tema fue reducido en otra de las payasadas de la Constitución de 2008, al mero cumplimiento del Plan Nacional de Desarrollo. Y ese informe tiene que ser presentado a la Asamblea Nacional, sea o no en cadena nacional, sea o no con contrataciones de la pachanga con que cada año nos han avergonzado a todos, al confundir sabatinas con informes al Congreso, bailongos con ceremonias cívicas, duetos desafinados con música clásica.
Desde que le oí me asombré de ese tonito de despedida de la patria, del pueblo y de sus colaboradores; de esa actitud de echar candado y vámonos, acompañado de la arrogancia aquella de que "El país debe descansar de mí, y sinceramente, yo también debo descansar del país".
¿Quiere decir que el economista Correa va a dejar el Gobierno o el territorio patrio antes del 24 de mayo de 2017? Simón Pachano, en su columna de El Universo de este lunes dice que hay rumores al respecto. “La versión difundida”, precisa Pachano, “es que viajaría a Bélgica antes del 14 de mayo de 2017, día en que debe instalarse la nueva Asamblea”.
Según el articulista, los de Alianza País temen que esto podría darse inclusive con “una alianza pasajera para solo ese punto [el de] impedir la salida del que para ese momento ya sería exmandatario”.
Pero sobre esto de los viajes al exterior, la Constitución del 2008 es ambigua, como en tantas otras cosas. Solo dice que el presidente debe comunicar a la asamblea el tiempo y razones de su ausencia; así reza el tercer párrafo no numerado de Art. 144: “La Presidenta o Presidente de la República, durante su mandato y hasta un año después de haber cesado en sus funciones, deberá comunicar a la Asamblea Nacional, con antelación a su salida, el periodo y las razones de su ausencia del país”. No dice que debe pedir autorización o qué sucede si esta no se la da. Pachano cree que Correa quiere curarse en salud y asegurarse “la aprobación –obediente, rauda y expedita– de la actual mayoría”.
Pero eso sería salir corriendo. Eso sería no confiar en la democracia y, sobre todo, no confiar en sí mismo, no confiar en lo que han hecho él y sus colaboradores. Sería darle al pueblo ecuatoriano de hoy y a la historia, a la que se escribirá después de veinte, treinta, cincuenta años, un argumento adicional sobre el despilfarro, el descuido, la opacidad, las contrataciones a dedo, la corrupción.
Y, sin embargo, insistió en que era su último informe. Un informe que más parecía sobre lo hecho hasta mayo de 2015 que hasta mayo de 2016, salvo por el terremoto. Que ocultó cifras, como las del desempleo; que maquilló otras, como las de la deuda; que insistió en la obtusa concepción de que la mejor manera de ahorrar es invertir, y ahora sale con que necesita liquidez y quiere vender Sopladora, Manduriacu y otras hidroeléctricas. ¿Al fin?, ¿en qué quedamos economista Correa? ¿Invertir en obras o tener liquidez?
Y si esto de la liquidez es solo porque hubo un terremoto, ¿no era esa la primera consideración que debía hacer antes de invertir todo el dinero y de contraer tanta deuda? Perdóneme, pero no se necesita ser demasiado brillante para hacer la consideración de que tal vez, a mediano plazo, un fenómeno natural podía afectar al Ecuador, situado en el cinturón de fuego del Pacífico y sujeto a la oscilación de las temperaturas del Pacífico Sur, conocidas como El Niño.
Y así pasó, ¿y ahora quiere obtener liquidez vendiendo bienes raíces! Y bueno fuera que lo hubiera vendido con los precios al alza, en un mercado boyante, y no como en una liquidación, en el peor momento. ¿En qué está pensando, economista Correa? ¿No se ha dado cuenta de que tal vez los canales de televisión incautados, que usted dice que siempre han estado en venta, no se han vendido porque no hay condiciones para ello con su Ley de Comunicación, su Superintendencia de Comunicación y su Consejo Regulador de Comunicación? ¿No sabe que, además, ahora, por la crisis económica, se ha deprimido el mercado de bienes y por lo tanto el mercado de la publicidad y que un medio de comunicación no es negocio? Esos canales solo se podrán vender a precio de gallina robada.
¿Y las hidroeléctricas? ¿A quién se le puede ocurrir comprar hoy una hidroeléctrica en el Ecuador cuando sabe que hay un exceso de ellas construyéndose al mismo tiempo y que, aunque todas atrasadas, van a entrar en operación y no habrá a quién vender electricidad, porque además hay una desindustrialización brutal en el país? Si hasta los biarticulados que van a circular por la vía del trolebús ya no van a ser eléctricos como el trole sino a diésel. Pero, además, ¿quién va a querer una hidroeléctrica en un mercado regulado por el Estado, en que toda la competencia es del Estado y en el que quien compra la electricidad es el Estado?
Pero aun así no creo que vaya a salir corriendo. Simplemente no lo creo. Es que no es usted quien puede decir “Hasta aquí llego”. Al ser candidato en 2013 se comprometió, por el mero hecho de participar en la justa electoral, a gobernar hasta el 24 de mayo de 2017. Y luego, cuando juró su cargo, asumió todas las responsabilidades, entre ellas las de quedarse hasta el último día.
¿Cómo va a salir corriendo quien ha sido faro y guía de las manos limpias y los corazones ardientes y de tantos otros lugares comunes, patria querida? ¿No era hasta la victoria siempre?
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