
Master en Desarrollo Local. Director de la Fundación Donum, Cuenca. Exdirigente de Alfaro Vive Carajo.
Si quiere ganar en la segunda vuelta, Andrés Arauz tendrá que sacar votos hasta de abajo de las piedras. Pero para ello necesita realizar varios actos de desdoblamiento, tan complejos como arriesgados.
En primer lugar, tiene que callar a su jefe en Bélgica. Rafael Correa se ha vuelto un lastre político y electoral difícil de sobrellevar, no solo por sus erráticas intervenciones, sino porque termina reduciendo al candidato correísta a la condición de parlante. En una segunda vuelta, donde solo intervienen dos contrincantes, esa imagen deslucida se hará más notoria.
Arauz ya ha insinuado unas tibias distancias con el discurso atrabiliario y autoritario de su líder. Entre otros puntos, ha bajado el tono de la confrontación con Yaku Pérez. Al menos, no lo insulta: esta misión ha sido encomendada a los correístas fanatizados que pululan en las redes sociales. No obstante, esta postura, aparentemente moderada, resulta inocua frente a un electorado que está sensibilizado en contra de la ofensiva racista del correísmo contra los indígenas.
Los derechos de las mujeres constituyen otro campo minado para el candidato de Centro Democrático. Difundir una ridícula postal en la que se declara feminista no es suficiente para contrarrestar el historial misógino, curuchupa y machista del expresidente Correa. El movimiento de mujeres exige respuestas concretas a sus demandas, particularmente en el tema de los derechos sexuales y reproductivos. Una década de políticas provida no se compensa con enunciados ambiguos.
Los derechos de las mujeres constituyen otro campo minado para el candidato de Centro Democrático. Difundir una ridícula postal en la que se declara feminista no es suficiente para contrarrestar el historial misógino, curuchupa y machista del expresidente Correa.
¿Cómo desdoblarse sin provocar la furia de Correa? ¿Cómo reconocer las agendas del movimiento indígena, de las mujeres, de los ecologistas y de las personas honestas de este país sin cuestionar abiertamente las políticas reaccionarias, corruptas, depredadoras y antidemocráticas del correato?
¿Cómo cambiar de discurso sin provocar suspicacias respecto de una eventual nueva traición? Porque si Andrés Arauz llega a moverse un milímetro más allá de lo que le autorizan, corre el riesgo de ser excomulgado. Lenín Moreno versión 2.0.
Pero el desdoblamiento más complicado se presenta en los predios de la identidad ideológica. ¿Cómo correrse del centro populista hacia la izquierda cuando tiene a una fuerza que lo desplazó irremediablemente hacia la derecha? El ataque racista contra Yaku Pérez, que los operadores correístas han desencadenado adentro y afuera del país, se parece demasiado a esa metáfora del hombre que crecía cortándole las piernas a los demás. Suponen que esparciendo una catarata de mentiras sobre la imagen de Pérez lograran mejorar la suya.
Si el candidato de Pachakutik es agente de la CIA, ergo nosotros somos revolucionarios. Así reza la propaganda correísta. Sin lugar a duda, una ecuación tonta al extremo, una rueda de molino imposible de tragar. Tarde o temprano las infamias difundidas se volverán en contra de sus promotores. Probablemente en las urnas.
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